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Faustino Sancho y Gil y la Academia Matritense
de Jurisprudencia y Legislación

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Faustino Sancho y Gil estudió segunda enseñanza en el colegio de Valldemía de Mataró desde 1860 a 1865, obteniendo el grado de Bachiller en Artes con la calificación de Sobresaliente en junio de 1865. Y es el 30 de octubre de aquel mismo año cuando solicita matricularse en todas las materias del año de ampliación para la carrera de Derecho en la Universidad Central de Madrid. El curso 1865-1866 estudia Literatura Española, obteniendo la calificación de Notable, Literatura Latina e Historia Universal, ambas con Sobresaliente. El curso 1866-1867 estudia primer curso de Derecho Romano y primer curso de Economía, las dos con Sobresaliente. El curso 1867-1868 estudia segundo curso de Derecho Romano y segundo curso de Economía, ambas con Sobresaliente. El curso 1868-1869 estudia Derecho Civil Español, primer curso de Derecho Canónico, Derecho Político y Administrativo, y Derecho Mercantil y Penal, obteniendo en todas ellas la calificación de Aprobado. El curso 1869-1870 estudia Ampliación de Derecho Civil, Disciplinas Eclesiásticas, Procedimientos Judiciales y Práctica Forense, obteniendo en todas ellas la calificación de Aprobado. El 18 de junio de 1870 pide el certificado de Bachiller en Derecho, pues tenía aprobado el ejercicio desde junio del curso pasado. En esa misma fecha, Sancho y Gil, teniendo cursadas y aprobadas las asignaturas que componían la Licenciatura de Derecho, Sección Civil y Canónico, suplicaba que se le señalase día y hora para verificar el ejercicio de Licenciado. El 30 de junio tuvo lugar el examen. Sancho y Gil sacó a suerte tres números, que fueron el 42, el 70 y el 9, eligiendo el primero de ellos, con el siguiente tema: "Desarrollo histórico de la monarquía española desde su origen hasta el día". En este ejercicio Sancho y Gil obtuvo la calificación de Aprobado. Unos días más tarde, el 4 de julio, Sancho y Gil ya había entregado 3.020 reales en papel de reintegro por el depósito y derechos de expedición del título de Licenciado en Derecho Civil y Canónico. Sancho y Gil se matriculará en el curso 1870-1871 para alcanzar el grado de Doctor, aunque no debió presentarse a los exámenes, pues en su expediente no figuran las calificaciones obtenidas1.

Resulta evidente que Sancho y Gil gustaba más de las letras que de las leyes, aunque en 1871 y 1872 fue pasante en el bufete de Estanislao Figueras, uno de los presidentes de la I República. Al mismo tiempo que cursaba la carrera de Derecho, Sancho y Gil estudiaba también Filosofía y Letras, doctorándose en 1875, con la calificación de Sobresaliente2. En 1873 será nombrado por Pi y Margall, entonces Ministro de Gobernación, secretario del Gobierno Civil de Palencia, con un sueldo anual de 4.000 pesetas.

Academia Matritense

Cuando se creó la Real Academia de Santa Bárbara, se aprobaron sus Ordenanzas, que fueron renovadas en 1778 y 1798. Los Estatutos de las Academias de Sagrados canones, de Jurisprudencia teórico-práctica, de Ntra. Sra. del Carmen, de Derecho Civil y Canónico de la Purísima Concepción y de Carlos III, se aprobaron en 1773, 1775, 1779, 1778 y 1785, respectivamente3.

La Real Orden de 12 de febrero de 1836 disponía que las Academias de Carlos III y de Fernando VII quedaran unificadas en una sola, que recibió el nombre de Purísima Concepción, en recuerdo a su predecesora. Pero esta Orden no agrupó a todas las Academias de leyes de la corte, pues aún continuó funcionando hasta el curso 1846-1847 la Academia de Ciencias Eclesiásticas de San Isidro, manteniendo con la de la Concepción estrechos lazos, aunque en algunos momentos surgieran dificultades. La nueva corporación se reunió por vez primera el 4 de marzo de 1836, bajo la presidencia de José María Monreal, último presidente de la de Carlos III. Los académicos decidieron entonces redactar unos nuevos Estatutos, pues se regían por las viejas Constituciones de la Concepción de 1816. Además solicitaron al Gobierno alguno de los conventos suprimidos para local, consiguiendo para sede el convento de San Felipe el Real. Dicho convento se situaba al comienzo de la calle Mayor, en cuyos terrenos se abrió más tarde la plaza de Pontejos y la calle Correo.

