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Carlos Gasca Ibarra (1904-1988)

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Uno de los animadores de la última etapa del que fuera Boletín del Centro JYMU de Sabiñán, Cauce y Caudal (1974-1978), fue Carlos Gasca Ibarra. Mi abuelo Félix estaba suscrito a Cauce y Caudal, donde yo leía con interés y con curiosidad las crónicas de Carlos Gasca, las Notas para la historia de Sabiñán de José Gracián Gasca y las "Ráfagas" de Tomás Asensio Olvés.

En el cementerio municipal de Sabiñán he encontrado una placa con el nombre de este recordado paisano, que murió en 1988, a los ochenta y cuatro años de edad. En la misma lápida se encuentra otra placa de su esposa Mª Carmen Allué Esteve (1910-2003) y otra de su hija Dolores Gasca Allué de Fernández (1947-2004).

En una manzana de nichos del cementerio municipal de Sabiñán descansan Luis Gasca Ibarra (1903-1974), Joaquín Gasca Ibarra (1891-1976), hermanos de Carlos, y Joaquín Gasca Gimeno (1919-2002), hijo de Joaquín Gasca Ibarra, que murió en 2002, a los ochenta y tres años.

Joaquín, Luis y Carlos eran hijos de Roque Gasca Escós y de Aquilina Ibarra Lafuente, que casaron en Sabiñán el día de san José de 1888. Roque Gasca, natural de Morés, tenía entonces veintidós años y era comerciante. Era hijo de Roque Gasca, de la Señoría, y de Joaquina Escós, de El Frasno. Aquilina Ibarra Lafuente, era natural de Bulbuente, tenía veintiséis años de edad y era hija de Joaquín Ibarra y de Miguela Lafuente, de Sabiñán. De testigo aparece mosén Ignacio Crespo, diácono y natural de Zaragoza. Mosén Ignacio Crespo era hijo del que fuera notario de Sabiñán, Federico Crespo Lozano. Mosén Ignacio Crespo Laguna murió en Sabiñán en 1907, a los cuarenta y dos años de edad. Entonces estaba adscrito a la parroquia de San Pedro de Saviñán.

En el número del 28 de febrero de 1907 del Boletín Eclesiástico, se apuntaba la composición de la Junta de Acción Católica de Morés. Como presidente de la misma aparece Roque Gasca.

Roque Gasca y Aquilina Ibarra fueron padres de Roque, 1888, Joaquín, 1891, Carmen, 1893, Amelia, 1894, Pilar, 1898, Dolores, 1900, Ángela, 1901, Luis, 1903, y Carlos, 1904, aunque no hemos encontrado su partida de bautismo en los libros parroquiales de San Pedro de Sabiñán. Aquilina Ibarra murió en Sabiñán en 1946, a los ochenta y tres años. Roque Gasca Escós murió en Sabiñán en 1952, a los ochenta y siete años.

Roque Gasca Ibarra casó en el Sepulcro de Calatayud en 1919 con Natividad García. Joaquín Gasca Ibarra casó en Sabiñán y en 1919 con Ignacia Gimeno Lafuente. Luis Gasca Ibarra casó en San Miguel de Zaragoza y en 1931 con Consuelo Berges. Y Carlos Gasca Ibarra casó con Mª Carmen Allué Esteve. El 31 de agosto de 1937 moría en Sabiñán el joven de quince años José-Luis Allué Esteve, hijo de Julián y de María, a causa de una hemorragia doble. Era natural de Huesca, pero debía estar por aquellas fechas de vacaciones en Sabiñán, en casa de los Gasca.

En el número 13 de Cauce y Caudal, septiembre-octubre 1975, Carlos Gasca recordaba la figura del canónigo José Martínez Saldaña, del que tanto escribía José Gracián en sus Notas para la historia de Sabiñán. Y comentaba que en 1931 o 1932 se pensó dar el nombre del canónigo Martínez a la Biblioteca Municipal de Sabiñán, pero entonces Carlos Gasca tuvo miedo a que los republicanos la cerraran. Entonces era alcalde de Sabiñán Pascual Olvés Lafuente, tío de Carlos, quien en nombre de la Corporación que presidía, donó a la biblioteca el diccionario Espasa. En un acta del Ayuntamiento de Sabiñán, con fecha de 14 de mayo de 1932, se recogía la petición del director de la Biblioteca de Sabiñán, que pedía a la Corporación Municipal el diccionario Espasa. El Ayuntamiento acordó la cesión con algunas condiciones, pues entonces carecía de local. En junio de 1932 José-María Zaldívar ofreció una conferencia cultural en la Biblioteca de Sabiñán.

