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Faustino Sancho y Gil y el colegio de Valldemía

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Faustino Sancho y Gil nació en Morés (Zaragoza) el 10 de febrero de 1850, siendo bautizado el mismo día. Estudió primeras letras en la escuela del pueblo, que regía Manuel Arévalo Asensio. A los 10 años pretendió el ingreso en el Colegio de Valldemía de Mataró, para lo cual debió realizar un examen de prueba en la Universidad de Barcelona, quedando el tribunal impresionado por su conocimiento y elocuencia.

El Colegio

El Colegio de Valldemía se encontraba junto a la ciudad de Mataró, a 28 kilómetros de Barcelona, y situado en el campo. Había sido fundado en 1855, bajo el patronato de Ntra. Sra. de la Luz, por Hermenegildo Coll de Valldemía, Pelegrín Ferrer y Ramón Cuspinera, según modelos de Francia, Inglaterra, Bélgica, Alemania y Estados Unidos.

El colegio ocupaba 23.144 metros cuadrados. La planta del edificio-academia ocupaba 1.544, la casa directorial, biblioteca y museo 916, la casa del labrador, cochería y cuadra 3.320, la plataforma 990, el parque 10.951, el naranjal 3.303 y el bosque 2.120. La finca del colegio se dividía en huerta, jardín y parque. En la huerta se encontraba la casa de labranza con varias dependencias, lavadero, almacenes y caballerizas. Calles con árboles dividían el terreno del parque en ocho cuadros o plazas, que albergaban el jardín botánico, el gimnasio, el picadero y varias clases de juegos. Desde el parque y por una escalinata se subía hasta una vasta plataforma, cercada con una balaustrada. En ella se encontraban los edificios principales, la academia, un gran rectángulo de 80 por 25 metros, y la casa del director. Un pórtico precedía al piso bajo, a cada lado del cuerpo central, para resguardo del sol y de la lluvia. La planta baja albergaba la secretaría y la biblioteca a un lado, y al otro los comedores con mesas de mármol blanco, con vistas al jardín. Llamaban la atención la capilla, los holgados salones de estudio, con mesa y asiento para cada alumno, y las magníficas colecciones de mapas, las galerías de dibujo y pintura, la sala de catedráticos, el gabinete de música, el museo de Historia Natural, el teatro y los departamentos de lavatorio y baños. Los dormitorios se encontraban en el piso superior, con la enfermería, divididos en alcobas, separadas por cortinajes y alumbradas con gas.

El personal del colegio era el siguiente: un director general, un director espiritual, un director literario, tres inspectores, un secretario, diez profesores de facultad mayor, tres profesores de lenguas vivas, tres profesores de bellas artes, dos profesores de instrucción primaria, un profesor de gimnasia, un profesor de equitación, tres prefectos, un conserje, un médico alópata, un médico homeópata, un practicante cirujano, dos porteros, un sereno, tres camareros y seis criados. El padre espiritual, catedrático de religión, estaba encargado en lo que se refería al fuero interno de los alumnos.

Los alumnos se confesaban y comulgaban cada mes y antes de las tres salidas que se concedían para Navidad, Semana Santa y para las vacaciones de verano, comprendidas entre el 20 de julio y el 31 de agosto. Antes de las tres preceptivas salidas los alumnos, acompañados del director del colegio, visitaban a los pobres del hospital de la ciudad y a los presos de la cárcel del partido, donde dejaban limosnas y consuelo.

Las enseñanzas que se impartían eran: primaria, elemental y superior; segunda enseñanza con efectos académicos, lenguas vivas y muertas, música, dibujo y pintura, equitación, gimnasia, estudios de comercio y de agricultura, y preparación para carreras especiales civiles y militares.

