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De la tina a la tinta

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | De todos los Juan del calendario cristiano destacan dos: San Juan Bautista y San Juan Apóstol o Evangelista, o sea, San Juan de verano y San Juan de invierno. El 24 de junio se conmemora el nacimiento del Bautista, cuando el sol ha alcanzado su cenit tras el solsticio y comienza a declinar. Es la muerte del sol. San Juan Evangelista se celebra el 27 de diciembre, después del solsticio de invierno o nacimiento del sol. El 6 de mayo se conmemora la festividad de San Juan ante Portam Latinam, en recuerdo del martirio frustrado del Evangelista, que fue sumergido en una caldera de aceite hirviendo, de la que salió rejuvenecido. Desterrado a Patmos escribió el Apocalipsis.

La Tertulia Latassa del Ateneo de Zaragoza, para felicitar las Navidades de 1989, reprodujo en facsímil una rara edición de 1695. Se trataba de unas letras que se habían de cantar en la Fiesta que celebraban los impresores de libros de Zaragoza en honor a su Patrón, San Juan Apóstol. Estas letras fueron impresas por el litógrafo Manuel Román, impresor de la Universidad y de la Santa Iglesia Metropolitana. Tenía su oficina en la antigua calle del Santo Sepulcro, hoy de don Teobaldo, cercana al monasterio de canonesas del Santo Sepulcro, que le dio el nombre, y muy próximo a la antigua Universidad de Zaragoza, fundada por Cerbuna. Manuel Román imprimió entre 1684 y 1711. En 1701 lo hizo con Pedro Carreras de la calle Mayor y desde 1712 hasta 1715 firman los libros sus herederos.

De estas Letras no se hallan noticias en ningún manual bibliográfico. Los impresores barceloneses estamparon unos villancicos en la fiesta de San Juan Evangelista de 1701 y una canción real compuesta por Juan Bautista Escorigüela fue impresa en Valencia en 1798.

La primera referencia de la Cofradía de los impresores de Zaragoza es un censal cargado por el Oficio de libreros zaragozanos el 19 de julio de 1655, por valor de 40 sueldos jaqueses de pensión anual, a favor de los mayordomos y cofrades de la Cofradía y Hermandad de los impresores de dicha ciudad, fundada en el convento de San Agustín, en la capilla de San Juan de Portalatina, su Patrono, que quizá fuera elegido por la analogía de su martirio en la tina y la fabricación de tinta por los impresores. En estas Letras se dice: "Porque T, es la diferencia,/ que ay de la Tina a la Tinta". Aunque no se sabe el año de la fundación de la Cofradía, los impresores de Zaragoza debían estar organizados de forma similar al resto de los oficios mecánicos de la ciudad. Los libreros constituyeron su Cofradía, bajo la advocación de San Jerónimo, en 1573 y los naiperos en 1690, aunque se desconoce quien fuera su Patrono. En algunas ocasiones los impresores intervenían también en las funciones que realizaban los mercaderes de libros. Por ello surgieron disputas. Los impresores lograron que el Concejo de Zaragoza anulara las ordinaciones del Gremio de libreros de 1679. El 5 de junio de 1680, los tipógrafos Domingo La Puyada, Domingo Gascón, Pascual Bueno y Antonia Nuebevillas, viuda de Diego Diormer, juraron y aceptaron la ordinación dada el 12 de mayo de 1680 por los Jurados de Zaragoza, sobre las diferencias entre ambos oficios. Los impresores no podían "comprar ni compren librerías algunas para volverlas a vender".

El aprendiz formalizaba su ingreso en el taller tipográfico mediante un contrato, llamado firma de aprendiz, en el que venían fijadas ciertas obligaciones para ambas partes. Este aprendizaje duraba cinco años, tras los cuales el aprendiz recibía del maestro el vestido, como era costumbre en la profesión, pasando entonces a oficial. En este estadio se permanecía durante muchos años, a no ser que procediese de una familia con imprenta propia, o contrajera matrimonio con la viuda del maestro y dueño del establecimiento, cosa que sucedía muy frecuentemente.

Estas Letras impresas para la fiesta de los impresores en 1695 son en realidad villancicos. El villancico nació en el siglo XV en contextos profanos cortesanos, para introducirse más tarde en los templos, sustituyendo al canto de responsorios en latín, dentro de la celebración de Maitines. El villancico se compone de estribillo o responsión, que entona el coro, y de coplas, que son cantadas generalmente por solistas. En el estribillo del villancico tercero de estas Letras de 1695 se canta al arte de imprimir como Arte Liberal: "Pero á todas al punto despide,/ A todas retrae,/ Con nobles ventajas,/ Con ricos quilates/ El Arte de Imprimir/ Cuya excelencia grande,/ Cortas Buelve, y menguadas/ A las Artes, que son mas Liberales".

Diego Dormer imprimió en 1640 el político D. Fernando el Católico. Juan Nogués, que trabajó en Lérida, Huesca, Zaragoza y Madrid, imprimió en 1651 la primera parte de El Criticón en Zaragoza y la segunda en Huesca en 1653. Juan Ibar hizo lo propio con El Comulgatorio en 1655. El autor de todos ellos era Baltasar Gracián.


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