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El arquitecto como biógrafo de la modernidad reciente
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El arquitecto bilbilitano Luis Fernández Galiano, en Madrid en una imagen de archivo (Foto: Gorka Lejarcegi)
ESTRELLA DE DIEGO | En 1993, Luis Fernández Galiano (Calatayud, 1950) recibía el encargo de crear, junto al recientemente desaparecido Vicente Verdú, una página de arquitectura en EL PAÍS. No era tan frecuente entonces que se dedicaran secciones monográficas a las cuestiones arquitectónicas en publicaciones no especializadas, pese a que aquellos años anunciaban la que iba a ser la época estrella de la arquitectura en el mundo y sobre todo entre nosotros, con la imagen del Guggenheim de Bilbao al fondo del paisaje.
Las colaboraciones Luis Fernández Galiano, iniciadas en 1993, se extendieron hasta 2006 y en esos 14 años tuvieron lugar algunos de los hechos más memorables no solo en el mundo de la construcción de grandes -y no tan grandes- edificios, sino en el mundo a secas. De hecho, se podría decir que los textos comienzan en plenas negociaciones del citado museo en Bilbao y terminan en el umbral de la profunda crisis mundial, sin olvidar el derrumbe de las Torres Gemelas. Ese cambio de siglo, plagado de miedos milenaristas, fascinaciones hacia la visualización del poder a través de la arquitectura, una incipiente preocupación frente el cambio climático, amenazas vaticinadas en The Last of England -la película de Derek Jarman, de 1987-, llegaba. Lo hacía irremediable y, privilegios del periodismo, ofrecía a Fernández Galiano la oportunidad única de ser su cronista de excepción, aunque entonces ni lo sospechara, ocurre con los acontecimientos importantes mientras ocurren.
Por eso resulta tan atractivo que haya decidido reunir aquellos textos en Años alejandrinos, organizado en dos volúmenes que hablan por un lado del optimismo -La edad del espectáculo, de 1993 a 1999- y por el otro de la vulnerabilidad -Tiempo de incertidumbre, de 2000 a 2006-; de ese lapso de tiempo, en suma, que el autor fue recorriendo con unos textos que acabarían por atravesar toda una época plasmada en torno a la arquitectura e incluso el tránsito entre dos momentos fundamentales de la modernidad reciente: la expansión que caería junto a la Torres Gemelas y una época de incertidumbre que anunciaba, sin que nadie lo sospechara entonces, otro colapso que iba a afectar a la arquitectura misma: el de Lehman Brothers, en 2008.
De este modo, Fernández Galiano se convertía en un cronista de excepción que contaba el mundo, a menudo a través de sus experiencias directas; tomando la arquitectura, en este particular texto -a medio camino entre diario de viaje y proyecto autobiográfico- como el testigo excepcional de unas transformaciones que solo ahora somos capaces de percibir en su profundidad. Esa es una de las virtudes más notables del libro: relatarnos cómo fueron esos 14 años esenciales, como Fernández Galiano lo contó mientras ocurría en tiempo real. Por eso, los personajes y los edificios van aflorando en pequeñas monografías, valiosas sin duda desde el punto de vista de la reflexión e informativo, aunque la aportación más notable del texto es su relato del mundo entre dos siglos, en la modernidad reciente.
El País (27-7-2019)
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