Una Comisión compuesta por Miguel de los Ríos, Francisco Beltrán de Nard, Isaac Núñez Arenas, Ruperto Navarro y Gregorio Romero Larrañaga, se encargó de redactar los Estatutos que fueron reprobados por los académicos en el mes de julio. Se nombró a otra comisión que en quince días presentó sus trabajos, discutiéndose el proyecto, que fue aprobado por la Academia, remitiéndose a la reina para su confirmación, a través del Ministro de Gobernación. Los Estatutos recibieron la sanción real el 5 de mayo de 1838, aunque por la vía de hecho ya se habían puesto en práctica, celebrando elecciones en diciembre de 1837. Se eligió como presidente al catedrático Andrés Leal, vicepresidente a Lorenzo Arrazola, y como uno de los dos secretarios a José Sanz Barea, autor de una reseña histórica sobre estas academias.

Desde la aprobación de los estatutos de 1838, la Academia de la Purísima Concepción pasó a llamarse Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación, y con este nombre publicó su reglamento de régimen interior, aprobado el 14 de mayo de 1838. El artículo 15 de los Estatutos de 1838 declaraban que la Academia era heredera de la de Santa Bárbara y del resto de las Academias de práctica jurídica que habían existido en la corte, con lo que su patrimonio pasó a la Matritense.

Había tres categorías de académicos:
-Profesores: Los que hubieran sido numerarios por tres años, los abogados con dos años de bufete que fueran propuestos por tres profesores, y los que por méritos obtuvieran esta gracia en la Junta General.
-Numerarios: Los que no llevaran aún tres años de asistencia y los bachilleres en Jurisprudencia.
-Corresponsales: Los que ausentes de la corte, quisieran permanecer vinculados a la Academia.
-De mérito: Elegidos de forma extraordinaria.

La Junta de Gobierno estaba compuesta por un presidente, dos vicepresidentes, un censor, cinco revisores, encargados en dirigir los casos prácticos, un bibliotecario y dos secretarios, que serían elegidos por todos los académicos en votación secreta, a celebrar en la última sesión de noviembre. Se celebrarían dos sesiones semanales, la primera teórica, en la que se discutiría cualquier tema propuesto con ocho días de antelación y sobre el que los académicos debían elaborar sus ejercicios, y la segunda práctica, en la que se sustanciarían todo tipo de procedimientos. Se creó el cargo de bibliotecario para el arreglo de la Biblioteca, que se encontraba en un estado lamentable, y se destinaron algunas partidas para nuevas adquisiciones, solicitando también la colaboración de los académicos para donaciones de libros.

Este año la Academia pasó a la calle del León, número 34, pues el convento de San Felipe el Real fue destinado por el Gobierno para la nueva Junta de Gobierno. De esta nueva sede pagaban 4.400 reales, de los que la Academia de Ciencias Eclesiásticas de San Isidro, que acompañó a la Matritense en estos años, se comprometió a pagar la cuarta parte, pues no recibían ayuda del Gobierno.

Unas nuevas Constituciones se aprueban el 28 de diciembre de 1839, confirmadas con diligencia el 6 de enero de 1840, pues su presidente hasta 1839, Lorenzo Arrazola, era entonces ministro de Gracia y Justicia. Estas Constituciones de 1840 declaraban que la Academia tenía como fin "el estudio teórico y práctico de la legislación y la jurisprudencia", y que era sucesora de las "antiguas Academias de Santa Bárbara, Nuestra Señora del Carmen, Carlos III, Purísima Concepción y demás de derecho y práctica que se han conocido en esta corte". Hubo otras reformas en 1846 y 1848. Por Real Orden de 19 de marzo de 1850 se disponía que la "dirección legal y oficial" de la Academia pasaba a cargo del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas. Una comisión creada al efecto presidida por Manuel Silvela reformó las constituciones de 1840, aprobadas por el Gobierno el 10 de marzo de 1860. Le sucedió un Reglamento que fue aprobado por la Academia y firmado por su presidente Salustiano de Olózaga y la Junta de Gobierno el 10 de marzo de 1864.

