FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Vicente de la Fuente, en su Historia de Calatayud (II: 485), escribe que la descripción de la proclamación en la ciudad de Fernando VI en 1746, se imprimió por orden de los entonces regidores en un cuaderno de dieciséis páginas en 4º, en la imprenta de Gabriel de Aguirre. En esta ocasión Vicente de la Fuente criticaba la ceremonia por el uso del pendón real, la fórmula usada por los heraldos y la leyenda de las monedas que acuñaba el nombre de Fernando VI, Hispaniarum Rex, y no Ferdinandus III, Aragonum Rex. Y sentencia: "La centralización a la francesa estaba ya completa".
Tampoco era de su agrado el "disparatado" escudo de la ciudad que llevaba la portada del impreso, "que se venía usando desde el siglo anterior, de tosco dibujo y sin conocimientos heráldicos, ni del blasón de la ciudad: el caballo tiene toda la pinta de un burro. Entre todos los malos este es el peor, salvos los desatinos del actual, que es todavía peor".
En el volumen IV, Pamplona 1800, de su Biblioteca nueva de escritores aragoneses, Latassa daba por anónima esta Descripción de la Proclamación de la siempre Augusta Ciudad de Calatayud hecha por su amado Monarca Don Fernando VI, que Dios guarde, que había sido impresa en Calatayud en 4º con veinticuatro páginas. Era un papel joco-serio adornado de poesías (IV: 580). Utrera Fúnez y Xilocapedia otorgan esta descripción al jesuita, traductor y poeta bilbilitano, Vicente Alcoverro (1733-1801), aunque cambian el título por este otro: Festivos aplausos con que la siempre Augusta Ciudad de Calatayud, celebró la Real Proclamación de el rey Nuestro Señor Don Fernando VI de Castilla, y el III de Aragón, que Dios guarde, debido al impresor bilbilitano Gabriel de Aguirre, con catorce página en 4º. No conozco ningún ejemplar de esta edición.
En el acta del Ayuntamiento de Calatayud celebrada el 18 de septiembre de 1876, se vio una circular del gobernador civil de la provincia, que venía inserta en el Boletín Oficial nº 44, por la que se prevenía a los alcaldes de la misma para que en el término de diez días remitieran al Gobierno copia de los sellos que usaban las alcaldías y corporaciones municipales, añadiendo una nota histórica acerca del origen del sello y del periodo de tiempo en que había estado en uso, según prevenía la Real Orden del último 30 de agosto, que había sido expedida por el Ministerio de Fomento.
El 25 de septiembre el ayuntamiento envió copia exacta del sello que entonces usaba, con una noticia histórica que había solicitado a Vicente de la Fuente, en aquel tiempo rector de la Universidad Central de Madrid. En ella escribía que el sello tenía su origen en el que usaba la ciudad de Bilbilis en la época celtibérica, en cuyas monedas de aquel tiempo se podía ver a un jinete en la forma que se describía en el tomo 43 de la España Sagrada. La misma traza aparecía en las monedas que había acuñado aquel municipio, que había copiado el padre agustino Enrique Flórez (1702-1773). El poeta Marcial había escrito en uno de sus epigramas, que Bilbilis era celebrada por sus caballos y por sus armas.
Vicente de la Fuente señalaba que después de la reconquista cristiana, la ciudad había usado por armas la misma divisa del jinete, pero no con la lanza en ristre sino levantada, portando en ella una banderola, quizá para distinguirse de la ciudad de Huesca, que tenía también por armas un jinete con la lanza en ristre.
Antonio Agustín describía las armas de Calatayud de esta manera: con caballo enjaezado, caballero no armado sino a la quinta, llevando la lanza levantada y en ella una banderola con la cruz. Aseguraba que era en memoria de haber sido conquistada la ciudad por Alfonso el Batallador el día de San Jorge (sic). De esta manera se podía ver en algunos escudos antiguos, en las portadas de algunos impresos y en la descripción de las ciudades de España por Espiralt.
Se apuntaba que no se conservaban los sellos antiguos que había usado anteriormente el ayuntamiento, adjuntando los sellos trasladados a papel, que utilizaba entonces el ayuntamiento y la alcaldía de la ciudad. El campo de las armas había sido siempre oro y rojo, en dos cuarteles iguales.
Según de la Fuente, este sello se había introducido hacia el año 1834 y por capricho del grabador, o de los que lo habían mandado hacer, "se falló al uso tradicional", pintando un soldado del ejército con su lanza hacia atrás, en vez de llevarla delante alzada y con la cruz. Pedía que cuando se renovara el sello actual, el ayuntamiento debía procurar hacerlo con las condiciones heráldicas y tradicionales que tenía el antiguo.
COMENTAR LA NOTICIA
Heraldo de Aragón (1-5-2021)
|