En 1975 Carlos Gasca proponía dar el nombre del canónigo José Martínez Saldaña a la biblioteca del Centro JYMU, pero la idea cayó en saco roto.

En este mismo número Carlos Gasca recordaba un suceso que oyó de labios de su padre, que aconteció en la procesión de san Roque del año 1900, y que mereció los honores de ser publicada en la colección de El cuento mensual, que editaban las señoritas García Estrada, nietas del dramaturgo García Gutiérrez. Por cinco pesetas al año entregaban doce cuentos.

Se titulaba Las faltas de los capitanes y en el cuento se narraba la fiesta del día de san Roque, con la procesión del santo por las calles del pueblo. En aquella ocasión, al lado de la peana, adornada con cuatro rollos, dalias, albahaca, uvas y peras, iban tres cofrades apodados "El Capitán", "El Tuerto" y "El Pobre". Al pasar la procesión por la Señoría, por delante de la casa del "Serrador", las ramas de un gran nogal, que sobresalían por encima de la tapia, iban a pegar en lo alto de la peana. A esto "El Capitán" advirtió a los mozos que llevaban la peana de san Roque: "Ojo, chicos, que vais a pegar con las ramas en el árbol". A lo que "El Tuerto", advirtiendo la confusión, le replicó: "Capitán, esa se te ha escapao". Y a ésta, Antonio "El Pobre" añadió: "Pues oye tú, para ser tuerto, pronto lo has visto". A lo que "El Tuerto" sentenció: "¿No ves que las faltas de los capitanes son más notaas?".

En el número 18 de Cauce y Caudal, junio-julio 1976, Carlos Gasca escribía sobre la luz eléctrica en Sabiñán, recordando a José Gracián Gasca, a su esposa Josefina Gasca, su casa del rincón de la calle Nueva y las buenas meriendas que en aquella casa se servían a los chicos de la familia y a sus amigos.

Carlos Gasca afirmaba que el apellido Gracián provenía de Borja y el de Gasca, según el historiador Adolfo Castillo Genzor, venía de Embid de la Ribera, del propio brigadier Gasca. Lo cierto es que la familia Gasca aparece ya radicada en San Miguel de la Señoría a principios del siglo XVIII. Allí encontramos a Pedro Gasca y a Isabel Lázaro, que habían casado antes de 1709, año de arranque del Libro tercero (1709-1833) de San Miguel. El Libro segundo no se encuentra en el Archivo Parroquial.

Su hijo Roque Gasca Lázaro casó en 1732 y en San Miguel de la Señoría con Polonia Luna Torcal, de Villanueva de Jalón. Su hijo Diego Gasca Luna casó en 1770 y en San Pedro con Gracia Cabello Caballero, de Morés, siendo padres de Roque Gasca Cabello, que casó en San Pedro y en 1792 con María Calvo Melús, hermana de mosén Manuel y de Pedro Calvo Melús. Pedro Calvo casó en 1799 con Vicenta Sánchez Olmedo, siendo padres de mosén Manuel, Fr. Pedro, franciscano, Fr. Lorenzo, franciscano, Fr. Vicente, franciscano y misionero en el Perú, y Concepción-Josefa, que casó en 1829 con José Pablo, de la Aldehuela de Tobet. Su hija Dolores Pablo Calvo casó en 1862 con Judas Cormán Sancho, abuelos de las "Mosencalvas".

Roque Gasca Calvo casó con Simona Serrano Pérez, de Embid de la Ribera, siendo padres de Roque Gasca Serrano, que casó en Saviñán y en 1862 con Joaquina Escós Joven, de El Frasno, abuelos de Carlos Gasca Ibarra. En el padrón parroquial de 1885 la familia Gasca-Escós vivía en el nº 6 de la calle del Centro, con sus hijos Roque, Higinia, Manuel, Domingo y Jesús Gasca Escós. Roque Gasca Escós casó en Sabiñán y en 1888 con Aquilina Ibarra. En 1889 Higinia Gasca Escós casó con Ignacio Lasierra Cimorra.