Por Real Orden de 15 de febrero de 1867 se volvieron a dar otras Constituciones a la Academia, con la intención de sujetar los ánimos muy politizados de los académicos, pues llegaron a suspenderse sesiones y a cerrar la Academia. El ministro de Fomento del nuevo gabinete, Manuel Ruiz Zorrilla, duque de la Torre, dictó una orden que anulaba las Constituciones de 1867, destituyendo al presidente, Cándido Nocedal, y a los vicepresidentes Manuel García Herrero, Benito Gutiérrez y Benigno Cafranga, que habían sido nombrados por aquella orden. Entonces se volvieron a las Constituciones anteriores. El Gobierno de la I República aprobó otras Constituciones el 2 de junio de 1873, proyecto encomendado a una comisión de académicos presidida por Germán Gamazo, teniendo en cuenta la libertad de enseñanza, consagrada en las nuevas leyes que habían dejado a las Constituciones vigentes "defectuosas en algunos de sus artículos y letra muerta en otros". Estas Constituciones rigieron hasta 1882, pues por Real Orden de 19 de junio de 1882 se aprobaron otras Constituciones bajo la presidencia de Francisco Romero y Robledo. Por concesión de Alfonso XII, el 19 de junio de 1882, la Academia recobró el adjetivo de Real, perdido en su transitoria denominación de Academia Matritense.

La Academia de Jurisprudencia y Legislación, ocupó el número 22 de la calle de la Montera, donde también tenía su sede el Ateneo de Madrid, y desde 1904 y gracias a las gestiones de Canalejas, ocupa el número 13 de la calle del marqués de Cubas, hasta 1900 calle del Turco, escenario del asesinato de Prim en 18704.

En 1876 tenía 400 socios, que podían pertenecer indistintamente a sus cuatro secciones, con una Biblioteca con 2.882 volúmenes, para uso exclusivo de sus socios5.

Mesonero Romanos escribía en 1861 de la calle de la Montera: "El lujo y multitud de los almacenes y tiendas de comercio en que están convertidos hasta los mismos portales de las casas; la infinidad de muestras o enseñas de las sastrerías, modistas, peluquerías, sombrereros y tiendas de telas y quincalla, que cubren literalmente las ventanas, los balcones, las fachadas casi todas; la animación consiguiente a este inmenso movimiento mercantil, y aun la misma forma de esta hermosa calle en suave pendiente desde su principio hasta la Puerta del Sol, ostentando en su centro una fuente moderna, inaugurada en 1833, aunque de forma impropia de aquel sitio, todo esto reunido contribuye al conjunto y especial fisonomía de esta interesante calle madrileña"6.

En aquellos años de estudiante, Sancho y Gil vivía en el número 10 de la calle del Desengaño, segundo piso, no lejos de la Universidad Central donde estudiaba, y hoy muy próxima a la moderna Gran Vía. Como fiadores de su matrícula aparecen Martín Rodríguez, con domicilio en la calle de las Hileras , nº 7, calle que cruza la del Arenal, cerca de la Puerta del Sol, Pedro de la Riva, con domicilio en la calle de Esparteros, nº 11, calle que va desde la Plaza de Santa Cruz hasta la calle Mayor, y Eduardo de la Riva, que vivía en la calle Imperial 13, donde al parecer tenía una tienda o comercio. Esta calle está próxima a la de Atocha. Pedro y Eduardo de la Riva quizá fueran familia de la madre de Sancho y Gil, Francisca Gil de la Riva. Sancho y Gil pronunció unas lecciones en el Ateneo Mercantil dedicadas al Renacimiento, que leyó en viernes sucesivos, del 13 de enero al 14 de abril de 1871. Estas conferencias fueron publicadas por aquella sociedad en la imprenta de E. de la Riva, situada en la calle de San Gregorio 29, paralela a la calle de Hortaleza, aquel mismo año de 18717. Este libro, que revela la ya temprana y vasta erudición del autor en sus casi trescientas páginas, está dedicado a Manuel María del Valle. Del Valle, junto con Alfredo A. Camus, Francisco Fernández y González, Miguel Morayta y Luis Ramírez y la Guardia, que actuó de secretario, componían el tribunal que calificó con Sobresaliente el examen de doctorado de Sancho y Gil en Filosofía y Letras en 1875.

