Periódico de la Asociación de Amigos de Labros
Verano 2002
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TOQUES DE CAMPANAS
Mariano Marco.- En Labros cada toque de campana se iniciaba con tres toques sueltos de aviso, que se repetían tres veces consecutivas. Las que ahora escuchamos abajo en la ermita antes resonaban arriba en la torre y cada una se llama de una manera porque la Iglesia las bautiza poniéndoles nombres y rociándolas con un hisopo de agua bendita y signándolas con los santos óleos.
por el cerro de la Mesa, con los ángeles de San Juan; que sea de agua y no de piedra, por el bien y por el pan". Otra versión decía: "Tenterenublo que viene nublo, por los cielos de Aragón; si es con agua, que nos llueva; y si no, vaya con Dios". Y también: "Tan taran tin tantarantán, unos vienen y otros van, las mañanas de San Juan…". Para avisar de un incendio se tocaba a rebato. Y en las noches crudas y oscuras se tañían cada rato para atraer al caminante, y así orientarle hacia un lugar habitado donde cobijarse. Otro toque fue el de perdidos: llamaba para reunir a los del pueblo y desperdigarlos en búsqueda de la persona desaparecida. Los toques diarios eran varios: Al alba o de oración al amanecer; el ángelus a las doce; y las oraciones al anochecer. Como el horario no estaba adelantado, sino que seguía la hora solar, el ángelus coincidía con el mediodía o "a comer", que decíamos los niños. Quizá fuera reminiscencia de las horas de oración de los monjes y del breviario de los curas, maitines, sexta y vísperas. Este toque del centro del día tenía su martingala, porque en el tiempo pascual se comenzaba con un pequeño repique de gloria. Otros litúrgicos Además, las campanas señalaban otros toques litúrgicos: La llamada a cade ceremonia de la Iglesia: misas, rosarios y novenas. Durante la Misa en la consagración, la campana sonaba tantas veces como la campanilla del monaguillo. En los domingos, sonaban con un tañido distinto según las festividades litúrgicas, en la época navideña se dada un repique desde el día de Navidad hasta Reyes. Y desde la Pascua de Resurrección hasta el domingo del Señor, se repicaba con los toques llamados de gloria. En Semana Santa, de jueves a sábado las campanas callaban. En el día de difuntos (2 de noviembre) las campanas lloraban con sus sonidos lastimeros durante tres horas a partir de las doce de la noche. La llamada a la misa de ese día era el toque de difuntos. Para comunicar a todo el pueblo la muerte de alguien se daban los toques de clamor que sonaban tres veces si eran para varón y dos solamente si para mujer. En los entierros las campanas lloraban con un clamor inacabado mientras duraba la procesión al cementerio con las tres paradas en que se rezaba un responso, durante las cuales las campanas perdían sus ecos en el silencio de las oraciones en latín. Además de las campanas existía un campanillo que avisaba cuando el sacerdote comenzaba la celebración, fuese misa, boda, bautizo o entierro. También se recorrían las calles del pueblo con un campanillo manual para avisar de una misa por los familiares difuntos. Y la campanilla, que indicaba las distintas partes de la misa, acompañaba al sacerdote en la visita a los enfermos, o abría camino a la cruz en procesiones y en entierros. Pero ahora quedémonos escuchando a la Santa Bárbara que en los repiques de gloria era el contrapunto de La voz del ángel, la pequeña, que cantaba más sonora, con más despunte, más alegre. Y cuando las bandeaban juntas, compaginaban su alegría, dejando que soltaran a su aire el chorro del tantarantán con el tontorontón, contagiando a la multitud que con los santos al hombro paseaban en procesión por las calles de Labros. LAS CAMPANAS HABLAN Campanas, campanillos y campanillas se fundían casi siempre en bronce, esa aleación de cobre y estaño a la que desde tiempos remotos se le creía con capacidad de locuacidad, de hablar de muchas maneras. En el siglo XII se decía que "es el único elemento inanimado dotado de voz". Quinientos años antes de Cristo, los discípulos de Pitágoras afirmaban que "el bronce resuena con todo el espíritu divino". Y Aristóteles (300 a. de C.) escribe "la resonancia producida al dar un golpe al bronce es la voz de uno de los diosecillos que están encerrados en él…". Siempre ha rodeado un algo misterioso a esa pieza hueca de metal, como un tronco de cono, abierta por la base más ancha, en la cual se producen vibraciones resonantes cuando la golpea otra pieza metálica, interior -el badajo-, o exterior -la maza-, a la que llamamos campana. Guardan un gran poder de convocatoria y de aviso, unas veces para ahuyentar tormentas, otras para dejar silencios de oración en los entierros; cada día para despertar de buena hora o marcar el mediodía cuando el rayo de sol empezaba a reflejarse en el borde de la campana. O, en ocasiones, para hacernos pensar en un mundo que el tañido ayuda a sugerirnos. Es el anuncio, y también la advertencia, de que ese sonido característico pertenece muchas veces al ámbito donde cabe el pecado y el misterio de la salvación, donde el hombre siente que se relaciona con Dios, o al menos con el más allá. Otras veces, más acá, la literatura, el cine, la pintura, la música.. han tenido a las campanas como protagonistas para acompañar las horas gozosas de muchos mortales. |