El brigadier Gasca se llamaba Gervasio Gasca y había nacido en Embid el 19 de junio de 1760. Era hijo de Juan Gasca y Pérez y de María Ormigón y Cuenca, infanzones. Desde muy joven sirvió en el Real Cuerpo de Guardias de Corps. En 1806 era coronel del regimiento de caballería de Farnesio y gentil hombre de su majestad. En 1807 sería nombrado gobernador militar de Daroca, en cuyo cargo dio comienzo la Guerra de la Independencia. Allí organizó el tercio de Daroca, que reforzó la columna de Calatayud al mando del Barón de Warsage. El 31 de diciembre de 1808 ya era Coronel de Plana Mayor. En el Segundo Sitio de Zaragoza combatió en la batalla del Arrabal, logrando el ascenso a brigadier, con antigüedad de 9 de marzo de 1809. Consiguió fugarse después de la capitulación de Zaragoza, presentándose en el ejército de Cataluña, donde fue comandante general de caballería. En 1820 se le confió el mando del regimiento de caballería de Villaviciosa y en 1830 obtuvo el cargo de segundo cabo del distrito militar de Aragón. Murió en 1834, siendo sepultado en uno de los viejos nichos del cementerio de Torrero.

El brigadier Gasca tenía un hermano llamado Pedro Gasca, que era algo más joven que él. Pedro fue también militar, sirviendo en el arma de infantería. Comenzó su carrera militar de cadete en el primer batallón ligero de Voluntarios de Aragón, ascendiendo a subteniente en 1794, a teniente en 1796 y en 1806 a capitán. En 1808 ya estaba en Madrid, donde sería testigo del levantamiento del pueblo madrileño. Al conocer la difícil situación de Zaragoza, su batallón, al mando de su primer jefe, el teniente coronel José de Torres, y de su segundo comandante accidental, el mismo Pedro Gasca, partieron hacia Aragón con trescientos soldados. En Calatayud se integraron en la columna del barón de Warsage y se dirigieron a Zaragoza, donde participaron en los combates de Alagón y de Épila, acompañando a Palafox en su retirada a Belchite. Pedro Gasca regresará a Zaragoza a principios de julio, donde combatirá en la famosa jornada del 4 de agosto. Por ello Palafox lo ascendió a teniente coronel. Su batallón se distinguió también en la batalla de Tudela, siendo destinado más tarde a la defensa del convento de San José, que fue totalmente destruido por los franceses. En su defensa, Pedro Gasca fue herido por el casco de una granada la noche del 10 de enero de 1809. Palafox lo ascendió por ello a coronel, pero murió el 19 de enero, siendo sepultado en la iglesia de San Felipe de Zaragoza.

Sobrinos de estos dos militares fueron mosén Cosme Gasca, oficial de la división del general Villacampa, y Baltasar Gasca, oficial en la defensa de Zaragoza.

En este mismo número 18 de Cauce y Caudal, Carlos Gasca recordaba también a Leopoldo Navarro y a su padre Roque Gasca Escós.

Leopoldo Navarro había nacido en Sabiñán en 1850. Su padre Manuel Navarro (h.1820-1879) era herrero y natural de Morata de Jalón. Había casado en Sabiñán en 1844 con Josefa Moreno Romero. Leopoldo Navarro Moreno fue albañil y con el tiempo maestro de obras. En Huesca levantó unos bloques de viviendas, construyendo en Sabiñán una casa para después de su jubilación, que más tarde se destinó a cuartel de la Guardia Civil. Casó en Sabiñán y en 1909 con su sobrina Felisa Cormán Navarro, de treinta años de edad. Por aquellas fechas aún era vecino de Huesca, donde fue fundador y accionista de la Hidroeléctrica oscense. Él fue quien animó a José Gracián Gasca a viajar a Huesca, para conocer las instalaciones de la Hidroeléctrica oscense. Este viaje fue decisivo para la llegada de la luz eléctrica a Sabiñán, que fue el segundo pueblo de la provincia de Zaragoza en instalar el alumbrado eléctrico, en los últimos años del siglo XIX.

