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La melancolía de José de la Cal y Capilla
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'Melancolía' de Durero
FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | La melancolía era uno de los cuatro temperamentos, que coincidían con los cuatro humores. Según Hipócrates, la melancolía la producía un exceso de bilis negra. Se relacionaba con la temporada de otoño y estaba bajo la influencia de Saturno. En uno de sus aforismos escribía: "Cuando el miedo y la tristeza duran largo tiempo, entonces se trata de melancolía". Por su parte Galeno la describía de esta manera: "el que tiene exceso de bilis negra es firme y sólido, más irascible y desvergonzado, en la juventud sus sentidos son exactos y absolutamente irreprochables". Cuando el paciente no podía ser curado de esta enfermedad, se pensaba que era debida a una posesión demoníaca.
En el siglo XVII, Robert Burton consideraba esenciales la música y la danza, para el tratamiento de estas enfermedades mentales, especialmente la melancolía. Freud publicó en 1917 un artículo titulado "Duelo y melancolía", en el que establecía la diferencia entre la pena y la melancolía.
El 15 de agosto de 1688 y ante el notario bilbilitano José Antonio de Rada, declararon los médicos Mateo de Mendoza y Juan Francisco de Luna. Mateo de Mendoza señaló que José de la Cal y Capilla, notario e infanzón, venía sufriendo por más de ocho meses la enfermedad denominada melancolía morbo, que le hacía llevar a cabo muchas acciones de audacia y locura. José de la Cal ejecutaba diversos arrojos y algunas temeridades que, si no hubiera habido nadie que se lo hubiera impedido, hubiera muerto de manera atroz. El médico lo achacaba a los efectos de esta enfermedad. Y añadía que tenía algunos momentos de quietud y lucidez, producidos por la benignidad del curso de la luna, pues su influjo atormentaba y agravaba a los dolientes de esta enfermedad. Consideraba que José de la Cal estaba influido por los cuartos de la luna, en cuyo tiempo llevaba a cabo demasías de furor y temeridad, dando voces desentonadas, perjudiciales para su persona, tratando con aspereza a las personas que lo servían y a los que intentaban contenerle y aplacarle, cuando sufría estos excesos y temeridades.
Por su parte Juan Francisco de Luna señaló que hacía más de seis meses, que venía visitando como enfermo a José de la Cal y Capilla. Aunque lo había visto ejecutar muchas acciones conformes a la razón y en su sano juicio, había padecido y padecía entonces la enfermedad de manía y locura, con audacia y temeridad, pero sin calentura. Esta enfermedad le había motivado a llevar a cabo muchas acciones de temeridad y arrojo contra su persona, alhajas de su casa, sirvientes y asistentes de ella, utilizando palabras y voces ofensivas contra las personas que se preocupaban de su salud y asistencia
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