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Andrés Lacasta dedica su primer 'largo'
a Kabezabolo
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Manolo Kabezabolo -segundo por la izquierda de rodillas- con sus amigos de Monzón y Andrés Lacasta -a la derecha en la foto- (Foto: S.E.)
JORGE NAYA | El oscense José Alberto Andrés Lacasta tiene en marcha un año más que interesante en el que, entre otros proyectos que tiene en marcha, estrenará el largometraje documental Manolo Kabezabolo, su primera dirección en formato largo, cuyo objeto central es "contar la historia y circunstancias vitales de Manuel Méndez Lozano (Zaragoza 1966), artista y músico punk conocido como Manolo Kabezabolo".
Destaca Andrés Lacasta que "he rodado mucho en el Alto Aragón, en Monzón, el desierto de Monegros y en la ciudad de Huesca, bastante en el Jai Alai con la colaboración de la Peña Alegría Laurentina, en el Juan Sebastián Bar, en el parque del Isuela y en las Mártires, el casco viejo...", y cita otros escenarios como la ciudad de Zaragoza, Calatayud, Bujaraloz, Lleida, Madrid, Pamplona, Villava, Agurain y Llodio (Vitoria), Bilbao y Donostia.
Las jornadas en Monzón fueron especiales, ya que de esta localidad, explica Andrés Lacasta, "eran todos los integrantes de la primera banda que montó Manolo para su primer circuito comercial". Hubo encuentros con algunos de ellos cargados de recuerdos y en algunos casos, forman ahora parte de la última banda constituida por el músico en Lérida. Además, "fue en Monzón donde Manolo grabó dos discos en los 90, y con él estuvieron grabando Albert Pla, los de Reincidentes...," y, por otra parte, "su segundo manager oficial, con el que se profesionalizó, es de Monzón y es conocido en este mundo de la música como Manolo Monzón".
El documental se enriquece con los comentarios sobre Manolo Kabezabolo que llevan la firma de: Evaristo Páramos, Fernando Madina (Reincidentes), Kutxi Romero (Marea), Albert Plá, Cristina Morales (escritora) y Kike Turrón (crítico musical).
Dice Andrés Lacasta que Manolo Kabezabolo "forma parte indisoluble de mi juventud, crecí escuchándolo asistiendo a sus restallantes conciertos, me sabía todas sus leyendas urbanas, sus desmanes... y también toda su poesía, y esto era lo que me convirtió para siempre, y hasta hoy, en uno de los suyos. Reencotrarme con él después de casi treinta años y compartir confidencias mirando al futuro sigue siendo una experiencia salvaje. Manolo sigue allí, anclado en su filosofía original del 'hazlo tu mismo', publicando discos y volviendo a empezar una y otra vez desde el principio; con nuevos retos, nuevos músicos, nuevas perspectivas…, pero manteniendo firme la coherencia y compromiso con sus principios ácratas y su espíritu combativo de ariete frontal contra el mundo, en solitario".
Y pese a los cambios que experimentó "el activismo de las causas perdidas, las injusticas, la solidaridad y la rebelión", Manolo "sigue fiel a su manera punk de ubicarse en el mundo las 24 horas, sigue apegado a su guitarra como único asidero vital para seguir manteniendo su furia desvaída; sigue apegado a los psiquiátricos y la enfermedad mental que le acompaña desde los 12 años y que forma parte indisoluble de su ser persona y artista, y sobre la que se ha conformado una surrealista historia apócrifa entorno a su vida y obra".
Y añade: "Manolo no es complaciente ni benévolo consigo mismo, se sitúa en las antípodas del discurso de la autoafirmación, su singular anarquismo le lleva a ponerse en tela de juicio a si mismo continuamente. Y todo ello nos compone una disruptora amalgama de ópticas de su mundo interior que interpela al espectador a la emoción, al descubrimiento, a la contradicción y al cuestionamiento continuo. De esta manera su figura en cotidianeidad es la que conforma el eje estructural de la película, donde el referente narratológico siempre se ubica en la cronología lineal de su vida artística y de su convalecencia en los psiquiátricos, pero que él mismo descompone y nos aleja del homenaje y la hagiografía, para embebernos en su método creativo así como en su particular modo vital, y que supera sin duda su singular historia secuenciada".
Para el cineasta, este documental es necesario "porque Manuel y Manolo están muy vivos y más espabilados que nunca, porque su testimonio, su poética y su mensaje de rebeldía y humor irreverente son más necesarios que nunca".
El rodaje
Andrés Lacasta, autor también del guion de este largometraje, resalta que durante el rodaje "me he encontrado con un grupo de gente que han estado por la labor, que me han llevado en palmitas".
Una parte complicada -resalta- ha sido "levantarlo económicamente hablando. El documental nos ha llevado casi tres años hacerlo y aún estamos en la parte de la edición". Y también les ha costado mucho "todo lo que tiene que ver con conseguir material de archivo; hemos hecho arqueología documental, hemos tenido que rascar por muchos sitios porque hemos ido a buscar material de coleccionista, de gente que iba a sus conciertos y no ha sido fácil. Y hemos tenido que restaurar muchísimo material rodado con cámaras muy precarias y así, pero ese punto añejo que tiene ese material le da un punto muy sabroso al documental. Es una recopilacióin de archivo bastante seria".
Con este documental -concluye Andrés Lacasta-, "pretendo meterme en las raíces del punki más extremo, más alternativo que nos podamos imaginar, nada del punki de los 90 que llenaba estadios y salía por la tele. Esto era el de la otra punta, el más anarquista y ha sido una gozada toparme con este modo de vida, con este modo de música, y nos llama la atención la cantidad de gente que sigue arrastrando este tipo de grupos. No he visto ningún concierto de Manolo que no haya vendido todo el papel".
Diario del Alto de Aragón (13-2-2023)
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