Escultura del Papa Luna en el castillo de Peñiscola
MARICEL CHAVARRÍA. Barcelona | No capitular, no transigir, no retroceder. Esa actitud perseverante y combativa, incluso tozuda, tiene su particular expresión en lengua castellana: mantenerse en sus trece, plantarse en sus trece. Pero ¿a qué se debe el número? ¿por qué esta cifra?
Parece que responde a la actitud del papa Benedicto XIII, el llamado Papa Luna (1328-1423), quien se enrocó y mantuvo la legitimidad de su papado en Aviñón en una época, la del Concilio de Occidente, en la que varios países pugnaban por que la sede regresara al Vaticano, pues en 1309 se había trasladado a la ciudad gala en el conocido como Cisma de Occidente, durante el que llegaron a convivir hasta tres papas.
Los habitantes de Roma no querían que el elegido como nuevo pontífice de la Iglesia se instalase de nuevo en Aviñón. Hubo disturbios en la ciudad. "Romano, romano lo volemo, o almanco italiano", gritaba el gentío que llegó a entrar en las estancias pontificias amenazando a los electores.
Así las cosas, fue elegido el arzobispo de Bari, Bartolomeo de Prignano, que ni siquiera era cardenal y que tomaría el nombre de Urbano VI. De talante reformista, no tardó en acumular detractores. De manera que un nuevo cónclave de los cardenales que se le oponían eligió a Roberto de Ginebra, quien tomó la denominación de Clemente VII, convirtiéndose en el primer antipapa del Cisma Occidental. En él se apoyaría la Casa d'Anjou que gobernaba el reino de Sicilia y en aquel momento Aviñón.
A su muerte, en 1394, le sucedería Benedicto XIII de Aviñón, entonces cardenal Pedro Luna. Por su parte, el nuevo pontífice romano tomó el nombre de Bonifacio IX. El cisma se recrudeció en la sede de Roma, a Bonifacio IX, le sucedió primero Inocencio VII (1404-1406) y luego Gregorio XII (1406-1415). El papa aviñonés los veía pasar, hasta que en 1407 hubo un intento de conciliación: Gregorio XII y Benedicto XIII acordaron encontrarse en Savona para abdicar conjuntamente. Se trataba de dar paso a un nuevo electo, pero a última hora se arrepintieron y no cedieron el poder.
Detalle del castillo de Peñíscola, donde vivió el Papa Luna
Tretas internas y pugnas entre poderes de entre quienes reconocían a Bonifacio IX como Papa legítimo acabaron finalmente logrando que el rey de Francia le retiraran los apoyos a Benedicto XIII. Reconocido únicamente por Aragón, Navarra, Castilla y Escocia, el Papa Luna se trasladó primero a Barcelona, para instalarse luego, en 1411, en el Castillo de Peñíscola.
Cuando tres años después se convoca el concilio de Constanza, se reunieron en Morella con el Papa Luna el rey de Aragón Fernando de Antequera y fray Vicente Ferrer para convencerle de que renunciara. Pero nada de eso sucedió.
De hecho, su empecinamiento se mantuvo mientras llegaba la noticia de la muerte del rey Ladislao de Nápoles, por lo que el rey tuvo que dejar Morella. El papa volvió a Peñíscola donde acabó sus días -que no fueron pocos, pues vivió 94 años- sin llegar a renunciar a su papado.
La expresión "mantenerse en sus trece" tiene pues 600 años de historia. O más, pues también hay una teoría que la radica en la inquisición española. Al ser juzgados, los judíos se mantenían en sus trece principios de fe, afirmaciones que sumarizan las creencias del judaísmo.
COMENTAR LA NOTICIA
La Vanguardia (23-2-2021)
|