El Ateneo Mercantil lo habían formado en 1867 los dependientes de comercio, con el fin de fomentar su instrucción científica y mercantil. Se hallaba en la calle de la Bolsa, 14, cercana a la calle de Atocha8. En el número 21, correspondiente al 15 de noviembre de 1873, de El Ateneo Mercantil, órgano de la Asociación del mismo nombre, establecida en la plaza de la Leña 5, se reseñaba la sesión conmemorativa del quinto aniversario de la instalación del Ateneo Mercantil, que había tenido lugar el 1 de noviembre pasado. En ella intervino Sancho y Gil con un discurso en el que felicitaba la labor de los socios: "Merecen bien de la patria porque nos preparan una generación de dependientes fuerte en el trabajo, conocedora de su derecho, esclava de su deber; moralizadora por la ciencia: porque aspiran a romper con la vieja tradición y a concluir con la ignorancia con devoción purísima a la causa de los débiles, con esperanzas consoladoras en el progreso universal". Sancho y Gil cantaba los progresos del hombre que lo emancipaban, pues vivían "en el siglo en el cual la humanidad tiene conciencia de sí misma y de su vida, se establece la armonía de todas las facultades y se crea la filosofía de la historia: y el Ateneo Mercantil debe existir porque responde a las necesidades de nuestra época, debe fatalmente existir porque es forma de una idea que hoy rige y gobierna a la humanidad, y cuando una idea viene a la historia con los trofeos de sus historias, sabe sacar centellas de sus abismos del tiempo y de la misteriosa luz de las conciencias". Según Sancho y Gil, el comercio debía hermanar a los pueblos, "debe ser fuente de cultura social, de prosperidad material, lazo de unión de estas sociedades que perdieron la unión y la fuerza".

Las Constituciones de 1873

En aquella ocasión se formó una comisión presidida por Germán Gamazo, de la que formaban parte Santos Alfaro, Francisco Silvela, Antonio Martínez Lage, Mariano Muñoz y Herrera, Faustino Sancho y Gil, Antonio Preciado, Eusebio Enrique López Figueredo y Manuel Benagas y Portocarrero, como secretario. Esta comisión redactó las nuevas Constituciones9 y las envió el 28 de mayo de 1873 al ministro de Fomento. El Gobierno de la República las aprobó el 2 de junio de aquel mismo año. La Junta de Gobierno estaba compuesta por un presidente, tres vicepresidentes, un revisor, seis vocales, un tesorero, un bibliotecario y dos secretarios. Estos cargos durarían dos años, renovándose la mitad de ellos cada año, excepto el presidente que sería elegido todos los años. Su elección se realizaría en la última Junta General del curso, en votación secreta, por mayoría absoluta, o bien relativa. Los cargos de presidente y vicepresidentes recaerían en académicos que llevaran tres años de profesores, abogados con bufete abierto con tres años de anterioridad, magistrados, jueces o catedráticos de Derecho. El resto de los cargos de la Junta recaerían forzosamente en académicos profesores que se hubieran ejercitado en sesiones públicas, en cualquiera de los tres últimos años. Los vocales "desempeñarán cátedras públicas sobre un punto cualquiera de Jurisprudencia o Legislación, debiendo cada uno de ellos pronunciar o leer una conferencia mensual", aunque también debían dirigir los ejercicios prácticos. En el año se celebrarían tres Juntas ordinarias en las primeras quincenas de noviembre y febrero, y en la segunda quincena de abril. En la última Junta de cada curso, la Junta de Gobierno debía presentar un catálogo de temas para discusiones teóricas para el próximo año académico. La Academia debía celebrar semanalmente dos sesiones literarias públicas, una teórica y otra práctica. En las sesiones teóricas se discutiría un tema de Legislación o Jurisprudencia, que sería anunciado con anticipación. Comenzarían "por la lectura de una disertación sobre el tema propuesto, a lo que seguirían las observaciones de los Académicos, terminando con la contestación del disertante y el resumen que haría el presidente". En las sesiones prácticas "se sustanciarán toda clase de expedientes con arreglo a derecho".