Desde 1855, año de la fundación del colegio, hasta 1879, de un total de 3.760 calificaciones, 839 lo eran de sobresalientes, 806 de notables, 699 de buenos, 178 de medianos, 1.230 de aprobados y 8 de suspensos. En los ejercicios de oposición verificados en el Instituto de Segunda Enseñanza de Barcelona hasta 1879, los alumnos del Colegio de Valldemía habían obtenido premios en Historia Universal y de España en 1875, en Física y Química, Historia Universal y de España en 1876, en Latín, Historia de España, Aritmética y Álgebra en 1877, y en segundo curso de Latín, Historia de España, Retórica y Poética, e Historia Universal en 1878.

En el Boletín del colegio de Valldemía correspondiente al 1 de agosto de 1880, que conmemoraba los 25 años de su fundación, se señalaba que los premios obtenidos hasta entonces por los alumnos del colegio eran 21 y 14 las menciones honoríficas. Hasta entonces por el colegio habían pasado un millar de alumnos, de muy distinta procedencia. De la Península eran 620, 24 de Baleares, 14 de Canarias, 228 de Cuba y Puerto Rico, 4 de Francia, 1 de Holanda, 2 de Inglaterra, 3 de Suecia, 2 de Italia, 1 de Rusia, 2 de Argel, 11 de Montevideo, 13 de Filipinas, 1 de Egipto, 3 de Estados Unidos, 10 de Méjico, 5 de Guatemala, 4 de Colombia, 6 de Venezuela, 2 de Ecuador, 3 de Perú, 1 de Chile, 7 de Brasil y 11 de Buenos Aires.

Por sus Estatutos, Reglamentos, libros, tareas escolares y por la organización de la enseñanza, el Colegio de Valldemía había sido distinguido con la Medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1878.

En el Colegio de Valldemía se admitían alumnos de 7 a 14 años, siendo la pensión igual para todos, 20 duros al mes, satisfechos por trimestres adelantados. Cuando se trataba de dos o más hermanos, se rebajaban dos duros a cada uno. El alumno tenía derecho a dedicarse a la instrucción científica, literaria, física y social. Esta pensión cubría todos los gastos, a excepción de libros, vestidos y las eventuales retribuciones al médico, boticario y dentista.

Durante las vacaciones de verano, la pensión se reducía a la mitad. El colegio facilitaba escritorio, papel, pluma, tinta, silla, palangana, vaso de mesa y vaso de noche, pagando a la vez 120 reales. Nada se pagaba por las clases de idiomas, artísticas o de adorno, ni por el lavado, planchado y cuidado de la ropa.

Según las estaciones, los alumnos se levantaban de cinco a cinco y media de la mañana, a excepción de los alumnos más pequeños, que lo hacían media hora o una hora después. Se aseaban, se pasaba la revista de inspección y rezaban en coro. Después cada sección pasaba al estudio hasta las seis y media, en que oían misa en la capilla, desayunando a continuación. De siete a nueve y media asistían a clase, siguiendo media hora de recreo en el parque, con gimnasia, juegos y equitación. De diez a doce alternaban las clases y el estudio. A mediodía rezaban el Ángelus y cantaban a coro a la Santísima Madre de Dios.

La comida constaba de cuatro platos y postre. Los alumnos descansaban hasta la una y cuarto, en tanto que una comisión de cada una de las secciones, en la que se turnaban todos los alumnos, iban a saludar al director, que les instruía en la práctica de las reglas de buena sociedad. Hasta las dos lo ocupaban en clases de adorno, que no exigían esfuerzo mental. Hasta las ocho menos cuarto lo invertían en clases y estudio, alternativamente, a excepción de una hora (tiempo que aumentaba en algunas épocas del año) de recreo y ejercicios corporales, y quince minutos para la merienda. Luego rezaban el rosario y cenaban, acostándose a las nueve. Los alumnos más pequeños tenían una hora más de recreo. Semanalmente, un tribunal juzgaba públicamente a todos los alumnos, otorgándoles las notas correspondientes de mérito o demérito. Todos los domingos y festividades más notables del año, se organizaban conciertos y academias públicas.

