Se llama Ana y tiene cincuenta y dos años, en su infancia pudo
ir poco a la escuela, lo justo para hacer unas cuentas, escribir no sin
dificultades y leer un poco, cada día menos, y es que estas cosas,
si no se practican se anquilosan; ayer acabó de leer su primera
novela, ¡la primara novela de su vida!, y no lo ha leído sola,
otras diez mujeres la han acompañado en la andadura; diez mujeres
que, poco a poco han ido recuperando o descubriendo el gusto por la lectura.
Catalina casi ha cumplido los setenta, al menos eso dice ella aunque
tengo mis dudas; siempre ha contado cuentos: a sus hijos, a sus nietosÖtiene
una extraordinaria capacidad para inventar; ahora otros podrán leer
sus historias porque sabe escribir desde hace varios años y se ha
embarcado junto con otras compañeras, en la aventura de hacer un
cuadernillo colectivo que encierra memorias y leyendas muchas veces contadas.
Antonio es un chico joven, diecinueve años y una escolarización
llena de problemas; la escuela no era para él, le aburría,
quería dejarlo cuando tuviera la edad mínima y ponerse a
trabajar, y lo hizo; trabajó poco, con poco sueldo, pocas garantías
y muchas horasÖ el mercado laboral no da muchas alegrías y menos
a los que andan justos de formación; decidió sacarse el graduado
y lo consiguió, ahora está preparando las pruebas de formación
profesional; su madre es Ana y casi no se lo cree.
Paco es agricultor y vive de eso; de eso y de una casa de turismo rural
que gestiona su mujer, Lucía; todas las noches los dos se sientan
ante un ordenador y aprenden a llevar las cuentas de sus trabajos. El curso
de procesador de textos ya lo hicieron el año pasado; lo que más
les gustó fue colaborar en una revista sobre su rivera: el castillo,
las iglesias de todos los pueblos, los paisajes naturalesÖ En grupo hicieron
las fotos, escribieron los artículos o dibujaron los mapas de las
rutas, Lucía y Paco maquetaban con el ordenador. Reparten esa revista
a los turistas que se alojan en su casa y en otras casas de la comarca,
así pueden conocer la zona y preparar sus excursiones; también
hay ejemplares en todos los ayuntamientos.
María siempre había tenido inquietudes culturales, pero
en el puebloÖ ahora dinamiza una asociación de mujeres. Dolores
se sacó el graduado hace catorce años, hace trece se matriculó
en el curso de acceso a la Universidad para mayores de veinticinco, hace
tres acabó derecho en la U. N. E. D., mientras tanto, unas oposiciones
a Justicia aprobadas. Luisa hace teatro aficionado. Silvia y Juan festejan
y participan en un taller de naturaleza, están aprendiendo a conocer
las plantas y a valorar el medio. Jaime tiene treinta y dos años
y lo que se llama " necesidad educativas especiales", hay gente que las
atiende. Carmen enseña el museo local que montaron entre todosÖ
Ana, Catalina, Antonio, Paco y Lucía, María, Dolores,
Luisa, Silvia y Juan, Jaime y Carmen tienen distintas edades y ocupaciones;
viven en pueblos de Aragón, pequeños, envejecidos; económicas
o culturales que proporcionan las capitales de provincia, han participado
en las Personas Adultas ( E. P. A.) y eso les ha ayudado a ser lo que son
y a hacer lo que hacen. Quince años ya, desde el 84, llevan funcionando
los Planes Provinciales de E. P. A. en las tres provincias aragonesas;
y en ese periodo muchas Anas y muchos Antonios han pasado por las aulas.
Mucha gente, muchas expectativas cumplidas, pero también muchas
por cumplir y, sobre todo, muchas incertidumbres, siempre las mismas. ¿Seguirá
funcionando el año que viene? ¿Continuará el ayuntamiento
solicitando el convenio? ¿Tendremos la misma educadora o vendrá
otra? ¿Habrá más dinero, el mismo o nada?
Y es que, desde hace años la E. P. A. vive una situación
de provisionalidad: Los convenios entre Ayuntamientos, las Diputaciones
Provinciales y la Administración educativa se firman año
a año, ¡quince años pendientes de si sale el convenio!
Las contrataciones de los educadores y educadoras se hacen por curso escolar,
¡quince años pendientes de concurso que, a veces, no salen
en el pueblo donde el educador ha trabajado siempre! En E. P. A. trabajan
funcionarios de la administración educativa y profesorado contratado
por los ayuntamientos, el mismo trabajo, pero distintos sueldos y condiciones
laborales, ¡quince años esperando una mejora de la calidad
del trabajo; " si me sale algo mejor, me voy"!
Y cada año lo mismo, porque la E. P. A. rural aragonesa, además
de unos pocos centros públicos dotados de funcionarios, depende
de multitud de convenios entre municipios y administración educativa,
cuya firma resulta de la voluntad política del ayuntamiento, de
las perras disponibles en el pueblo, de las disponibles en la Diputación
y de las disponibles en los Presupuestos Generales ( hace años que
no se recibe dinero para equipamiento y, desde hace unos pocos, tampoco
para actividades). Porque el alumnado acaba un curso y no sabe cuándo
comenzará el siguiente, ni si lo comenzará; tampoco sabe
cuándo podrá estudiar secundaria obligatoria ( porque la
ESO de personas adultas sólo se estudia en la capital y no en los
pueblos pequeños). Porque educadores con experiencia y capacidad
profesional, que han trabajado con pocos medios, pocos apoyos y muchos
esfuerzos, se van buscando mejores condiciones laborales, cansados de esperarÖ
Las elecciones municipales se han producido, las nuevas Cortes y Gobierno
de Aragón, los nuevos Ayuntamientos y las nuevas Diputaciones Provinciales
tienen en su mano consolidar, de una vez, y después de quince años,
un plan aragonés de educación de las personas adultas enmarcado
en las nuevas competencias de nuestra Comunidad. Un plan plurianual (ya
basta de convenios parciales) que garantice la continuidad del programa;
que desarrolle la LOGSE para personas adultas impulsando las áreas
ocupacional, sociocultural y académica; que proporcione recursos
económicos y humanos suficientes; que estabilice y dé calidad
a los puestos de trabajo; que tenga un marco legal adecuado; que, en fin,
permita a cualquier aragonés o aragonesa habitante de cualquier
pueblo, acceder a la formación permanente en igualdad de oportunidades.
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