Los académicos numerarios estaban obligados a inscribirse en una de las Secciones y presentar en cualquiera de ellas un trabajo escrito. La primera Sección era de Derecho Civil, Mercantil y Penal, la segunda de Derecho Canónico, la tercera de Derecho Político y Economía Política, y la cuarta de Procedimientos y Práctica Forense. En cada Sección habría un presidente, un vicepresidente, un secretario y un vicesecretario.

Académico

Según el Libro de Académicos10, Sancho y Gil fue admitido como socio numerario en la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación el 20 de diciembre de 1870, aunque no se guarda su discurso de ingreso. De 1870 a 1873 habló frecuentemente en las Secciones primera, segunda y tercera. El 18 de enero de 1871 hizo uso de la palabra al discutirse la memoria de Collantes sobre la libertad de imprenta. El 3 de mayo de 1871 fue nombrado vicepresidente de la tercera Sección. El 27 de mayo de 1871 intervino en la discusión de la memoria de Ordoñez sobre el divorcio. En el Diccionario de Latassa, al que sigue Lacadena11, se dice que sus intervenciones en las discusiones sobre la libertad de imprenta y sobre el divorcio, le valieron una mención honorífica, la vicepresidencia de la Sección de Derecho Político y el título de Socio profesor, antes de cumplirse el plazo reglamentario, que sería de tres años. Pero vemos que su intervención en la discusión sobre el divorcio es posterior a su nombramiento de vicepresidente.

Aunque no se guardan resúmenes de los cursos, sabemos lo que opinaba Cirilo Álvarez sobre el divorcio: "La monogamia, el matrimonio con la indisolubilidad y perpetuidad de los vínculos que le forman, no constituyó nunca un progreso moral permanente hasta la aparición del Cristianismo; y el divorcio, que hoy viene a debilitar estos vínculos, es simplemente un retroceso hacia la barbarie, porque es una institución contraria a la dignidad y la emancipación de la mujer, rebaja el carácter de la familia y hace poco menos que imposible esa vida íntima, individual y colectiva a la vez, que se realiza en la familia moderna, en la que el marido es el monarca del hogar y la mujer y los hijos las influencias moderadoras de su autoridad, que suavizan todas asperezas; y así, y merced a esta feliz combinación, merced al poder de los afectos, merced a la honra de un nombre común, la familia realiza la dicha de todos y constituye el culto de la casa"12.

El 1 de diciembre de 1871 Sancho y Gil informó en la vista de una causa criminal. El 4 de junio de 1872 fue nombrado presidente de la Sección de Derecho Político. El 7 de febrero de 1873 tomó parte en la discusión de la Memoria de Ulloa sobre los hijos sacrílegos. El 3 de marzo de 1873 participó en la discusión de la Memoria de Collantes sobre el derecho de propiedad. El 2 de junio de 1873 fue elegido en Junta General vocal cuarto de la Academia para el curso 1873-1874, siendo presidente Cirilo Álvarez. Para el curso 1874-1875 Sancho y Gil fue elegido vocal tercero, siendo presidente de la Academia José Moreno Nieto. El 9 de marzo de 1875 consumió un turno al discutirse la Memoria de Macaya sobre el Derecho de intervención. El 29 de mayo de 1875 hizo el resumen de la discusión habida sobre la Memoria de Aguilera sobre "Sistemas penitenciarios". Conocemos esta intervención gracias a un manuscrito conservado en el archivo familiar. Sancho y Gil escribe que el vicepresidente Álvarez Bugallal debía haber respondido a esta memoria, pero otras ocupaciones más importantes se lo impedían. Otros individuos de la Junta de Gobierno debieran haber contestado, pero tampoco pudieron hacerlo, así que el presidente Moreno Nieto designó para ello a Sancho y Gil. Comenzaba felicitando al autor de la memoria y a los que habían discutido sobre este tema tan delicado. "Habéis dicho bien todos vosotros. El legislador no se propone hoy únicamente como en la Edad Media cargar de grillos al reo y encerrarle en lóbrega mazmorra para que de esta suerte con su evasión no evitase el castigo (...) nuestro siglo ha podido hacer una afirmación sublime, nuestro siglo, Señores, nave gigantesca que ha izado las velas y ha roto las anclas, pues nunca se propone pararse, nuestro siglo que navega por el mar de la civilización y que después de haber desembarcado en las playas de la Universidad y del Museo, para beber la luz de la ciencia y la luz del arte, en sus eternas irradiaciones, ha llegado a aquellas donde la cárcel se levanta, para escribir sobre sus puertas de hierro las palabras humanidad y decencia, para grabar en los anillos de la cadena del preso, las palabras ley y derecho. El fin de la pena hoy señores es el restablecer el orden de derecho perturbado, aspirando por medio de la ejemplaridad a impedir la infracción de los fueros de la ley que tiene por vasallos desde el rey que se sienta en los tronos, hasta el mendigo que, escuálido y macilento, pide en nombre de Dios una migaja de pan que mitigue su hambre, el fin de las prisiones es el que se cumpla la pena impuesta". Sancho y Gil prefería a cualquier otro sistema penitenciario el de la separación. "No quiero para el preso esa soledad que mata, sino su separación de los demás criminales. En toda prisión quiero ver una ventana por la cual pueda penetrar la atmósfera de la honradez". España debía mejorar sus presidios, a los que Sancho y Gil llamaba "escuelas de vicio, edificios húmedos y asquerosos que avergüenzan". Y concluía: "Madrid y casi todas las grandes poblaciones tienen palacios, tienen hermosos templos, tienen cuarteles cómodos y elegantes, pero carecen de establecimientos que sean crisoles para depurar el oro del alma y despojarle del barro por lo cual cualquiera diría que no se piensa en el perfeccionamiento moral, en esta tierra de España".

