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Dos corridas de toros en Calatayud en 1773
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | En el ayuntamiento celebrado el 19 de julio de 1773, se acordó que sería de mucha utilidad tener dos corridas de toros en el próximo mes de septiembre, pues la ciudad tenía cortos medios, con algunos empeños y pleitos. Para ello se pidió permiso al capitán general del reino, Antonio Manso, dando comisión a Cristóbal Casanova, Miguel de Ciria y Joaquín López.
En el ayuntamiento celebrado el 24 de julio se vio una carta que se había recibido del capitán general, fechada el 20 de julio pasado, en la que informaba que tenían que pedir permiso al Consejo de Castilla, que era el que tenía facultades para ello. Por tanto se acordó pedirlo al conde de Aranda.
En el ayuntamiento del 5 de agosto se vio una carta del conde de Aranda, fechada el 29 de julio pasado, en la que reiteraba su permiso que había concedido el 29 de julio de 1768, para celebrar dos corridas de toros. Conocida la respuesta, se acordó avisar al capitán general del reino. También se acordó que los maestros albañiles de la ciudad revisaran los balcones, casas y tejados de las casas de la plaza del Mercado, asistidos por dos comisionados y en compañía del escribano, que tomaría nota de todo lo necesario. Los dueños debían hacer las obras requeridas por los maestros albañiles.
En el ayuntamiento del 7 de agosto, el diputado Joaquín López señaló que había informado por carta al capitán general y al Real Acuerdo sobre la licencia concedida por el conde de Aranda. Miguel de Ciria y Joaquín López, en compañía de los maestros albañiles, habían recorrido todas las casas de la plaza del Mercado, donde debían celebrarse las corridas de toros. Los maestros albañiles señalaron que debían componerse muchos balcones, con otros reparos en varias casas, según constaba en la relación que había tomado el escribano. En nombre del ayuntamiento, se acordó enviar a cada vecino por escrito una relación con los reparos necesarios de sus casas y balcones, para que lo llevaran a cabo en el término de seis días desde la fecha. En caso contrario, el ayuntamiento las mandaría hacer a costa de los dueños.
Este mismo día se acordó que debían ponerse carteles para el cerramiento y vallado de la plaza del Mercado, para estas dos corridas de toros.
El 14 de agosto se recibió carta del capitán general, por la que decía haber quedado enterado del permiso concedido por el conde de Aranda, pasando el oficio al Real Acuerdo. Este mismo día se trató que algunos vecinos de la plaza y dueños de los balcones, no habían llevado a cabo las obras mandadas por los maestros albañiles de la ciudad. Por ello se acordó pasarles aviso para que el próximo lunes por la mañana comenzaran las obras, en caso contrario el ayuntamiento las mandaría hacer a sus expensas.
El 18 de septiembre Felipe Carbón se quejaba porque los albañiles habían levantado dos tablados sobre las carnicerías, quedando sus ventanas sin utilidad, pidiendo los 20 reales que había pagado, pero el concejo no accedió.
En el ayuntamiento extraordinario celebrado el 23 de septiembre, los comisionados presentaron las cuentas de las corridas de toros, que fueron aprobadas, acordando que las 185 libras del superávit y lo que resultara del caballo vendido se entregaran al depositario de Propios, para darles el destino prevenido por la superioridad.
Los comisionados Casanova, Ciria y López presentaron detalle de estas cuentas con cargo y data. Por ello sabemos que las corridas se celebraron en dos días, lidiándose veintiún toros. En el cargo se apuntaron 558 libras, 9 sueldos y 2 dineros de los tendidos de la plaza del primer día y 459 libras y 11 sueldos de los tendidos del segundo día. También se anotaba lo pagado por Joaquín Rada de un tablado, el alquiler del balcón del ayuntamiento a cargo de Matías Ciria, ocho puestos que habían elegido algunos oficiales del regimiento del cuartel en la valla, el tablado que fue ocupado por los soldados del regimiento y lo que habían contribuido los vecinos de la plaza. A esto se sumaron las diez pieles de los toros, a 26 reales cada una, la venta de la carne y los menudos de estos diez toros, que se habían cortado en el macelo a diferentes precios, y el producto de los toros restantes, menos el que se había llevado el torero de Munébrega, con el pretexto que se lo había dado la ciudad. Con el caballo que fue vendido al convento del Carmen, la suma del cargo ascendió a 1.384 libras, 7 sueldos y 14 dineros.
En la data se apuntaron varios gastos por cerrar la plaza, de traer los toros y sacarlos a la plaza, de las botargas, pago a ministros y porteros, trabajo del cerrajero y de componer los bancos y hacer el tirante.
Los veintiún toros costaron 672 libras, a 32 libras cada toro. Se pagaron a seis vaqueros, a razón de 3 pesetas cada uno por día y el gasto. También se anotaba lo que habían cobrado en total los toreros de a pie, incluidos los dos toros que les había dado la ciudad. También se pagó a otro torero a caballo. Se compraron seis varas largas y dos puntas. A Ramón Langa y Pedro Gil se pagaron treinta docenas de lengüetas para las banderillas y una docena de rejoncillos. A los torneros se les pagó por hacer los palos para las banderillas, con otros trabajos para asegurar las puertas. Al carpintero se le pagó por doce arquillas y doce varas para los vagoncillos.
Se compraron treinta y dos varas de tela para las capas de los toreros y se pagaron a los sastres por coserlas, con las mantas de las mulas y una vara de tela para su adorno. A un maestro y a dos peones se les pagó por cerrar la calle sucia con pared. Se compraron también caballos para torear y once medias de cebada, pagando también al mozo que cuidó de los caballos y el aceite para tenerlos con luz en el pajar. Asimismo se compraron doce cañizos para colocarlos encima de las puertas de la plaza y una cinta para la llave del toril. Se pagó de traer y llevar la madera a Terrer y a Anchis, con los peones que se hicieron cargo de este menester. Otros gastos ocasionaron los peones que prepararon la plaza, cuidaron de las luminarias y pusieron mantas para el encierro. Otras partidas recogían lo gastado en luminarias, músicos, de pintar el palo y las colleras de las mulas, de los tirantes para las mulas, sogas y calzaderas para los toriles. También se tomó nota de lo que habían cobrado los operarios del macelo y cortantes por vender los toros. Los gastos ascendieron a 1.199 libras, 7 sueldos y 14 dineros, quedando una ganancia de 185 libras y un caballo, con valor de 5 libras y 4 dineros. Las cuentas estaban fechadas el 20 de septiembre de 1773.
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