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La fábrica de papel de Villanueva de Jalón
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Pasado el abandonado pueblo de Villanueva de Jalón, en dirección a Morata, al mismo borde de una acequia que deriva de un azud del río Jalón, se encuentra en pie una edificación con una placa de cerámica que declara su antiguo empleo como fábrica de papel. No lejos de allí y sobre el mismo cauce de la acequia, todavía está en bastante buen uso una noria enorme, que en otro tiempo debía albergar una pequeña habitación sobre ella, que daba riego a unos olivos, de los que quedan hoy en día algunos ejemplares en verdad magníficos.
Los egipcios ya emplearon los tallos del junco Cyperus papyrus, que crecía a las orillas del Nilo, para fabricar sus papiros. Hacia 1150, al-Idrisi menciona los molinos de papel de Játiva, pero habrá que esperar a la invención de la imprenta para que su industria se desarrolle. En 1798 Louis Robert inventaría las máquinas de fabricar papel.
Ignacio de Asso en su completa y documentada Historia de la Economía Política de Aragón de 1798, registra en el partido de Calatayud fábricas de papel en Castejón, con dos tinas, cuyo papel florete tenía buena salida para Madrid, la fábrica de Ateca era muy inferior, fabricándose diariamente 15 o 16 resmas en una sola tina. Había otra fábrica de papel en Calmarza, de dos tinas, que solía sacar unas cinco mil resmas de papel anuales. Esta fábrica de papel de Villanueva tampoco aparece nombrada en el Diccionario de Pascual Madoz (1845-1850). Sí vienen reseñados los cultivos predominantes de la zona, que eran: trigo, cebada, maíz, cáñamo y lino, aparte de las viñas, los olivos y las huertas.
Para la fabricación de papel se utilizaba entre otras materias primas el esparto, que servía además para hacer bendejos, que eran gruesas cuerdas para engavillar, así como cuevanos, espuertas y serones, amén de alpargatas, llamadas esparteñas o espardeñas, de gran tradición en Zaragoza y Ateca. En Saviñán aún se conoce un paraje como las Espartinas, donde se cultivaron también olivos hasta fechas relativamente recientes.
Para la fabricación de papel es preciso contar con un agua cristalina. En un principio se utilizaron los trapos del color blanco. Con la aparición del cloro se pudieron blanquear los trapos de otros colores. Luego se utilizó también la fibra de los árboles, después de deshacerla con sosa caústica, lo que motivó el empuje de las industrias salineras.
El Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos (1797-1808), fue el primer periódico agrícola del país. Godoy había encargado a Juan Bautista Virio un plan de acción educativa y, entre las alternativas presentadas por éste, Godoy eligió la creación de una publicación periódica que influyera en el campesinado a través de los curas párrocos, idea muy en consonancia con la propuesta por Jovellanos en su Informe sobre la Ley Agraria, que envió a la Sociedad Económica de Madrid el 26 de abril de 1794. En el número 280, correspondiente al jueves 13 de mayo de 1802, se publicó un curioso estudio titulado: "Del papel de estraza fuerte hecho con la casca de las tenerías, y noticia de un papel incombustible". La operación se reducía a tomar la casca, una vez sacada de los noques, para lavarla y molerla en un molino de pilón o de martillo durante dos horas, reservándola. En una pila se echaban los trapos de lana con la intención de deshilacharlos y triturarlos, por espacio de media hora, añadiéndose la mitad de la masa de la casca ya preparada, sin triturarla con el cilindro mucho tiempo. Después se llevaba la pasta a la cuba. También se notificaba que Brugnatelli había hecho experimentos para lograr un papel de escribir que fuese incombustible, aunque en todas las pruebas sólo había hallado el líquido silíceo que pudiera defenderlo del fuego.
En el Discurso sobre el fomento de la industria popular, debido a Pedro Rodríguez Campomanes, del que se editaron 30.000 ejemplares para difundirlos en 1774 por todo el reino, se perseguía combatir la ignorancia, siempre ciega, y el desprecio a toda novedad, señalando la urgencia de declarar a todos los oficios honestos y honrados.
En el número del jueves 15 de abril de 1802 del aludido semanario, Young, en un artículo titulado: "Ventajas de la agricultura sobre las fábricas", escribía: "La agricultura es indubitablemente el fundamento de todas las artes, y por esto entra en la política ideal de todos los pueblos civilizados el promoverla en quanto puedan...". Y continuaba: "a mi ver toda fábrica es perjudicial si separa del campo los brazos necesarios para su cultivo...". En verdad que los tiempos han cambiado. ¡Y de qué manera!
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