El 31 de mayo de 1875, Sancho y Gil fue elegido en Junta General vocal segundo, siendo presidente Eugenio Montero Ríos. Durante el curso 1876-1877, Sancho y Gil fue vocal primero, siendo presidente Montero Ríos.

En el segundo número de la Revista de la Academia de Jurisprudencia y Legislación, que imprimía Antonio Flórez en la calle del Fomento, número 18, correspondiente a mayo de 1875, y en el tercer número de junio de 1875, Sancho y Gil publicó un largo artículo titulado: "Elogio de D. Joaquín María López", conferencia que había pronunciado en la Academia la noche del 21 de abril de 1875. Sancho y Gil consideraba al político Joaquín María López (1802-1855) un orador elocuente. "López, perorando, era volcán que arrojaba encendidas lavas, y órgano de oro, del cual brotaban raudales de armonía inagotable y divina". Sus discursos, aún leídos, "arrebatan, encantan, fascinan, pues son defensas de la humanidad, de la razón, de la justicia, de la ley...". López, que manejaba el sarcasmo y la ironía con habilidad, tenía "un carácter grande y elevado, suma sensibilidad, buena memoria, genio...". El orador era "tan lírico como didáctico, tan arrebatador como persuasivo, tan ordenado como florido, con palabra rica, fácil, sonora, de primoroso color y vida, arrojaba las ideas en guirnaldas de luz sobre la maravillada mente de cuantos escuchaban (...). López coloca los argumentos y los expone con arreglo a los preceptos del ilustre Quintiliano; refuta con urbanidad, con vigor, con lógica, y concluye con difícil naturalidad". Según Sancho y Gil, los discursos políticos de López revelan "talento, instrucción y genio". Sancho y Gil recomendaba a sus colegas su estudio, pues López había "trazado los límites de la moderna oratoria". Joaquín Mª López tenía buenas facultades tanto en la tribuna política como en la forense, aunque "no rayó a la misma altura que en el elevado templo de las leyes en el austero Alcázar de la Justicia", aunque uno de sus discípulos lo incluyese "en el número de los hábiles abogados de su tiempo". Sancho y Gil escribía: "López, del mismo modo, era un práctico en el estudio, un maestro en el Porvenir y en el Ateneo, un orador forense de mérito, en estrados. Un orador forense en el cual se adivinaba un retórico y un tribuno; pero sin confundirse el tribuno, el retórico y el orador". Sancho y Gil recomendaba la lectura de los discursos de López "graves y serenos, porque severas y graves son las ideas que contienen", aunque se lamentaba que nadie diera a la estampa los informes y discursos del político. Otro tanto ocurría con la obra de Servet, que usurpaban otros. Todo era indiferencia y dejadez.

