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| Vera-Cruz
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Resulta difícil entender los crímenes de Constantino, quien mandó ejecutar a su hijo y a su esposa Fausta, con la tradición que asegura que tuvo la visión de la cruz en el día anterior a la batalla contra Magencio, en el puente Milvio, "In ocho signo vinces", lo que le valió a convertirse al cristianismo. Una vez ganada esta batalla, Constantino envió a Santa Elena, su madre, a Jerusalén para investigar los restos de la Cruz de Jesús. Santa Elena mandará derribar el templo de Venus sobre el Gólgota y allí encontrará tres cruces. La Cruz de Jesús la reconocerá por un milagro obrado a un moribundo. Santa Elena cortará una parte del madero que enviará a Roma, quedando una Cruz de brazos iguales que depositará en un templo circular que Santa Elena mandará construir allí mismo. Muchas son las reliquias de este Lignum Crucis que encontramos en Aragón. Fr. Roque Alberto Faci registra algunas de ellas en la segunda parte de su Aragón Reino de Cristo, de 1750. La reliquia conservada en el convento del Carmen de Zaragoza, engastada en una cruz de plata sobredorada, la regaló la reina María, esposa de Alfonso V. Al caer enfermo en Zaragoza el príncipe Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV, se hicieron rogativas a la Virgen del Pilar, se trasladó la Virgen de Cogullada a La Seo y se llevó hasta su lecho, en una solemne procesión con más de quince mil hachas y luces, esta reliquia de la Vera-Cruz, pero aquella misma tarde murió. Era octubre de 1646. Este convento dividió la reliquia para los conventos de Huesca, Calatayud, Sangüesa, Alcañiz y otros, en 1652.
La parroquia bilbilitana de San Andrés conservaba otra reliquia del Lignum Crucis, quizá traída de las Indias por un devoto, o quizá parte de la reliquia de Maluenda. El primero de enero de 1703 mosén Juan Antonio Mendoza, que se había recogido en el templo a causa de una gran tempestad, oyó por tres veces golpes en el sagrario, donde se veneraba esta reliquia. Mosén Juan Antonio la sacó de allí y cesó la tempestad. Otro tanto ocurrió con la reliquia de Maluenda. Se cuenta que unos castellanos fueron a Maluenda a comprar vino a Juan Pérez de la Figuera, que estaba casado con Jerónima Betrián, pero como no pudieron cubrir el alcance, los compradores dejaron en prenda un relicario, que fue depositado en un baúl del oratorio privado de esta familia. Durante una tempestad, la señora de la casa oyó unos golpes en el mismo baúl. Llamó a su marido y al abrirlo vieron que el relicario se movía. Lo sacaron de allí y colocado en la ventana cesó la tempestad. Esta reliquia, dispuesta en una cruz de plata, fue donada a la parroquia de las Santas Justa y Rufina. La reliquia de Caspe había sido donada por el Papa Clemente VII en 1394 y se conservaba en el convento que había fundado el Gran Maestre de la Orden de San Juan, Juan Fernández de Heredia, oriundo de Munébrega. En la catedral de Huesca se conservaban dos porciones, que habían sido regaladas por sus prelados. En Monforte, en tierras de Daroca, se conservaba otra reliquia, que había pertenecido a Agustín de Jesús, Arzobispo de Braga, Portugal, quien la cedió al jesuita P. Valeriano Frías del Castillo, quien la donó a su lugar. La reliquia del antiguo convento zaragozano de Santa Engracia, regalo del rey Fernando el Católico, se colocó en una cruz de plata dorada en 1570.
En Saviñán se conserva otra reliquia de este Lignum Crucis, en cruz de plata sobredorada que, como todas las demás, servía contra los rayos y el pedrisco. En la Consueta de 1600 se dice que el día de la Cruz de Mayo se iba en procesión a la ermita de San Blas, pasando antes por la ermita de San Roque, bendiciendo a la vuelta los términos desde la Cruceta. Entonces no se festejaba la Cruz de Septiembre, que actualmente también celebra la Cofradía de la Vera-Cruz con misa y procesión por el lugar. Los Estatutos más antiguos conservados datan de 1721, en que son corregidos por el vicario de San Pedro, mosén Juan Jerónimo Pariente y Villalba (1667-1743), quien firma en los libros parroquiales como regente desde 1694 y como vicario desde 1712. Su hermano mosén Francisco, nacido en 1678 y muerto en 1753, había enloquecido hacía muchos años. Sus otros hermanos murieron muy jóvenes. Jerónima a los 31 años, Miguel a los 29 años y Roque a los 32 años. Roque Pariente Villalba (1675-1707) casó en 1698 con Antonia del Mas, teniendo seis hijos, dos de ellos eclesiásticos, mosén Manuel, nacido en 1699, y mosén Pedro, nacido en 1704, que junto a su hermano Roque, nacido en 1701, fueron ejecutores del testamento de su tío, el vicario mosén Juan Jerónimo Pariente, que murió el 4 de marzo de 1743, a los 76 años. Se enterró al día siguiente en el carnerario de la capilla de la Virgen del Pilar. Antonia del Mas casará en 1714 con José Lafuente Gorrachategui.
Roque Pariente y del Mas, casó con Francisca Modrego, teniendo al menos trece hijos, entre ellos a mosén Roque (1733-1794) y a sor Teresa Pariente y Modrego, que ingresó en la Cofradía de la Vera-Cruz en 1730, año de su nacimiento.
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