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La curiosa muerte del torero Nacional II
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Juan Anlló 'Nacional II'
La curiosa muerte de un torero por las heridas recibidas en una plaza de toros, pasando por la cárcel y no por asta de burel
El torero fue Juan Anlló, "Nacional II", que había nacido en Alhama de Aragón (Zaragoza) el 11 de enero de 1897 y gozaba de un prestigio parejo al del también famoso diestro de aquellos años Marcial Lalanda.
Aún con las muchas sombras que nos han llegado de lo que sucedió aquellos días, vamos a intentar contar lo que pasó. Los hechos sucedieron el 4 de octubre de 1925, en la corrida que se toreaba con motivo de la festividad de San Saturio. Este torero acudió a dicha corrida como espectador y se encontró con que una parte del público estaba protestando por el descontento que les producía la forma de torear del diestro que estaba en el ruedo, la bronca llegó incluso al hecho de que algunos espectadores llegaron a arrojar monedas de diez céntimos al rostro del torero. El torero que estaba en el ruedo se encaró con esa parte del público, recriminándoles sus actos; y esos espectadores subieron un grado en la gravedad de los insultos, mentando a la madre del torero. Nacional II no aguantó más y se desplazó hasta donde estaban esos espectadores para afearles su actitud, y así defender a su colega. Se fueron enconando los ánimos y Nacional II golpeó con un bastón en la cabeza de un espectador de ese grupo que protestaba, inmediatamente el espectador agredido arrojó una botella de vidrio vacía a la cabeza del torero y se preparó una trifulca.
La cosa acabó con los dos heridos, el espectador golpeado con el bastón y el torero que recibió el botellazo, en la enfermería de la plaza, siendo diagnosticados: el espectador con heridas graves y el torero con heridas leves. A la vista de lo ocurrido, actuó el juez que estaba presente en la plaza y ordenó que el torero fuese trasladado a la cárcel y que el espectador se fuese a la casa de su padre para reponerse de las heridas. El estado de salud del torero se complicó en la cárcel y al día siguiente, ante esos problemas, el juez autorizó que el torero saliese de prisión para que fuese atendido en el hospital o en el hotel donde estaba alojado. El torero fue intervenido de urgencia por varios médicos, entre ellos uno que había llegado desde Madrid enviado por su familia, y no consiguieron salvarle la vida. En la foto que sigue se puede observar el duelo que se hizo en el Hotel Comercio con el diestro de cuerpo presente y con la cabeza vendada.
El torero de cuerpo presente
Poco después, el espectador al que se había dejado en libertad ingresaba en prisión. Se instruyó un sumario desde el primer momento y un año después hubo un juicio con bastantes incongruencias entre los testigos; pero al final el espectador fue condenado a seis años de prisión. Esta pena, gracias a un indulto solicitado por muchos sorianos, fue conmutada, en el tiempo que quedaba por cumplirse, por destierro a más de 25 kilómetros de distancia de la ciudad de Soria.
La persona condenada se llamaba Antonio Cabrerizo y ejerció de médico en Piquera, al menos durante una parte del año 1932, y quizás parte de 1931, tal vez cumpliendo con una parte de la pena de destierro. Este médico tuvo un hermano menor que él, llamado Guillermo, que fue un arquitecto famoso y que llegó a tener que cumplir con su trabajo en alguna obra de la plaza de toros donde su hermano había tenido esa fatal experiencia.
Estos sucesos que hemos contado supusieron un boicot de los toreros, durante dos años, a la plaza de toros de Soria, que al parecer no se llegó a cumplir en su totalidad. Todo esto, no muy divulgado por los medios sorianos, fue narrado, a su manera, por escritores tan famosos como Wenceslao Fernández-Florez, Ernest Hemingway o Camilo José Cela.
Parece que una 'mano negra' estuvo controlando todos estos infaustos hechos, pues sucedió lo que nadie quería en una celebración festiva, incluso los dos heridos solicitaron en la enfermería de la plaza de toros que no se contase lo sucedido a sus respectivos padres.
Ámbito Toros (13-11-2009)
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