El 3 de diciembre de 1924, Juan Moneva y Puyol publicó en Heraldo de Aragón un artículo titulado "Amor cifrado". Moneva confesaba que se trataba de una anécdota contada por Sancho y Gil en su tertulia familiar una noche de 1895, referida a Joaquín María López, figura destacada del Partido Progresista. La anécdota correspondía a la época en que López había sido ministro de la Gobernación (1836-1837) en el gobierno Calatrava, durante la Regencia de María Cristina de Borbón-Sicilia. López pronuncia en la tribuna un discurso "de gran valor" y entre aquellos conceptos políticos, el orador coloca una palabra dirigida a su amada, que sólo ella entiende. "El discurso fue impreso, repartido, leído, comentado, combatido, celebrado en todos los ámbitos del País, un ejemplar en valija postal cruzó la frontera y lo leyó la mujer que ocupaba el centro de la atención del sabio y estadista. La mujer leyó entre tanta ciencia y política, la palabra de amor, inteligible sólo para ella, que el amador le enviaba desde otro país; de otro idioma. Y la amada respondió, a través de aquellas dos fronteras, con una palabra que fue para el Triunfador la sola razón de sentirse tal. -Merci...".

Sancho y Gil también conocía el nombre de la dama, pero Moneva asegura que no lo dijo. "Amor es misterio", concluyó Sancho y Gil.

APÉNDICE

Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación

JUNTAS DE GOBIERNO

Curso 1873-1874. Del 2 de junio de 1873 al 3 de junio de 1874.

Presidente: Cirilo Álvarez.
Vicepresidentes: José Moreno Nieto, Gumersindo de Azcárate, Germán Gamazo.
Censor: Alberto Aguilera y Velasco. Cesa el 30 de mayo de 1874. Se suprime el cargo y es sustituido por el Revisor: Antonio Balbin de Unquera.
Vocales: Antonio Balbin de Unquera, sustituido el 30 de mayo de 1874 por Francisco Javier González Castejón, Miguel Echegaray, Félix González Carballeda, Faustino Sancho y Gil, Francisco Javier González Castejón, sustituido el 30 de mayo de 1874 por Antonio Martínez López de Lage, y Acacio Charrin y Tigero.
Tesorero: José Sanz y Barea, sustituido el 30 de mayo de 1874 por Manuel Balbás y Carranza.
Bibliotecario: Manuel Torres Campos.
Secretarios: Francisco Javier Ugarte y Pagés y José Ulloa y Vila.

Curso de 1874-1875. Del 3 de junio de 1874 a 31 de mayo de 1875.

Presidente: José Moreno Nieto.
Vicepresidentes: Saturnino Álvarez Bugallal, Gumersindo de Azcárate y Germán Gamazo.
Revisor: Antonio Balbin de Unquera.
Vocales: Francisco González Castejón y Elío, Félix González Carballeda, Faustino Sancho y Gil, Acacio Charrin y Tigero, Antonio Martínez López de Lage y Agustín Ondovilla.
Tesorero: Manuel Balbás y Carranza. Renunció el 6 de febrero de 1875.
Bibliotecario: Manuel Torres Campos.
Secretarios: Francisco Javier Ugarte y Pagés y Juan Ulloa y Vila.

Curso 1875-1876. Del 31 de mayo de 1875 a 1 de junio de 1876.

Presidente: Eugenio Montero Ríos.
Miembro de Honor de la Junta: José Moreno Nieto. Elegido el 12 de junio de 1875.
Vicepresidentes: Saturnino Álvarez Bugallal, Gumersindo de Azcárate y Germán Gamazo.
Revisor: Antonio Balbin de Unquera.
Vocales: Francisco González Castejón y Elío, Faustino Sancho y Gil, Antonio Martínez López de Lage, Francisco Javier Ugarte y Pagés, Ramón Fernández y García y Antonio Maura y Montaner.
Tesorero: Rafael Soriano Bernar.
Bibliotecario: Manuel Torres Campos.
Secretarios: Juan Ulloa y Vila y Ángel Allende Salazar.

Curso 1876-1877. Del 1 de junio de 1876 a 30 de mayo de 1877.