El Boletín

El Boletín del Colegio de Valldemía se publicaba cuatro veces al año: a principio del año escolar, por Navidad, por Pascua de Resurrección y al final de curso. Por el Boletín del 1 de octubre de 1874, sabemos que Faustino Sancho había regresado al Colegio de Valldemía el 15 de marzo de aquel mismo año, tras nueve años de ausencia. En este Boletín se publicaba una carta que Faustino Sancho dirigía al vice-director del colegio, Terencio Thos y Codina, que le había pedido una colaboración, durante su visita al centro. Sancho y Gil confesaba en ella que al abrir la verja del jardín y volver a contemplar los naranjos y la calle de plátanos, y recordar algunos compañeros y amigos ya desaparecidos, le embargó una profunda emoción. Al lado de la escalinata, Faustino Sancho encontró el árbol que plantara un amigo ya desaparecido una tarde de tristes sentimientos. Transcurrido el tiempo, este árbol señalaba la última hora de su infancia. Al pie de la escalinata le esperaban Pelegrín Ferrer y Ramón Cuspinera, y en su compañía Faustino Sancho visitó al director. Después de una pequeña charla, recorrieron el colegio, las alcobas, el salón de estudios, la capilla, el teatro y las aulas, que trajeron a la memoria del viejo alumno el nombre de sus maestros de entonces, los Sres. Masiá y Galí, Proubasta y Franquesa, Ramentol y Serrano, Casanovas, Valls y Obradors, algunos de ellos ya fallecidos. Faustino Sancho contempló de nuevo los montes cercanos, escenario de sus primeras correrías con sus amigos, donde alguna vez oró en los santuarios, rodeados de pinos y cipreses, escuchó los romances de los romeros de Montserrat y leyó la Jerusalén libertada.

En esta ocasión Faustino Sancho asistió a una academia, presidida por el director. Algunos alumnos interpretaron al piano algunas piezas, otros leyeron poesías en francés, otros traducciones de autores latinos, otros versos de poetas españoles y otros, desde la tribuna, dieron buena cuenta de sus dotes para la oratoria. La academia de aquel domingo fue dedicada a Faustino Sancho, que agradeció este honor, y a continuación Hermenegildo Coll de Valldemía, pronunció un memorable discurso.

Faustino Sancho consideraba que estas academias dominicales eran beneficiosas para los alumnos, pues así podrían gozar de una buena educación, ya que las letras y las artes auxiliaban a la educación religiosa. Apuntaba que por aquellas fechas cundía el individualismo. "En medio del prosaísmo que nos rodea, del vergonzoso abatimiento en que se vive, de la falta de heroísmo humano que observamos, es necesario educar la imaginación, despertar el sentimiento de lo bello, formar la inteligencia, para que el hombre, según diría el ilustre orador que preside esas conferencias, no se doble como un junco en la corriente del realismo torpe y grosero. Es necesario corregir lo imperfecto de la terrena realidad, es necesario dar un ideal a la vida, es necesario hacer sentir al espíritu humano una suprema aspiración, un amoroso impulso hacia la Belleza Infinita y esto indudablemente se consigue esparciéndose en los dorados horizontes que embellece el arte con sus inenarrables misterios, pues la duda y la indiferencia se combaten también, entre otros medios, por singular manera, estudiando la belleza y produciéndola, amando sinceramente lo bello, celeste resplandor de lo bueno y lo verdadero".

Faustino Sancho aplaudía estas academias del colegio, al que llamaba pequeña Sorbona, por la variedad de materias allí tratadas, porque "Rigen una juventud moral e ilustrada, amante de lo bello, artista del corazón pues tiene gusto, sentimiento, estro". Estas academias las dirigía el P. Valldemía, que añadía a su experiencia y saber, unas costumbres intachables. "Esa escuela de enseñanza es un modelo porque en ella reina la severa y perfecta disciplina de que nos habla Quintiliano".

