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| La calle de Darío Pérez en Sediles
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | La calle principal de Sediles lleva el nombre de Darío Pérez, político republicano y precoz periodista bilbilitano. En Sediles, situado en el poniente de la sierra Vicor, se levanta la ermita de Ntra. Sra. del Villar, rodeada toda de olivos, a pesar de la altura. A la parroquia de Sediles fue a parar el retablo mayor de la iglesia de San Juan de Vallupié, fundación en Calatayud de Alfonso el Batallador, en recuerdo de haber tomado la ciudad el día de San Juan Bautista de 1120.
Darío Pérez había nacido en Calatayud en 1869. Y ya en 1888 funda y dirige el diario bilbilitano La Justicia. En 1897 pasa a dirigir Heraldo de Aragón y en 1901 El Liberal de Barcelona. Colaboró en El Imparcial, en Heraldo de Madrid y en La Libertad, además de hacerlo en varias revistas americanas.
Siempre fiel a su ideología republicana, fue diputado a Cortes por Santa Cruz de Tenerife en dos ocasiones, otras dos por el distrito de Calatayud y otras dos por la provincia de Zaragoza, a la que representó en las Cortes Constituyentes de la II República. Entonces, para asegurarle un retiro digno, ante la incertidumbre de depender en su vejez sólo de sus artículos periodísticos, se le ofreció una cartera ministerial. Pero Darío Pérez rechazó este honor y su correspondiente ayuda, continuando con sus colaboraciones y con la vehemencia de sus profundas convicciones.
En aquellos tiempos los políticos se sentían muy cercanos a las gentes de los pueblos de su distrito, logrando carreteras y mejoras, siendo promovidos muchas veces, como reconocimiento a su trabajo en el parlamento, a ocupar una calle del lugar. La plaza de Sestrica también está dedicada a otro político de la época, al conservador Gabriel Maura Gamazo, conde de la Mortera y duque de Maura, hijo del estadista Antonio Maura. Gabriel Maura fue también historiador y miembro de las academias Española y de la Historia. Alcanzó por el distrito Calatayud-Ateca el acta de diputado en las elecciones de 1905, 1907, 1910, 1914 y 1916. En su bien documentado libro de la jota aragonesa, Demetrio Galán Bergua, que ejerció la medicina rural en Illueca, cuenta que en una de aquellas ocasiones que Gabriel Maura se presentó a las elecciones, después de comer con sus correligionarios en Calatayud, acudió "El Bolero", mi bisabuelo, para cantarle unas coplas. Demetrio Galán apunta que una de aquellas coplas fue la siguiente: Arroz, jamón y cabrito/ es el menú del banquete;/ no se extrañe su Excelencia/ si suena algún "clarinete".
Darío Pérez fue saludado por Joaquín Costa como promotor de la Fiesta del Árbol en Aragón. Hace solamente unos meses, Eloy Fernández Clemente, gran conocedor de la vida de Costa, encontró un manuscrito suyo en el Archivo Histórico Provincial de Huesca. Este manuscrito, recientemente editado con un prólogo debido a Rafael Bardají, fue escrito en Graus en septiembre de 1870. Cuando Costa escribe estas líneas tiene 24 años y hacía ya dos que había llegado a Madrid para cursar sus carreras universitarias. Costa, consciente del poder de la prensa como medio para transformar España, le concede casi el mismo valor que a la escuela. Pero será en 1900, en el momento de saltar a la política, con la idea de romper, con la aparición de un nuevo partido político, los vicios del sistema del bipartidismo de la Restauración, cuando ve la necesidad de fundar un periódico que fuera órgano de la Unión Nacional. Y después de desengañarse de la política, retirado en Graus, auspicia en 1904 un periódico comarcal, El Ribagorzano, que le servirá de tribuna, desde donde zanja sus cuentas con sus semejantes. Bardají escribe: "Un Costa cada día más amargado y más suyo lanza desde El Ribagorzano sus andanadas y filípicas contra buena parte de los políticos y la prensa del país. En esta publicación se siente libre y hasta cierto punto reconfortado cuando comprueba que sus posturas son recogidas en otros medios e incluso generan polémica". A su muerte su amigo Manuel Bescós "Silvio Kossti" encontró gran cantidad de recortes de periódicos, que le servirían para sus novelas, en las que diseñaba la figura de Soter, un hombre que debía de salvar a España.
Bardají resume magníficamente lo que Costa quiere decir en el manuscrito "Receta para ser periodista": "La conclusión que se saca de estas cuartillas es que el periodista puede y debe escribir sobre todo, sobre cualquier cosa que interese por su calado humano o social. Para Joaquín Costa, el periodista es voz y conciencia de lo particular, común a todos los humanos, y de lo social. Además de exponer, debe concluir en referencia a los efectos de las cosas. El periodista ha de opinar con fundamento, intentando no sólo aportar luz sino sobre todo contribuir a generar debate".
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