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Fernando el Católico (I)

Hijo de Juan II el Grande y de su segunda esposa Juana Enríquez. Fue rey de Aragón entre los años 1479 y 1516. Rey de Castilla entre 1474 y 1504 y también regente de la corona castellana entre 1507 y 1516 debido a la enfermedad de su hija Juana, tras la muerte de Felipe el Hermoso. Rey de Sicilia (1468-1516) y de Nápoles (1504-1516).

Nació por deseo de su madre en territorio aragonés, ya que se
encontraba en Navarra (en las disputas de sucesión entre su hijastro Carlos y su esposo Juan II) y se desplazó hasta el caserón de Sada, sito en la frontera con Navarra, de la villa de Sos. Reconocido heredero de la corona aragonesa a la muerte de su hermanastro, Carlos, príncipe de Viana, fue coronado como Rey de Aragón en Calatayud; fue nombrado lugarteniente general de Cataluña y, en 1468, rey de Sicilia. Con dieciséis años tuvo amores con una dama llamada Luisa de Estrada, de la que nació su primer hijo, Alfonso de Aragón, el cual llegaría a ser arzobispo de Zaragoza.

Durante la guerra civil catalana (1462-1472), en la que tomó parte activa, se familiarizó con la administración del estado a instancias de su padre. Al morir su primo, el infante Alfonso de Castilla en 1468, y ser reconocida la infanta Isabel, su prima y hermanastra de Enrique IV de Castilla, como heredera de Castilla, su padre Juan II puso su empeño en conseguir el matrimonio de Fernando con la princesa castellana, que se produjo en octubre de 1569, en Valladolid. Sin embargo, a la muerte de Enrique IV en 1474 desencadenó una guerra civil entre los partidarios de Isabel y los de la hija de Enrique, Juana la Beltrabeja, apoyada por el rey de Portugal, Alfonso V el Africano, que pretendía casarse con ella, uniendo las coronas de Castilla y Portugal. Fernando, tras arduas discusiones con la recelosa nobleza castellana, consiguió ser proclamado corregente de Castilla con los mismos derechos que Isabel mediante la Concordia de Segovia en 1475. Fernando participó activamente en la dirección militar de esta guerra, a cuyo resultado contribuyó de una manera definitiva, sobre todo con la victoria de Toro en 1476. De 1476 a 1477 fue administrador de la Orden de Santiago.

La guerra terminó con la derrota de Juana. Por el Tratado de Alcaçovas (1479), Juana renunció al trono en favor de Isabel y se recluyó (contra su voluntad) en un convento de Coimbra, convirtiéndose Isabel I en reina indiscutida de Castilla. Ese mismo año, Fernando sucedió a su padre como rey de Aragón. Pero fue en el año 1475 cuando puede fijarse la unión de ambas coronas según los términos de la Concordia de Segovia, corroborada más tarde en la Concordia de Calatayud del año 1481, por los cuales Fernando reinó en ambas coronas, manteniendo a su reina como consejera y madre de sus hijos. Tras dictar las primeras medidas de ordenamiento interno de sus reinos (en 1480 se institucionaliza la figura del corregidor; en 1481 se crea la Inquisición en Castilla; se sanciona a los nobles rebeldes y se reorganiza la hacienda real), los reyes emprendieron en 1481 la conquista del reino nazarí de Granada. A través de las dificultades de esta guerra (1481-1492), fundamentalmente de asedio, el rey Fernando fue revelando sus dotes diplomáticas y militares. La guerra terminó con la capitulación de Granada el 2 de enero de 1492. La conquista del último reducto musulmán en la península otorgó a los reyes un prestigio que ayudó a consolidar la autoridad real. En los reinos de la Corona de Aragón, Fernando no modificó el sistema político tradicional (que dificultaba la concentración de poder en manos del rey), y puso fin en sus Estados al problema de los remensas catalanes mediante la abolición de los malos usos y la consolidación de los contratos de efiteusis (sentencia arbitral de Guadalupe en 1486).

Introdujo en Castilla las instituciones aragonesas de los consulados (como el Consulado del Mar, de Burgos) y los gremios, favoreciendo de este modo el desarrollo económico castellano, especialmente el comercio de la lana. En el aspecto religioso, llevó a Castilla la Inquisición (presente en Aragón desde 1249 y reformó el programa de su esposa, sentando las bases del Estado moderno al introducir la uniformidad religiosa (decreto de expulsión de los judíos del 3 de marzo de 1492 (salvo bautismo) y conversión forzosa de los moriscos granadinos en 1503, a los que la reina había garantizado el derecho a la libertad religiosa tras la capitulación del reino de Granada).

Continuará...

Francisco Gijón (25-11-2009)

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