Faustino Sancho firmaba esta carta, que vio la luz en el citado Boletín de 1 de octubre de 1874, en Barcelona el 24 de agosto de aquel mismo año. En el archivo familiar se guarda este Boletín, en el que se apunta de puño y letra la razón de algunos párrafos tachados. "Las pruebas de este escrito no las corregí, por haberme trasladado a Madrid. Quien quedó encargado de corregirlas, adicionó los párrafos indicados con una cruz, los cuales rechazo por no pertenecerme y por no estar conforme con las ideas que expresan. Madrid. Noviembre 1874".

Estudiante

En un cuaderno escolar de Faustino Sancho, que lleva el número 80 del Colegio de Valldemía, que fue comprado, según puede leerse, el 23 de abril de 1862 en la tienda de los Andaluces de Barcelona, vienen descritos los programas de Historia Sagrada y de Geografía, correspondientes al curso 1861-1862, además de algunas notas de exámenes y los escudos ganados por Faustino Sancho en las distintas disciplinas.

En el curso 1860-1861 estudió primero de Latín, Geografía y Lengua Francesa, con Sobresaliente en todas. En el curso 1861-1862 estudió segundo curso de Latín, Principios de Aritmética y Doctrina, todas con Sobresaliente. En el curso 1862-1863 estudió Principios de Geometría, primer curso de Griego, primero de Matemáticas e Historia General, todas con Sobresaliente. En el curso 1863-1864 estudio Retórica y Poética, segundo curso de Griego y segundo de Matemáticas, todas con Sobresaliente. En el curso 1864-1865 Psicología, Lógica, Filosofía moral, Física y Química e Historia natural, con sobresaliente en todas.

Faustino Sancho se graduó Bachiller en Artes, con la calificación de Sobresaliente, en el Instituto de Barcelona en junio de 1865, mereciendo los halagos del humanista José Coll y Vehí, profesor de Retórica de aquel centro. En 1865 marchará a Madrid, en cuya Universidad estudiará, obteniendo la licenciatura en Derecho y el doctorado en Filosofía y Letras.

Correspondencia

A pesar de la distancia, Faustino Sancho seguirá manteniendo con sus antiguos profesores del Colegio de Valldemía una estrecha relación epistolar. En una carta firmada por Hermenegildo Coll de Valldemía el 8 de julio de 1865, el director del colegio seguía manteniendo su plena confianza en el alumno aventajado, que iba a matricularse en la Universidad Central de Madrid. "Por lo mismo que tú te lo has merecido tanto, deseo que lo conserves, y no dudo, que en lo restante de la carrera, dando de mano a todos los obstáculos, seguirás la misma senda de virtud y honor que tan brillantemente has recorrido hasta aquí. Espero en Dios que siempre será verdad que podamos citarle como modelo".

Faustino Sancho y Gil ingresó en la Academia Matritense de Legislación y Jurisprudencia en 1870, en cuyo salón de la calle de la Montera ofreció brillantes discursos. Entre 1871 y 1872 fue pasante del despacho del abogado Estanislao Figueras (1819 - 1882), que tras la proclamación de la Primera república española el 11 de febrero de 1873, será elegido el 12 de febrero jefe del poder ejecutivo, que comportaba la jefatura del estado y del gobierno. La noche del 10 de junio Figueras dejó su cargo y huyó a Francia, siendo sustituido por Pi y Margall, que presidió el gobierno desde el 11 de junio.

Con apenas 21 años, ocupó por algún tiempo la cátedra de Historia Universal de Fernando de Castro (1814-1874), siendo jurado de exámenes en la Universidad Central1. El 6 de marzo de 1873 fue nombrado por Pi y Margall (1824-1901), entonces ministro de Gobernación, secretario del Gobierno Civil de Palencia, con un sueldo anual de 4.000 pesetas.