Roque Gasca Escós, padre de Carlos, fue "el primer electricista de la provincia de Zaragoza". Al morir su padre, Roque Gasca Serrano, en 1885, Roque Gasca Escós heredó una pequeña tienda con un alambique para hacer aguardiente, cuatro hermanos pequeños, dos años de bachiller y una gran afición a las obras, al cemento y a las cales hidráulicas, cuyos secretos había aprendido de su padre Roque Gasca Serrano, quien había trabajado en las obras del ferrocarril Madrid-Zaragoza, al lado de los constructores e ingenieros italianos, los Corsini. Joaquina Escós Joven murió el 9 de julio de 1885, a causa del cólera morbo. Tenía cuarenta y nueve años. Al día siguiente murió su marido Roque Gasca Serrano, de cincuenta años, a consecuencia de una neumonía intestinal. En 1885 y a consecuencia de la epidemia de cólera murieron en Sabiñán ciento cuatro personas, casi el ochenta por ciento de los fallecidos.

En el número 20 de Cauce y Caudal, Navidad 1977, Carlos Gasca nos recordaba el choque de trenes en la Jorquera, la noche del 2 de noviembre de 1929. En el exprés viajaba su hermano Luis Gasca y Constancio Esteve, de Calatayud. Entonces Sabiñán no tenía aún apeadero, que consiguió algunos años después, en 1938, por lo que los trenes no tenían parada. Pero aquella noche, debido al choque, el tren dejó a Luis Gasca en su pueblo. Entonces era alcalde de Sabiñán Pascual Sanjuán Mené, que fue un buen alcalde, en palabras de Carlos Gasca.

En el diario El Sol de Madrid apareció una editorial el 5 de noviembre, comentando el gesto de los vecinos de Sabiñán, que se volcaron con los heridos de los trenes. Por aquellas fechas ya recogía el periódico madrileño, que nuestro pueblo aparecía escrito de las dos formas: Sabiñán y Saviñán.

Carlos Gasca era partidario de la forma Sabiñán y cuenta en este mismo número de Cauce y Caudal que fue testigo y participante en las discursiones sobre una u otra forma, en animada tertulia con José Gracián, Javier Bordíu, Miguel Lafuente e Iñigo Gracián. Carlos Gasca relataba que hacia 1918, Javier Bordíu y Prat era ingeniero jefe de las brigadas topográficas que levantaron el mapa de Sabiñán. Y como el hijo del conde de Argillo era defensor de la forma Saviñán, impuso su criterio. El topógrafo toledano Lázaro Alonso, que con el tiempo fue buen amigo y colega de Carlos Gasca, que también ingresaría en el Instituto Geográfico y Catastral, donde ocupó los puestos más destacados, le contó la preferencia de Javier Bordíu por la forma Saviñán, que impuso en los mapas. Cuando Carlos Gasca ocupó los más altos cargos de este Instituto, pensó cambiar la forma Saviñán por Sabiñán, pero la cosa no era tan fácil, pues no tenía autoridad en Estadística. Y desde las páginas de Cauce y Caudal, Carlos Gasca aconsejaba que el Ayuntamiento de Sabiñán aprobara el cambio en pleno y lo solicitara a la Delegación de Estadística de Zaragoza.

El topógrafo Carlos Gasca firmaba en Huesca, el 27 de diciembre de 1934, un plano con una finca de Trébago, término de Sabiñán, de dos mil trescientos cuarenta y tres metros cuadrados de extensión, que hacían una hanegada, tres cuartales y tres almudes de riego. Esta finca era propiedad de mi abuelo Marcelino Tobajas Moreno, por compra a María del Carmen Gracián Campos, en escritura de 1 de marzo de 1925, ante el notario de Calatayud Alberto Martín Costea.

