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El barranco de los 'Degollaos'


Los vecinos de Aldehuela cuentan historias espeluznantes de
la antigua venta (Foto: Maribel Pérez / Heraldo de Aragón

ALBERTO SERRANO DOLADER | No me podrá negar que a usted también le sorprende el nombre. El barranco de los 'Degollaos' araña el terreno entre Aldehuela de Liestos y Cubel, cerca de donde la provincia de Zaragoza limita con la de Guadalajara. Desde que lo vi en el mapa supe que no aguantaría mucho sir ir a visitarlo. Antaño fue lugar de paso, muy frecuentado por cabañas ganaderas que se dirigían hacia la cañada real que enlazaba Aragón y las tierras de la actual Castilla-La Mancha. El paraje tiene todo lo necesario para rastrear travesuras de bandidos, y a ello me dispongo.

José Antonio Sánchez Ramos, de 62 años, confirma mis sospechas: "Es natural que estuvieran al acecho numerosos salteadores. Rara era la quincena en la que no transitaban rebaños que iban o venían a Molina, Milmarcos, Daroca, Calatayud Pero al pasar con las ovejas había poco que temer, era al regreso cuando atracaban a los pastores, porque llevaban los dineros en abundancia tras vender sus reses. Eso es lo que sé; de oídas, porque son cosas de hace mucho tiempo".

Santiago Muñoz Muñoz, un manojo de vitalidad a sus 83 años, me aclara lo del nombre: "Dicen que hace más de un siglo uno de Aldehuela cruzaba por el barranco y se tropezó con dos ladrones armados con trabucos. El aldehuelano enseguida se dio cuenta de que las armas no llevaban pistón, o sea, que no servían para nada. Los canallas le pidieron todo el dinero y él metió la mano en el zurrón, pero en lugar de sacar los billetes sacó un cuchillo con el que les cortó el cuello, los degolló".

Converso también con Miguel Ángel Herrero Pardos, de 58 años: "Yo he manejado documentos antiguos, del XVII, en los que un tal Feliciano Muñoz (natural de Aldehuela y que debió ser un notario de Cubel) se dirige al rey suplicando algunos favores. Acompaña la lista de sus méritos y, entre otros, indica que contribuyó a combatir a los delincuentes que merodeaban por el barranco". Está visto que la fama tenebrosa del lugar viene de lejos. Las fechas concuerdan con los análisis de quienes, desde el rigor académico, han estudiado el bandolerismo en Aragón: en aquella época el Reino transmitía para muchos de sus habitantes sensación de inseguridad, el bandidaje y otras manifestaciones violentas de los conflictos sociales parecían moverse a sus anchas, sobre todo en zonas con fuerte componente rural y que ofrecían una orografía pródiga de escondrijos.

En mi visita a la zona me acompaña Arcadio Muñoz Muñoz, que es el alcalde de Aldehuela. Por él me entero de que, al lado mismo, discurre el barranco del Auxilio, cuyo nombre también se las trae. Nos acercamos a los restos de una antigua venta, a pie de la emblemática cañada real que vertebra todos los lugares que han sido citados en este reportaje: "Ni siquiera los más viejos de la comarca se acuerdan de haber visto activa esta posada, solamente quedan ruinas. Aquí se hospedaban los transeúntes y, como siempre se compraba y vendía en ella alguna mercancía, merodeaban los maleantes al olor de lo que se trajinaba, intentando enterarse de quién se echaba al camino con la cartera repleta".

Cuando los rufianes y malandrines clavaban la navaja o hincaban el puñal para robar, se deshacía de los cadáveres arrojándolos a la sima del Prau, que no está lejos; circula el rumor de que en el interior de esta cavidad -que es de muy complicado acceso-, aún se amontonan los huesos de los desgraciados. De ser así, poco hay que temer porque están bien muertos; lo puedo asegurar yo mismo, que asomé la cabeza y ni siquiera escuché un lamento. Eso sí, lo vi todo muy negro.

Heraldo de Aragón (Heraldo Domingo, 27-6-2010)

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