Con fecha del 24 de marzo de 1873, el P. Coll de Valldemía contestaba al ofrecimiento de su antiguo alumno, como secretario del Gobierno Civil de Palencia. "En sus pocas líneas hay un afecto y una idea. El afecto, bastante conocido por mí, el de la gratitud honra siempre tu buen corazón, y me es sumamente grato; no así la idea, por lo mucho que te quiero, de haber entrado, según significa una Secretaría, en el laberinto de la política. No ignoras que el padre de la incredulidad moderna, Voltaire decía que la política es la caja de Pandora, de donde, conforme a la fábula, salieron todos los males; cuya imagen, miedos aparte, que no dejan de ser angustiosos, es bastante para retraer a corazones, como el tuyo, creo, inaccesible a muchas exigencias de aquella.

Reciba, amigo mío, con el agrado que te es propio esta reflexión de quien te quiere y de quien celebraría mas bien que la patria te buscase, no que tú buscases la política.

En ésta no ocurre más novedad que la de toda España, temores con preferencia a esperanzas".

En la madrugada del 3 de enero de 1874 el general Pavía y Rodríguez de Alburquerque disuelve las Cortes con un golpe de Estado, poniendo fin a la República federal. La Segunda Regencia del general Serrano Domínguez acabaría en diciembre, con el levantamiento de Martínez Campos y la proclamación en Sagunto de en Alfonso XII.

En otra carta fechada en el Colegio de Valldemía el 4 de junio de 1874, el P. Coll agradecía la visita de Faustino Sancho, aunque no había podido recibirle, respondiendo a los halagos del antiguo alumno: "¡Qué quieres que enseñe a la ciudad del Manzanares un provinciano viejo, que del V. Juan de Ávila no tiene chispa de su fuego, la virtud, ni de Argensola, pizca de su encanto, la pureza de su lenguaje!

Doy, no obstante, todo el valor a tu consejo, que siquiera joven, tiene la brillantez anticipada de la experiencia".

El 13 de septiembre de 1874, el P. Coll de Valldemía escribía de nuevo a Faustino Sancho, excusándose por no haber podido saludarlo en la última visita de éste, por estar de vacaciones en Bañolas. "Necesitamos tanto, este oreo de un mes y más, si se puede, después de un año de cuidados, tareas y sinsabores, que por lo mismo que es una especie de medicina para todos, lo apuramos como hace el niño con una fruta que le gusta".

Doctor y opositor

Catorce meses después de haber dejado Castelar de ser presidente de la República (lo fue del 7-9-1873 a 23-1-1874), dimite de la cátedra de Historia de España de la Universidad Central el 19 de marzo de 1875, tras el Decreto y Circular del ministro de Fomento, Manuel Orovio, el 26 de febrero de 1875. Diez años antes, siendo Orovio ministro, Castelar fue separado de su cátedra a raíz del expediente que se le incoó al publicar un artículo titulado "El Rasgo" en La Democracia, el 25 de febrero de 1865. Una vez aceptada la renuncia el mismo 19 de marzo de 1875, se anunció la plaza a oposición el 31 de julio de ese mismo año. Según la Real Orden de 21 de abril de 1875, aparecida en la Gaceta de Madrid, se daba un plazo de tres meses para presentar las instancias, hasta el 31 de julio. El 3 de septiembre de 1875, la Dirección General de Instrucción Pública remitió al Presidente del Tribunal, según señalaba el artículo 9 del Reglamento del 2 de abril, "las instancias y trabajos de los opositores presentados". Fueron doce y entre ellos se encontraban Sancho y Gil y Joaquín Costa. El 16 de octubre no se presentaron a la sesión inaugural cuatro opositores, quedando ocho. El Reglamento convenía que la oposición constaría de tres ejercicios, que se celebrarían el 10, el 15 y el 25 de noviembre. El Tribunal, presidido por José Amador de los Ríos, lo componían: Eduardo Saavedra y Moragas, Francisco Coello de Portugal y Quesada, Cayetano Rosell y López, Pedro Madrazo y Kunzt, Manuel Góngora y Martínez y Joaquín Rubio y Ors. En votaciones secretas e individuales, el 27 de noviembre propusieron al ministro de Fomento una terna compuesta por: Manuel Pedrayo y Valencia, catedrático del Instituto de Pontevedra, Faustino Sancho y Gil y Joaquín Costa, que renunció un día más tarde a este puesto.

