JOSÉ RAMÓN OLALLA | El Viernes Santo por la tarde se va en procesión con la Soledad y el Cristo Yacente por las calles de Maluenda. En la puerta de la iglesia se lleva a cabo una sencilla ceremonia del entierro de Cristo, a quien se mete en la caja. Aún se canta durante la procesión del Viernes El entierro de Nuestro Señor.
La Madre estaba llorosa
junto a la cruz lagrimosa
do pendía el Redentor.
Y su alma desolada
viose entonces traspasada
de una espada de dolor.
¡Oh qué triste y afligida!
Fue esta Madre esclarecida
del unigénito Dios.
Cuando se afligía y dolía,
cuando las penas veía
de aquel Hijo de su amor.
Qué ojos hay que no llorasen
si a esta Madre contemplasen
en tan extrema aflicción.
Por los crímenes atroces
de su pueblo entre feroces
tormentos a Jesús dio.
Vio aquel dulcísimo Hijo
acerado en la cruz fijo
donde su aliento expiró.
La pues fuente de amores
haz que sienta tus dolores
porque también llore yo.
Que mi corazón se inflame
para que a Jesús ame
puesto que El tanto amó.
Santa Madre esas heridas
por tu Hijo recibidas
en mi corazón grabad.
De este cuerpo tan llagado
conmigo que lo he cansado
los dolores promediar.
Haz que yo contigo llore
puesto al crucifijo more
mientras me dure el vivir.
Que de esa cruz no me aparte
que en tu llanto tome parte
desde ahora hasta el morir.
Madre Virgen la más pura,
no me sirvas de tristura
guste contigo llorar.
Haz que con ánimo fuerte
la Pasión de tu Hijo y muerte
pueda en mi copiar.
Que en sus crueles heridas
en su sangre y cruz unidas
logre en mi alma embriagar.
Protegido por tus ruegos
haz que los eternos ruegos
logre en el fin evitar.
Al terminarse la vida
cuando llegue a la partida
por tu Madre o buen Jesús.
Concederme la victoria
y del paraíso la gloria
en las regiones de luz.