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Robo de perniles
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Alonso de Herrera, en su famoso libro de Agricultura General, editado en 1513 a expensas del cardenal Fr. Francisco Jiménez de Cisneros, con la intención de repartirlo entre los labradores del arzobispado de Toledo, decía que los puercos hacían honor a su nombre, pues eran "sucios, cenagosos, y de mucho vicio, revuelcánse en las suciedades, y nunca miran al cielo. Siempre atentos al comer, y dormir". Para su engorde Herrera aconsejaba "algunas puchadas, o de salvado, o de harina de centeno, o centeno cocido, o de harina de habas, que con ellas engordan mucho, o habas cocidas, o cualquier cosa". Copiaba a Plinio que consideraba que las bellotas de haya hacían "la carne del puerco muy ligera y de poco peso, tierna, cochera, y algo mollicia, y de buena digestión. La bellota de encina hace la carne tiesa, y pesada: el puerco lucio, no tan ancho, y de buen sabor. Las de roble y alcornoque hacen los puercos anchos, de grande peso: pero la carne de mal sabor". Con toda la razón del mundo Herrera decía, y decía bien, que no debíamos imitar las obras de los puercos, aunque sí debíamos aprovechar su carne, pues no había otra "así fresca, como cecinada, que tanto abunde, y hincha la casa, y que tanta hartura, ni mantenimiento dé a la persona". Y aún añadía que el cerdo aun "poco cunde mucho, da gracia a todos los guisados, y no hay buena olla sin ello".
El prior del Santo Sepulcro de Calatayud Miguel Monterde, aseguraba en su Ensayo de 1788 que por aquel entonces los cerdos se criaban con bellotas en los montes de Aranda, Berdejo, Torrijo, Sisamón, Cetina, Cimballa y Tobed. Y añadía que Illueca era entonces famosa por su fábrica de paños y por los perniles de los cerdos.
En el Archivo de la familia Gracián de Saviñán se conserva un protocolo notarial, debido al escribano Domingo Carnicer, que recoge el robo de dos perniles, que tuvo lugar entre las once y las doce de la noche del día 29 de abril de 1697. Según se decía, Roque Lafuente, labrador y vecino de la Señoría de Saviñán, había entrado con poco temor de Dios a casa de Roque Aznar, labrador y vecino de la Señoría, llevándose dos perniles de tocino, de ocho libras de peso cada uno. Para aclarar este hecho, Miguel Pariente y Miguel de Afuera, procuradores anuales del lugar de Saviñán y de su Señoría, respectivamente, llamaron a declarar ante notario a varias personas y al dueño de los perniles.
El dueño de los perniles, Roque Aznar, declaró ante los procuradores que conocía bien a Roque Lafuente, de vista, trato y plática, y que estando en la cama el día 29 de abril, oyó caer unas trancas de la puerta de la calle de su casa, entre las once y las doce de la noche. Roque Aznar se levantó de la cama y por una ventana reconoció a Roque Lafuente, en el momento de salir de su casa, llevando la capa sin rebozar y como embarazado de algún peso. Con la debida prudencia y sin ser notado, siguió al presunto ladrón hasta su casa. Pero cuando regresó a la suya se dio cuenta que le faltaban dos perniles de tocino de unas ocho libras de peso. Roque Aznar avisó a los jurados para que fueran a reconocer la casa de Roque Lafuente y allí hallaron unos perniles, que Roque Aznar reconoció como suyos.
Como testigo acudió a declarar Roque Barbero, labrador y vecino de la Señoría, que dijo que no había visto que Roque Lafuente se llevara de casa de Roque Aznar los perniles, pero que lo había oído en el pueblo. Juan Melús, labrador y vecino de la Señoría, declaró también que nada había visto, pero que en el pueblo se decía que Roque Lafuente había amenazado de muerte a Roque Aznar, pues éste lo había reconocido la noche del hurto y para asegurarse, lo había seguido hasta su casa. Jusepe Gumiel, vecino de Saviñán, dijo que no había visto que Roque Lafuente hubiera hurtado los dos perniles, pero se decía en el pueblo que se los había llevado de casa de Roque Aznar, en la calleja del Hospital, aunque también se comentaba que ya los había devuelto. Lo mismo contestó Jusepe Gumiel Lucate, mancebo y labrador de Saviñán. Y aún añadió que estando en la esquinilla llamada de Vicen, en compañía de Pedro Rebollar y Jusepe Calvo, mancebos y habitantes de Saviñán, se había enterado de la devolución de los perniles. Hecho que confirmaron Pedro Rebollar y Jusepe Calvo.
En el Libro de los guisados de Ruperto de Nola, cocinero del rey Hernando de Nápoles, editado por vez primera en 1477, aunque luego hubo otras ediciones, se copiaban algunos consejos debidos a San Bernardo. Uno de ellos decía así: "Si fueses visitado de truhanes, avísote que éstos son intercesores y medianeros, para casarte con una señora que se llama pobreza; cuyos hijos son, necesidad y abatimiento; no des audiencia a sus palabras que te cegarán por tal manera, que la medicina con que has de sanar, es peor que la dolencia; prudente serías si les pagases el salario en la moneda de su servicio". Además de estos pícaros los había también de cocina, sinónimo de pinche, aprendiz o galopín. Estos pícaros de cocina acudían a las cocinas de los reyes y grandes señores, recibiendo por su trabajo el sustento o las mismas sobras de las comidas.
