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| Antonio Arteta
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | En la Cántiga de los clérigos de Talavera, última pieza del Libro del Buen Amor, el arcipreste de Hita satirizaba las medidas tomadas por el arzobispo de Toledo, don Gil de Albornoz, para imponer disciplina a estos clérigos: "Cartas eran venidas, dizen d'esta manera/ que casado nin clérigo de toda Talavera/ que non toviés mançeba, casada nin soltera: /qualquier que la toviere descomulgado era". Algo parecido le ocurrió a Antonio Arteta de Monteseguro (Loporzano, Huesca, 1745 - Zaragoza, 1813), famoso predicador y figura destacada de la Ilustración aragonesa.
Antonio Arteta colaboró con la Real Sociedad Económica Aragonesa desde su fundación en 1776, pero en mayo de 1789 las actas de aquella Real Sociedad dicen que Arteta estaba enfermo, aunque lo cierto era que un mes antes se le había iniciado un juicio criminal por conducta sexual desordenada. Y es que hacía tres años que mantenía una relación con Antonia Tello, que era mujer casada, pues ya la visitaba cuando vivía con su marido en la calle del Peso. Al desaparecer el marido en 1784, Antonia se traslada a la calle de San Lorenzo, donde recibía a Arteta, que pagaba el alquiler y una dote por alimentos. Más tarde, el canónigo que vivía con su madre, aceptará a su amante como casera. Y es en 1788 cuando Antonia da a luz en casa de Arteta y con ayuda de su tía Josefina Tello, a una niña que se bautiza en la parroquia de San Miguel el 12 de octubre. Esta niña llamada Martina se entregará a Catalina Vello, mujer del farolero del Real Seminario de San Carlos, a la que Arteta le pagaba 15 pesos al mes por la lactancia de la niña. Al parecer el canónigo ya había dejado embarazada a otra criada, que había dado luz en su propia casa, siendo entregada también a terceros.
El día de San Jorge de 1789, el alcalde del crimen de la Real Audiencia, José Navarro, entró en casa de Arteta y expulsó a Antonia Tello. Y al día siguiente el arzobispo de Zaragoza arrestaba al canónigo, iniciando de oficio un juicio criminal por medio del fiscal eclesiástico, ente el tribunal de la Curia arzobispal de Zaragoza. Este tribunal le castigó a residir seis meses en el Real Seminario de San Carlos, prohibiéndole que "trate ni comunique con las personas del otro sexo… ni con el trato de otra mujer alguna cause nota, ni escándalo", privándole de la paternidad de la niña. Resulta poco menos que chocante que fuera obligado a vivir donde trabajaba, precisamente, la familia que había acogido a su hija. Esta sentencia fue recurrida y en 1791 el tribunal de Rota absolvió al canónigo de las penas. Interesado por los problemas de la infancia, Arteta publicó en 1801 y en la imprenta de Mariano Miedes, la primera parte de la Disertación sobre la muchedumbre de niños que mueren en la lactancia, y la segunda y la tercera parte en la imprenta de Francisco Magallón en 1802. A partir de 1777, Arteta formará parte de la Junta de Escuelas Patrióticas, que se encargaba de canalizar la actividad educativa de la Económica, cargo que volvería a ocupar en 1795. De 1780 data su obra no localizada Tratado metódico para la educación física e intelectual de los niños, Muñoz, Valencia.
Antonio Arteta había estudiado en el Colegio Seminario de la Santa Cruz de Huesca, fundado en 1571 y adscrito a la Universidad, donde podían estudiar los clérigos pobres con vocación. En 1772 se doctora en Teología. Este mismo año obtiene el cargo de racionero penitenciario de La Seo y poco después, también por oposición, el de racionero penitenciario del Pilar. En 1774 fue nombrado capellán del Real Acuerdo, un organismo consultivo del Capitán General de Aragón, y capellán de la parroquia de San Juan del Puente, próxima a la Audiencia. En 1784 será nombrado arcediano de Aliaga y dignidad del Cabildo Metropolitano. Con todo, Arteta lograba una renta anual de 300.000 reales.
Su obra principal, Discurso instructivo sobre las ventajas que puede conseguir la industria de Aragón con la nueva ampliación de puertos, la presentó al premio convocado por la clase de Comercio de la Real Sociedad Económica, que ganó en 1780, siendo editada en Madrid en 1783, debido a algunas tensiones con la Sociedad Económica. En la Imprenta Real se tiraron 750 ejemplares, que se pusieron a la venta a 10 reales. De ellos, 50 se entregaron al autor y 150 se enviaron a Zaragoza para su venta.
Pero aunque las autoridades habían retirado su paternidad de la niña nacida de Antonia Tello, al cabo del tiempo fue la depositaria de todos sus bienes. Como hemos dicho, Antonio Arteta murió en 1813. En su testamento dejaba heredera de sus bienes a su antigua amante, Antonia Tello, que por sus últimas voluntades, al morir en 1818, pasaron a Martina Castro y Tello, la hija de ambos. Antonia Tello murió en casa de su sobrino Manuel Menal, coadjutor de la parroquia de San Pablo de Zaragoza.
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