Periódico de la Asociación de Amigos de Labros
Verano 1999
|
EL CID TAMBIÉN PASÓ POR LABROS Pedro Martínez Quero En el 900 aniversario de la muerte de Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido por el Cid Campeador, se están promoviendo actos, exposiciones y publicaciones que recuerdan los caminos que recorrió el héroe de Burgos, sobre todo en su destierro a Valencia. Si importantes en su vida legendaria (de quien se dice que ganó batallas después de muerto) fueron lugares como Molina, Sigüenza o Calatayud, no lo fue menos el puesto indiscutible, ahora injustamente no recordado, que tuvo Labros en esas rutas. Todavía cerros, fuentes y parajes nuestros conservan el nombre del Cid, como todos sabemos y cualquiera puede comprobar ojeando un mapa. Resulta evidente que Don Rodrigo Díaz de Vivar tuvo que cruzar más de una vez nuestras tierras. Cuando desde el Campo de Taranç (por Luzón) se dirigió a combatir a los moros de Terrer, es más que presumible que pasara por Labros y bajara a tierras aragonesas por el barranco de Valderrodrigo. A su regreso, se dirigió a disfrutar de la hospitalidad de su amigo, "el arrayaz Abengalbón de Molina, al que regaló mucho y a sus hijas", según las crónicas. Parece que acampó cerca del Tejar, donde buscando agua su lugarteniente Pedro Bermúdez encontró un pozo de agua fresca, cristalina y de buen sabor. Este pozo, que en el siglo pasado transformaron en la fuente del Tejar, se llamó en su honor "Pozo Bermudo", como recogen documentos de nuestro ayuntamiento. Es previsible que a este enclave llegase previo paso por Jaraba y el antiguo poblado de Monchel. En otro de sus itinerarios se encontró con una fuerte resistencia por parte de los moros que ocupaban las alturas de la Cava (allí es todavía fácil ver recintos de antiguas murallas y el foso). El Cid se hizo fuerte en la Cabeza del Cid, bastante más alta. Los moros lo sitiaron, ocuparon la fuente de Los Cañuelos y estuvieron a punto de rendirlo por falta de agua. Es fábula sentada que, tras una oración llena de fe, Dios hizo que a una patada de su caballo Babieca surgiera un chorro de agua en lo alto del monte. Es la fuentecilla de la patá del caballo del Cid, con forma de herradura, que encontramos en una especie de hondonada en la cima de la Cabeza, que lleva el nombre del conquistador. A continuación, reanimados por el agua milagrosa, los hombres del Cid cayeron sobre los moros, haciendo una gran matanza en la zona que llamamos Las Sepulturas, los persiguieron hasta La Cava y destruyeron sus fortalezas. La leyenda dice también que el propio nombre de Labros tiene su origen en una frase del Cid: el pueblo de Canrostro, situado entre San Juan y el Cuadrejón, no quiso ayudar al Cid en su lucha y luego sufrió las consecuencias de su ira. Parece que Don Rodrigo, muy irritado, les dijo: "Si no os rendís, lábroos". Nuestros antepasados no se rindieron, el Cid destruyó y labró con sal las ruinas de Canrostro y sus habitantes trasladaron el pueblo a una zona más segura, la que hoy ocupa, con el nuevo nombre de Labros.
|