En el fogaje de 1495 encontramos a los Aznar asentados en Miedes, Torralba, Cervera y Aniñón, entre otros lugares. Los Aznar de Saviñán se asentaron en la Señoría, por tanto eran parroquianos de san Miguel. Recordemos que el Libro segundo (1618-1708) de esta parroquia no se encuentra en el Archivo Parroquial y se da por perdido. En el Libro tercero de san Miguel (1709-1833) aparece el bautizo en 1709 de Josefa Aznar Alba, hija de Roque Aznar y de Antonia Alba. Quizá fuera este Roque Aznar a quien le robaron los perniles. Antes de 1709 fueron padres de al menos cinco hijos más. Uno de ellos, llamado Roque Aznar Alba (h.1697-1777) casó en la parroquia de san Pedro de Saviñán y en 1733 con Lucía Asensio Las Aguas. Su hijo Miguel Aznar Asensio (1738-1818) casó en san Pedro de Saviñán con María Verón Serrano en 1760. Su hijo Miguel Aznar Verón (1762-1832) casó en san Miguel de la Señoría y en 1784 con María Lafuente Lacruz. Su hijo Juan-Miguel Aznar Lafuente (1784-1868) casó con María García Sánchez, de Ricla. Su hijo Isidro Aznar García (1816-1872) casó en primeras nupcias y en 1843 con Teresa Morlanes Calvo, y en segundas con María-Hilaria Trasobares Lafuente en 1858. De su primer matrimonio nacieron Benito Aznar Morlanes (1845-1897) y Babil Aznar Morlanes (1852-1929).
Benito Aznar Morlanes casó en 1868 con Josefa Verón Delgado, siendo padres de Tadea-Tomasa, 1870, Benito-Pedro, 1872, Leonardo, 1874, Vicente, 1876, siendo madrina de bautismo su abuela Vicenta Delgado, Juan (1879-1958), María del Carmen, 1882, que murió al poco de nacer, y Maximino, 1884.
Vicente Aznar Verón casó el 19 de enero de 1912 y en la parroquia de Santiago de Almería, con María Jurado Plaza, hija de José y de María, siendo padrinos Antonio García e Indalecio Cassinello. Vicente se dedicó en Almería a los riegos y se comprometió a poner el agua del río Jalón en el mismo Portijuelo, para poder regar el extenso y codiciado olivar de Trasmón, pero el proyecto no se llevó a cabo. Este viejo proyecto fue retomado en 1976 por el Grupo sindical san Roque, pero entonces tampoco se llevó a buen término.
Juan Aznar Verón (1879-1958), "Juanilla", casó en 1901 con Francisca Campillo Nonay. El 12 de junio de 1946 casó en segundas nupcias y en Ibdes con Pascuala Vergara Pasamón, hija de Víctor y de Bárbara, siendo padres de dos hijas.
En 1911, Juan Aznar vivía en la calle Laureles. En el padrón parroquial de 1917 ya aparece viviendo en la calle Mayor nº 48, con Francisca Campillo, su hermano Maximino Aznar Verón y la sirvienta Sofía Bueno.
Babil Aznar Morlanes, que fue pastor de la casa Pujadas, casó en 1878 con Eduvigis Lahuerta Franco (1855-1909), siendo padres de Joaquín Aznar Lahuerta (1879-1954), que casó en 1903 con Carmen Tobajas Moreno (1879-1949), Presentación Aznar Lahuerta (1890-1967), que casó en 1913 con Joaquín Gumiel Villalba (1889-1959), Felisa Aznar Lahuerta (1893-1981), que casó en 1919 con Marcelino Tobajas Moreno (1892-1975), y Leonor Aznar Lahuerta (1895-1971), que casó en 1921 con Blas-Antonio Valpuesta Lacruz (1892-1960). Los descendientes de los Aznar de la Señoría todavía viven en Saviñán.
En Saviñán aparecen otros Aznar que eran infanzones. En 1696 era vecino de Pozuelo Miguel Aznar, infanzón. Su nieto José Aznar mandó al Ayuntamiento de Oseja que lo colocaran en la clase de hidalgos. En 1806 el fiscal de Zaragoza mandó enpadronar como infanzón en Saviñán a Juan-Francisco Aznar Abad, bisnieto de Miguel Aznar, que obtuvo la firma como titular de la infanzonía el 29 de octubre de 1696.
Bibliografía
Archivo de la familia Gracián de Saviñán.
Archivo Histórico Provincial de Zaragoza. Francisco Aznar, Saviñán, 1806. Ejecutorias de Infanzonías, 385/A-11.
Archivo Parroquial de Saviñán.
Alonso de HERRERA: Agricultura General, 1513, reedición del Ministerio de Agricultura y Pesca, Madrid, 1981.
Miguel MONTERDE Y LÓPEZ DE ANSÓ: Ensayo para la descripción geográfica, física y civil del corregimiento de Calatayud, 1788, Centro de Estudios Bilbilitanos, Calatayud, 1999.
Ruperto de NOLA: Libro de guisados, 1477, reedición La Val de Onsera, Huesca, 1994.
Antonio SERRANO MONTALVO: La población de Aragón según el fogaje de 1495, I y II, Institución Fernando el Católico y otros, Zaragoza, 1995 y 1997.
De Cosas de mi pueblo, 2007
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