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Aurora Egido lee un poema
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DANIEL GASCÓN | Aurora Egido acaba de recibir el Premio Internacional Menéndez Pelayo y la Medalla Internacional de la UIMP. Miembro de la RAE y catedrática de Literatura de la Universidad de Zaragoza, Egido ha obtenido muchas distinciones académicas y es una referencia mundial en el estudio de la literatura del Siglo de Oro.
Algunos de sus trabajos más célebres giran en torno a Gracián: desde La rosa del silencio y Humanidades y dignidad del hombre en Baltasar Gracián a Bodas de arte e ingenio. Tiene una brillante introducción a El político don Fernando el Católico, un libro escrito en 1640, cuando se produjeron las rebeliones de Cataluña y Portugal, que defendía una idea de "político prudente, no astuto". "Aprobarlo todo suele ser ignorancia; reprobarlo todo, malicia", decía el autor de El Criticón en ese ensayo. "En la monarquía de España, donde las provincias son muchas, las naciones diferentes, las lenguas varias, las inclinaciones opuestas, los climas encontrados, así como es menester gran capacidad para conservar, así mucha unir", escribía Gracián, que elogiaba al rey por la capacidad y la prudencia, y por hacer "la guerra con pólvora sorda".
Egido ha escrito mucho también sobre Cervantes: tiene trabajos admirables sobre el episodio de la cueva de Montesinos, uno de los más extraños y sugerentes del Quijote, y reflexiones sobre la presencia de lenguas extranjeras en la obra del novelista. Uno de los textos suyos que prefiero es Santa Teresa contra los letrados, donde explica cómo Teresa de Ahumada escribió el 'Libro de la vida' ante las sospechas de heterodoxia, y analiza las estrategias retóricas -desde la crítica al propio estilo a la humildad femenina- que utilizaba para ganarse a sus confesores. Está accesible en la web del Cervantes.
Maestra de otros investigadores, como Antonio Pérez Lasheras o Almudena Vidorreta, las clases de Aurora Egido han sido importantes para muchos escritores y profesores. En el aula -literatura del siglo XVI y del XVII fueron las asignaturas que yo estudié con ella- relacionaba los textos con la evolución de la industria del libro, la disposición física y condiciones de producción de los teatros, corrientes filosóficas, teorías médicas y el mundo de la emblemática.
Al oírla -con gesto serio y un humor inesperado- podrías pensar en Nabokov, que decía aspirar a la pasión de la ciencia y la precisión del arte. Era lo que te enseñaba a leer un poema, y a veces también te ayudaba a mirar el mundo.
El Periódico de Aragón (5-9-2019)
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