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Gracián y el vino
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GILBERTO PRADO GALÁN | Suelo citar las siete virtudes del vino tinto o rojo que Baltasar Gracián enlista en su novela-museo El Criticón: limpia el diente, purga el vientre, mata el hambre, apaga la sed, cría colores, alegra el corazón y concilia el sueño. Me parece que las siete cualidades entrañan vigencia aunque atreveré algunos matices; emprendo la revisión de cada una. Es evidente que la primera virtud descrita obedece a una sinécdoque: quiso decir limpia muelas y dientes y lleva razón. ¿El vino purga el vientre? Sí: agiliza el proceso digestivo. Respecto de las siguientes cualidades suspendo el juicio: ni siempre mata el hambre ni siempre apaga la sed. A veces sucede exactamente lo contrario. El vino sí cría colores, esto es, sonroja a quien lo bebe. De modo que suscribo la quinta. La sexta es incontestable: el corazón se alegra con los efluvios del dios Baco. Y sí, en efecto, tomado en dosis suficientes el vino concilia el sueño. Además en algunos, sin ánimo de contradecirme, el vino también apaga la sed y mata el hambre. Viva Gracián y vivan las siete virtudes capitales del vino rojo o tinto. Salucita!
Milenio (16-5-2019)
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