En el número 17 de Cauce y Caudal, abril-mayo 1976, Carlos Gasca nos contaba que perteneció con ocho años al Batallón Infantil de 1913, fundado por el militar retirado Pedro Miranda, al que los chicos le apodaban "Larán, larán". Y es que Miranda había enseñado a cantar un himno a los chicos del Batallón. Este himno tenía una letra un tanto ridícula y pedante, a la que se acompañaba en algunos pasajes con el estribillo de larán, larán. El ardor guerrero de Miranda, curtido en mil batallas, haría el resto.

En este mismo número, Carlos Gasca recordaba que iba a ensayar con su violín al viejo edificio de telégrafos de la calle Mayor con Paterno Pina, para luego incorporarse a la rondalla. Pero pronto lo dejó por falta de tiempo, aunque también nos confesaba que no tenía un buen oído musical. En 1931 Carlos Gasca y un hijo de Patricio Hernández compusieron mano a mano un tango dedicado a la Cruz de Mayo y a la culeca. Carlos Gasca compuso la letra y Hernández la música, pero Pascual Sanjuán Sardaña cambió la letra de Carlos Gasca por otra más graciosa.

También nos aseguraba que el último sorteo de quintos fue el celebrado en 1924. La primera quinta o reemplazo que no fue sorteada fue la de 1925, a la que pertenecía Carlos Gasca, Raimundo Berdejo Villalba, Manuel Sanjuán Uriol, José Palacios Olvés, Jesús Nonay Nonay, Bartolomé Manrique Rodrigo, Manuel Arenas Sánchez, Mariano Caballero Villalba, Ignacio Uriol Sánchez, Narciso Gumiel Lafuente, Antonio Acerete Vicente, Vicente Sánchez Pérez, Pedro-José-María Val Gumiel, Laureano García Martínez, Roque Peñalosa Andaluz y Tomás Asensio Olvés.

En los números 16 y 17 de Cauce y Caudal, febrero-marzo y abril-mayo 1976, Carlos Gasca nos contaba unos hechos que tuvieron lugar durante la tercera guerra carlista en el torreón. Por entonces era alcalde de Sabiñán Roque Gasca Serrano (1834-1885), abuelo de Carlos.

Carlos Gasca relataba que una fuerza carlista había ocupado esta zona del Jalón, colocando centinelas en los estrechos del río y en el torreón. El resto de los soldados se alojaban en Sabiñán, donde hicieron amistades. Al acabar la guerra, uno de estos soldados carlistas se hizo bandolero y acabó en el penal de Deusto. Desde allí se carteaba con Roque Gasca Serrano y con sus amigos. En sus cartas, el preso decía que si le enviaban una cierta cantidad de dinero, revelaría donde estaba enterrado el dinero de su unidad militar. Entre todos los amigos consiguieron reunir la cantidad que se les pedía y a cambio recibieron las instrucciones. Debían ir al torreón, medir treinta pasos al norte y mover una gran piedra que escondía un pasadizo. Y así lo hicieron. Trabajaban de noche, con ayuda de candiles y linternas, para evitar a los curiosos. Poco a poco fueron quitando tierra hasta que dieron con una escalera, que debía dar a la sala baja del torreón, pero un corrimiento de tierras apagó los candiles. Cundió el desaliento y abandonaron el proyecto. Carlos Gasca escribía que desde entonces la gente tenía miedo de ir al torreón, porque "unas encantadas" apagaban los faroles. A raíz de este suceso, comenzó a llamarse el torreón de las encantadas.

Carlos Gasca nos confesaba en su artículo que había subido al torreón en varias ocasiones. En aquella ocasión lo hacía el día de san Andrés. Durante la subida iba recordando a su padre, que ya le había hablado del pasadizo secreto allá por 1914, aunque también le venía a la memoria la fiesta de san Andrés en Huesca de 1933, cuando paseaba por las ferias con su novia Mª Carmen, luego madre de cinco hijos y entonces abuela de doce nietos.

Quiero creer que Carlos Gasca Ibarra debió ser un gran conversador y polemista, con una buena memoria, además de ser gran entusiasta de las cosas de su pueblo. En recuerdo, gratitud y merecido homenaje a mi paisano Carlos Gasca Ibarra, he preferido utilizar la forma Sabiñán. Queda dicho. .

BIBLIOGRAFÍA

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De Gentes de mi tierra, 2009

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