El 23 de junio de 1875 Sancho y Gil se presenta al ejercicio de Doctorado en Filosofía y Letras, eligiendo entre los tres números que había sacado en suerte el tema: "Ercilla, su vida, su genio, su Araucana", obteniendo la calificación de Sobresaliente. El Tribunal estaba compuesto por Alfredo A. Camus, Francisco Fernández y González, Manuel María del Valle y Miguel Morayta2.

El 10 de febrero de 1876 La Correspondencia de España. Diario noticiero de Madrid (1870-1882 y 1884-1889), señalaba que aquel mismo día tendría lugar el nombramiento de profesor de Historia crítica de España de la Universidad de Madrid, vacante por la dimisión de Castelar. Aquel día Faustino Sancho cumplía los 26 años. Al día siguiente, 11 de febrero, El Imparcial de Madrid traía la noticia del nombramiento de Faustino Sancho y Gil como catedrático de Historia de España de la Universidad de Madrid.

En carta del 15 de febrero, el P. Coll de Valldemía felicitaba a Faustino Sancho por su reciente nombramiento: "el telegrama, que anunció a esta tu casa el triunfo merecido por ti en la Universidad Central, ocupando la cátedra de Historia, difundió el júbilo a todos, hasta a los alumnos, cuya mayor parte te recordaban con admiración por eso que les dijiste en aquella Academia memorable. Todo ese contento de alumnos y profesores reúno yo y D. Pelegrín para felicitarte, deseando que la cátedra, ganada con tanto brillo, sea el peldaño para subir a mayor gloria.

Lo que tememos es que tal vez el estado de tu organismo no te permita sostener esa carga, y que llevado de tu natural pundonor no te sacrifiques al deber.

Sentiríamos que te malograses en semejante empeño, cuando, a no aguijonearte la gloria, puedas holgadamente prescindir de tan arduas tareas.

Durante el tiempo sin embargo que Dios te conceda desempeñar la cátedra, te suplico te libres y preserves del aire de sofisma, que parece sopla por ahí, para que jamás tus discípulos hayan de ser tus acusadores en el tribunal eterno, en el que como no ignoras, el código es el Evangelio, no la filosofía de Krausse".

Los programas y métodos defendidos por Costa y Sancho y Gil3 estaban claramente alineados con la doctrina krausista, que no pasaba por buenos momentos, pues con la instauración de la monarquía por la fuerza y el nombramiento de Manuel Orovio como ministro de Fomento, varios catedráticos krausistas y republicanos fueron expedientados. En junio de 1875 Costa, en solidaridad con este grupo de profesores expedientados, dimitió de su puesto de auxiliar supernumerario de la Facultad de Derecho de Madrid, en la que apenas llevaba nueve meses. Sancho y Gil y Costa también eran republicanos.

Sea como fuere la cátedra fue a parar a manos de Manuel Pedrayo. En otra carta fechada el 14 de marzo de 1876, el P. Coll de Valldemía escribía a Faustino Sancho, incomodado por esta mala pasada que le habían jugado con la cátedra: "¿Para qué necesitas tú bregas en ese mar de pasiones indignas, cuando te basta tu situación y tu saber? Conoces ese mar y quisiera que lo evitaras para tu salud y bienestar.

