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El Sepulcro de Calatayud
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Alfonso I el Batallador, que reconquistó Calatayud en 1120, muere en 1134 sin sucesión. El rey, que era bastante misógino, decía que "un verdadero soldado debe vivir con hombres y no con mujeres", según cuenta Ibn al-Athir. Como buen soldado, de carácter ambicioso, idealista y dominador, deja su reino a las tres Órdenes religioso-militares de Oriente. De inmediato, Guillermo I, Patriarca del Santo Sepulcro de Jerusalén, envió a España al canónigo Giraldo para tomar posesión de la herencia. Pero a nadie interesaba el cumplimiento del testamento y el 29 de agosto de 1141 se acuerda la cesión y concordia de la parte que pertenecía al Santo Sepulcro, a favor del conde de Barcelona y sus descendientes. A cambio Ramón Berenguer, Regente de Aragón, concede a la Orden las villas de Codos, Madón, Capreras, Landet y Tobed, y en 1146 concede un solar en Calatayud, cerca de la puerta de Somajas, hoy de Zaragoza, para fundar el Convento y Casa Matriz de toda la Orden en España. El edificio fue inaugurado en 1156 y su iglesia consagrada el 11 de noviembre de 1249 por el arzobispo de Tarragona, Pedro Albalate.
En 1605, siendo Prior Juan Rebolledo de Palafox (1598-1620), hijo de los marqueses de Ariza, se comenzó la obra de la nueva iglesia, encargándose los planos y la realización de la misma al maestro de obras Gaspar de Villaverde, dato que ofrece Llagudo Amirola en sus Noticias de los arquitectos y arquitectura en España, de 1829. En la nueva fábrica, que se concluye en 1613, se utilizó el ladrillo, la piedra del paraje de Valdecantín de Calatayud para el basamento y las portadas, además de los mármoles de Fuenfría, en tierras de Daroca, Alhama y Nuévalos, que adornan el presbiterio, donde se levanta un baldaquino soportado por seis columnas. Todo el conjunto del baldaquino es atribuido al escultor bilbilitano Félix Malo. Debajo de él se encuentra la imagen de Cristo en un sepulcro de madera, que antes fue de plata, regalo del canónigo del Sepulcro José Cuber y Liñán, luego inquisidor de Méjico. Madoz cuenta que para la Guerra de la Independencia los franceses se llevaron esta urna de plata con su rico frontal y otras joyas hasta un peso de 35 arrobas. En la capilla del Carmen se conserva también un lienzo que envió de Méjico el canónigo Cuber. En el pavimento del presbiterio se alojan tres sepulcros, el del medio correspondía al Cabildo, el de la derecha a la familia Muñoz Serrano y el de la izquierda a la de Garcés de Marcilla. Otro pequeño retablo guarda un lienzo de Nuestra Señora de Bolduc, devoción de San Gervrix de Bruselas, que trajo a Calatayud la familia L'Hôtelerie y Faloix, de las guardias valonas. Madoz lo hacía entonces propiedad de la familia Gilman.
Juan Bautista Labaña, que estuvo en Calatayud el 17 de febrero de 1611, de camino para redactar su Itinerario del Reino de Aragón, empresa encargada por los Diputados del Reino, da fe que la iglesia del Sepulcro estaba en construcción. Jouvin, autor de El viajero de Europa, impreso en 1672, escribe: "Calatayud es una de las hermosas ciudades de Aragón, situada a orillas del río Jalón, al pie de una alta montaña de la que hay una roca separada, donde está un castillo, grande y muy fuerte, que domina todos los alrededores de la ciudad, que es bellísima, teniendo sus calles rectas, que van a dar a la plaza Mayor, donde están varios ricos mercaderes; la de la Platería es una de las más grandes y de las mejor construidas. Santa María y El Sepulcro son las dos iglesias más hermosas de la ciudad". El abate Antonio Ponz, secretario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y autor del Viaje de España, impreso en Madrid en 1785, dice que la colegiata del Sepulcro "es un buque espacioso, no tiene adornos de consideración, ni especial gusto". En el Itinerario de Laborde, de 1809, se dice de la colegiata del Sepulcro: "Esta Santa Iglesia está en una pequeña plaza: su fachada es sencilla pero agradable. Tiene tres naves desplegadas con nobleza, y su altar mayor está construido a la romana, el cual consiste en un pabellón sostenido por cuatro columnas de mármol, bajo el cual está colocado el sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo. El presbiterio está cerrado por una balaustrada, la cual junto con la delantera del altar mayor, las gradas y los adornos son en parte de mármol blanco, y en parte jaspeado".
Gustave D'Alaux, en su libro Aragón durante la guerra civil, publicado en 1846, y el barón Davillier, en su libro España, publicado en 1874, dejan constancia de su impresión por las cuevas de la Morería. Davillier escribe: "La villa baja, en parte moderna, posee algunas iglesias, como la de San Martín y la del Sepulcro, que merecen ser visitadas; pero lo más curioso de Calatayud es la Morería, el viejo barrio de los moros, que ocupa muchos de los montículos que rodean la villa y en los que excavan cuevas, como el Sacro-Monte de Granada".
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