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Juan de Burgos
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | En el Libro primero de la parroquia de San Pedro de Saviñán (1546-1604), encontramos la partida de defunción del pintor Juan de Burgos, el 16 de octubre de 1580. En 20 de marzo de 1584 fallecerá su mujer, la pintora, de la que no se apunta el nombre. Había otorgado testamento con el notario de Morés, nombrando ejecutor a su yerno Domingo de Campos. José Miguel Acerete, en su Estudio documental de las artes en la Comunidad de Calatayud en el siglo XVI, citaba un protocolo debido al notario Jerónimo Gómez Trosera, fechado el 23 de febrero de 1577. En él, Jaime de Funes, mercader de Calatayud, cancelaba una comanda de 555 sueldos y 6 dineros que Juan de Burgos, pintor, y Domingo de Campos, su yerno, vecinos de la Señoría de Saviñán, tenían de Juan de Maluenda de Vera y Catalina López, viuda de Martín Otive y entonces mujer de Jaime de Funes.
Jerónimo de Burgos, pintor, aparece citado como testigo en un protocolo notarial debido a Jerónimo Franco, datado en 1585, donde se le cita como pintor natural del reino y habitante de "Savinyán".
Tanto Jerónimo como Juan, pintores los dos, quizá fueran descendientes del pintor Juan de Burgos, vecino de Calatayud, que aparece en 1480, cuando nombra procurador para recibir su privilegio de hidalguía. En el fogaje de 1495 encontramos como vecinos de Calatayud al maestre Jaime Arnaldín, Bartolomé Verdeseca, Juan de Sayas, dos individuos llamados Pedro de Burgos y a Ximeno de Sayas, todos se corresponden con nombres de pintores. Tampoco faltan en el fogaje varios sogueros y la "putería".
Fabián Mañas defiende la existencia de una escuela de pintura gótica en Calatayud, a la que pertenecerían los Arnaldín, Burgos, Cardiel, Ram, Santorquat y Verdeseca, entre otros. En 1488 Jaime Arnaldín I trabaja en la parroquial de Saviñán, aunque se desconoce el retablo. Su padre fue el pintor Benito Arnaldín (h1380-1456), que tuvo tres hijos pintores: Juan, Jaime y Benito. Jaime Arnaldín I (h1420-1495) fue aprendiz en el taller de Pascual Ortaneda en 1433. Pintó retablos para Calatayud, Belmonte y Saviñán. Pero nada se conserva de esta época en la parroquial de Saviñán, pues la iglesia se rehízo en el siglo XVII. En una visita pastoral en 1579 se mandaba alargar la iglesia, pero en 1582 se consiguió que se suspendiera el dictamen del obispo, porque "es de poca posibilidad". El obispo Cerbuna en 1588 mandaba a los Jurados y Concejo de Saviñán "crecer y ensanchar, o hazer de nuevo dicha Yglesia", porque no cabían en ella los parroquianos. Pero la obra se fue dilatando hasta 1625, fecha de su contratación. En esta visita, el obispo Cerbuna pedía una cubierta para el altar del Crucifijo. El 1601 fallecía Millán Vetrián, de treinta y seis años, a consecuencia de unas heridas, dejando algunos dineros para la Capilla del Rosario de Saviñán y para Nuestra Señora de la Sierra, y una media de trigo para San Millán de Torrelapaja. Isabel Vicen, mujer de Juan de la Sierra, falleció en 1602 a los treinta años. Dejaba 13 arrobas de aceite a repartir entre las Cofradías del Santísimo Sacramento y del Rosario, y para las ermitas de San Roque y San Blas. Dejaba 20 escudos para misas, a celebrar en el altar mayor y en la capilla del Rosario. A la muerte en 1603 de Francisca Catalán, dejaba 200 sueldos por su alma y para misas en los altares del Santísimo Sacramento y del Rosario, además de 20 sueldos a cada una de estas cofradías: Santísimo Sacramento, del Rosario y Vera Cruz. En 1603 fallecía Ana Pérez, que estaba casada con el licenciado Domingo Casaonda. Dejaba en sus últimas voluntades 1.000 sueldos para gastos de entierro y misas en las capillas de la Soledad, de San Francisco y otras capillas privilegiadas. José Gracián, en sus Notas para la Historia de Saviñán, de 1919, citaba la capilla de San Jerónimo, luego dedicada a la Virgen del Pilar, que pertenecía al Capítulo Eclesiástico de la parroquia, donde tenían derecho a enterramiento los capitulares o beneficiados de ella. En una de sus visitas el obispo Fr. Diego de Yepes mandaba que debía repararse la imagen de San Lorenzo y se quitara la humedad de la capilla del Santo Crucifijo. Según la Consueta de 1600 el día de San Lorenzo había procesión con su reliquia.
En enero de 1597 fallecía Juan Garcés, mancebo, que había muerto en galeras. Dejaba doscientas misas por su alma y otras doscientas por la de sus padres. En 1601 fallecía Alonso Martínez, morisco de nación berberisca, vecino por algún tiempo de Cardona. No se había confesado porque había caído muerto cuando lo llevaban a Paracuellos. A consulta del vicario, el vicario general de Calatayud, Juan Betrian, señaló que los moriscos berberiscos gozaban de libertad en Castilla, cosa que no ocurría con los granadinos, por lo que no había causa alguna para ser privado de sepultura. Por ser cosa penal debía constar la causa por la que se le privaba de sepultura, como ser infiel, no bautizado, descomulgado u homicida. Por "testimonios auténticos que consigo traia" el vicario general resolvió que convenía enterrarlo y por tanto envió su licencia.
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