Así no te han quitado nada en el concepto de cuantos te conocen, y como creo que no hay mal que para bien no venga, presumo que en el fondo de esta treta hay un gran beneficio para ti, aunque el amor propio herido te cueste reconocerlo".

Nada sabíamos de este lance, cuando el Sr. Ramentol, después de haber conversado con Emerenciano Roig, vino a visitarnos y nos habló de esa inconsecuencia que nos dejó tontos, porque, si bien estamos en un país tan gangrenado, no creíamos se llegara a tal extremo.

Figúrate si todos los de esta tu casa han tomado interés. Todos tienen un desdén para tus inconsecuentes y un voto eficaz para ti; agregando nosotros un cariño que aumenta con los años y del que es hoy intérprete leal tu amigo que te saluda cordialmente".

Según Ricardo Royo Villanova, Sancho y Gil fue nombrado profesor auxiliar de la Facultad de Filosofía y Letras, encargándose de la asignatura Reseña histórica de España, en la vacante de Castelar4.

Desde la muerte del P. Hermenegildo Coll de Valldemía, acaecida el Viernes Santo de 1876, Francisco Galí será el encargado de mantener la relación epistolar con Faustino Sancho. Así, Galí escribirá a Sancho y Gil a Zaragoza, felicitándole las Navidades de un año que no señala. Según contaba Galí, el hijo del general Blanco estudiaba en el colegio y por enfermedad de su madre, quizá tuviera que quedarse en él para las Navidades. Y escribía: "Sé que nada necesita un joven como tú, sin embargo reitero mi ofrecimiento para todo lo que quisieres del General Blanco y de su esposa la marquesa. Estoy seguro que no quedaríamos desairados". En otra carta, fechada el 7 de marzo de 1883, Pelegrín Ferrer, otro antiguo profesor de Faustino Sancho, le felicitaba por su matrimonio, celebrado en 1882, con Mª Dolores Muñoz y Manzano, hija de Cipriano Muñoz y Ostaled, natural de Épila, primer conde de la Viñaza, que murió en 1881 en Zaragoza, siendo alcalde presidente de su Ayuntamiento.

En el Colegio de Valldemía estudiaron además, Fernando de Orleans y Borbón, Fernando de Córdoba y Pérez de Barradas, muertos tempranamente, Valentín Marín y Carbonell, sobrino de Víctor Balaguer, poeta y amigo de Faustino Sancho, y el periodista y político Darío Pérez García (Calatayud 1869-Madrid 1945), que aparece como nuevo alumno en el Boletín del Colegio de Valldemía del 1 de agosto de 1879.

NOTAS

1. Ramón de Lacadena: Vidas aragonesas, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1972, pp. 597-617, y Félix de Latassa y Ortín: Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses. Aumentadas y refundidas en forma de diccionario bibliográfico-biográfico, por Don Miguel Gómez Uriel, Imp. de Calixto Ariño, Zaragoza, 1884-1886, tomo 3º, pp. 139-141.
2. Expediente académico. Facultad de Filosofía y Letras. Archivo Histórico Nacional, Universidades, 6823/14.
3. Programa presentado al Tribunal de Oposiciones a la cátedra de Historia de España de la Universidad de Madrid por el opositor D. Faustino Sancho y Gil (Madrid, 29 de junio de 1875), en Expediente Académico Personal de D...., Archivo General de la Administración, Sección Educación y Ciencia, Legajo 1375-81. El de Costa en Oposiciones a la cátedra de Historia de España de la Universidad de Madrid. Programa y método de enseñanza, introducción y notas de Ignacio Peiró Martín, I.F.C., Zaragoza, 1996.
4. Ricardo Royo Villanova: D. Faustino Sancho y Gil. Su oratoria y el sentido muscular. Discurso pronunciado por su presidente D...., con motivo de la apertura del curso el 1 de diciembre de 1913, Tip. G. Casañal, Zaragoza, 1913. En VII Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Tomo I, Calatayud, 2009

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