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El chocolate de Ateca
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | De Ateca fue la manteca y el chocolate, aunque el primer chocolate elaborado en Europa fue hecho por los monjes cistercienses del Monasterio de Piedra, allá por 1534, siendo abad del monasterio fray Egido Adán. El invento gustó mucho al obispo de Tarazona, que pidió la receta para que se lo sirvieran en su palacio.
Las reinas francesas que llegaban a la corte española nunca se acostumbraron a desayunar chocolate, pues lo consideraban indigesto. La condesa D'Aulnoy relata en su libro Viaje por España, realizado en 1679, que en nuestro país era costumbre beber agua muy fría después de tomar chocolate. El agua se refrescaba con nieve, que según el parecer de la señora condesa, refrescaba más que hielo. En La Ilustración Española y Americana del 22 de mayo de 1891, se publicaba un anuncio no menos chocante. En él se recomendaba para el desayuno de las señoras un sucedáneo llamado Racahout de Delangrenier, de París, que reemplazaba al indigesto chocolate y al café con leche, cuyos efectos debilitantes eran considerados entonces nocivos, resultando además muy nutritivo para los anémicos. Pero según otro anuncio publicado en La Derecha de Zaragoza el 21 de marzo de 1892, la fábrica más grande del mundo de chocolate era la de Menier que vendía diariamente cincuenta mil kilos.
En la Guía de Zaragoza de 1860 se citan varias fábricas de chocolate en la capital. Las había movidas por agua, como la que se encontraba en el camino del Vado, en la confluencia de los ríos Ebro y Gállego, y otras por caballerías, como las que abrían sus puertas en las calles de Predicadores o de San Blas. Por aquel tiempo los chocolateros iban de puerta en puerta, cargados con sus piedras curvadas o metate y el rodillo de madera o rollo, junto con el mortero para machacar el cacao, que amasaban con el rodillo en el metate, a puro de brazos y de oficio. Después de amasado se añadían nueces o almendras y se extendía sobre unos moldes, marcando las porciones.
José María Hueso, propietario de la fábrica de chocolates La Fama de Aragón de Ateca, participó en la Exposición Aragonesa de 1868, que tuvo lugar en la glorieta de Pignatelli de Zaragoza, celebrada con el patrocinio de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, y en la Exposición Aragonesa de 1885, que tuvo lugar en el recinto del nuevo matadero de Zaragoza, que construyó el arquitecto municipal Ricardo Magdalena. Para las dos exposiciones regionales, José María Hueso redactó una memoria de 32 páginas que publicó en Zaragoza. En la de 1885, José María Hueso resultó premiado con medalla de primera. También Manuel Sanjuán, de Saviñán, recibió una mención honorífica por sus árboles frutales.
En las notas crítico-descriptivas de la Exposición de 1885, debidas a Castro y Motos y publicadas en 1886, se decía que José María Hueso poseía una gran fábrica de chocolate en Ateca, donde se elaboraban de varias clases. El propietario tenía a bien repartir una memoria acerca de la historia del chocolate, dando a conocer en ella el excelente sistema de elaboración que empleaba. También Francisco Hueso de Ateca presentó en esta exposición un aparato para rociar la vid, que estaba dispuesto en faja, con tres salidas para el líquido. Aquel año de 1885, año de una gran epidemia de cólera, apareció mucho mildiu en las viñas. También enviaron a la exposición aguas minerales del lugar de Olvés y de Serón, el conocido balneario de Jaraba.
En 1882, en el periódico democrático El Eco de Calatayud se anunciaba La Fama de Aragón, fábrica de chocolates superiores movida por agua, siendo su propietario José María Hueso, de Ateca, que entonces fabricaba tabletas de chocolate con canela y sin ella, con vainilla, homeopáticos y de encargo. En El Eco Bilbilitano de 1884 se anunciaba que el precio del chocolate que se elaboraba en la Fama de Aragón, oscilaba entre 3 y 10 reales la libra. Por 4 libras se bonificaba una y por 8 dos.
Para el tiempo de Navidades se vendían en Calatayud turrones de piñones, guirlache, capuchina, limón, canela, yemas, leche, damas, jijona e imperial de avellanas. Tampoco faltaban los mazapanes de Toledo, con anguilas, pescados y canastillos. En la confitería y cerería de la plaza Trinidad, 5, de Calatayud, se daba un billete a todo cliente que hiciera de gasto 4 reales, para la rifa de una caja de mazapán que representaba a Nuestra Señora de la Peña.
En un anuncio de 1884 se decía que en la misma casa de Hueso, además de chocolate, y a buenos precios, había surtido de tejidos de algodón, hilo, estambre y seda, géneros de paquetería, quincalla y otros artículos. En las inundaciones de 1895, la fábrica de Hueso resultó bastante dañada. En 1931 Ateca tenía dos fábricas de chocolate, la de Francisco Hueso y la de Guillermo Mingo. Hueso comercializaba entonces la marca Los Exploradores.
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