Presidente: Eugenio Montero Ríos.
Miembro de Honor de la Junta: José Moreno Nieto.
Vicepresidentes: Saturnino Álvarez Bugallal, Gumersindo de Azcárate y Germán Gamazo, sustituido el 8 de junio de 1876 por Alejandro Pidal y Mon.
Revisor: Acacio Charrin y Tigero.
Vocales: Faustino Sancho y Gil, Francisco Javier Ugarte y Pagés, Ramón Fernández García, Antonio Maura Montaner, Agustín Ondovilla y Durán y Lorenzo Fernández Vázquez.
Tesorero: Rafael Soriano Bernar.
Bibliotecario: Manuel Torres Campos.
Secretarios: Ángel Allende Salazar y Rosendo Macaya y Anguera.

PRESIDENTES

Salustiano Olózaga: Del 1-6-1859 al 8-6-1860.
Joaquín Aguirre: Del 12-6-1861 al 11-6-1862.
Salustiano Olózaga: 27-3-1863.
José Posada Herrera: Del 31-5-1864 al 30-5-1865.
Cándido Nocedal: Del 1-6-1866 al 20-5-1867.
Antonio de los Ríos Rosas: 24-10-1868.
Manuel Alonso Martínez: 1-6-1869.
Segismundo Moret y Prendergast: 30-5-1871.
Cristóbal Martín de Herrera: 31-5-1871.
Cirilo Álvarez: Del 14-6-1872 al 14-6-1873.
Cirilo Álvarez: Del 2-6-1873 al 3-6-1874.
José Moreno Nieto: 3-6-1874 al 1-6-1875.
Eugenio Montero Ríos: Del 31-5-1875 al 1-6-1876.
Alejandro Groizard: Del 30-5-1877 al 30-5-1879.
Manuel Silvela: Del 10-6-1879 al 28-5-1880.
José María Fernández de la Hoz: Del 31-5-1881 al 12-5-1882.
Francisco Romero Robledo: Del 26-5-1883 a mayo de 1884.

NOTAS

1. Archivo Histórico Nacional, Expediente Académico, Facultad de Derecho, Universidades, Leg. 4742/10.
2. A.H.N., Expediente Académico, Facultad de Filosofía y Letras, Universidades, Leg. 6823/14.
3. José Maluquer y Salvador: Reseña Histórica de la Real Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación, Imp. de Redondo y Xumetra, Barcelona, 1884.
4. Juan Carlos Domínguez Nafría: "Real Academia de Jurisprudencia y Legislación", en Las Academias del Instituto de España, Alianza Editorial, Instituto de España, Madrid, 1992, pp. 408 a 412.
5. A. Fernández de los Ríos: Guía de Madrid, Oficinas de la Ilustración Española y Americana, Madrid. 1876, edición facsímil de La Librería, Madrid, 2002, pp. 540-541.
6. Ramón de Mesonero Romanos: El antiguo Madrid, Estab. Tipográfico de P. Mellado, Madrid, 1861, edición facsímil de la Asociación de libreros de lance de Madrid, Madrid, 1990, p. 282.
7. Faustino Sancho y Gil: El Renacimiento, Lecciones pronunciadas en el Ateneo Mercantil de Madrid, Imp. de E. de la Riva, Madrid, 1871.
8. A. Fernández de los Ríos: Op. cit., p. 543.
9. Constituciones de la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación, Impr. de Pedro Montero, Madrid, 1873.
10. Lista General de los Señores académicos formada en el mes de noviembre de 1865, fol. 776.
11. Félix Latassa y Ortín: Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses. Aumentadas y refundidas, en forma de diccionario bibliográfico-biográfico, por Don Miguel Gómez Uriel, Imp. de Calixto Ariño, Zaragoza, 1884-1886, tomo 3º, pp. 139-141. Ramón de Lacadena: Vidas Aragonesas, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1972, pp. 597-617.
12. Cirilo Álvarez Martínez: "Del divorcio". Discursos de recepción del Excmo. Sr. D.... y de contestación del Excmo. Sr. D. Manuel Alonso Martínez, leídos en Junta pública de 13 de junio de 1875, Madrid, 1884, p. 81.

En VII Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Tomo I, Calatayud, 2009

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