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Saviñán en el Quinientos
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | El desarrollo económico de Aragón en el siglo XVI se debió al crecimiento demográfico, pues en todo el siglo casi se duplicó la población, llegando a 400.000 habitantes a comienzos del siglo XVII. Saviñán no es la excepción, pues es entonces cuando se levantan los palacios de estilo renacentista aragonés y cuando habitan en él gran número de infanzones, mercaderes y moriscos. A mediados de siglo se establecen los Gracián, que procedían de Borja, emparentados con los Garcés, Villalba, Guillén y La Raga. También aparecen los Yepes, Santa Cruz, Urrea, Betrian, Martínez, Oña, Vélez, Garay, Álvarez, Ossen, de la Silla, Bacarizo, Gascón, Espinosa, Sayas, Funes, Rueda, Heredia, Sediles, García, Martínez de Luna y Fortuño. Aquí vive Tristán Muñoz de Pamplona y su madre Catalina de Noailles, señora del castillo de Abós, en Francia, quien murió en Saviñán en 1586. Ya en 1568 había fallecido en Saviñán un criado francés de los Muñoz de Pamplona, llamado Beltrán de La Roy. En 1585 fallece en Saviñán Isabel de Pujadas, viuda de Juan Muñoz de Pamplona. Los Muñoz emparentaron con los Heredia y Funes. En 1566 fallece Isabel de Rueda, mujer de Miguel de Heredia, siendo ejecutora de su testamento Leonor de Heredia, abadesa del convento de Trasobares.
Entonces la ruta comercial por excelencia era la del Jalón. En Aragón se cobraba el impuesto de generalidades, que administraba la Diputación del Reino, y el del peaje, que se pagaba al rey. Y los dos se arrendaban a grandes mercaderes. Las tablas de peaje, que controlaban los peajeros, se localizaban en Ibdes, Cubel, Fuentes, Monterde, Saviñán, Belmonte, Nuévalos, Jaraba, Ariza, Ateca y Calatayud. Los Bacarizo eran mercaderes de Calatayud, donde administraban la carnicería. Francisco Bacarizo era en 1607 arrendador de la carnicería, con Francisco Gracián y Francisco de Eraso, que eran porcionistas. Por ello los tres serán excluidos del cargo de regidor de la ciudad, cosa que no había ocurrido en 1600 con Alonso Bacarizo, que fue jurado preeminente de Calatayud y arrendador de la carnicería.
En 1570 casaba en Saviñán Francisco Bacarizo, de Calatayud, con Ana Gascón, quizá de la familia de los escribanos. En ella están presentes micer Juan Pérez de Nueros, abogado fiscal del rey, y Juan Bacarizo, de Calatayud. Este último es testigo también en la boda, celebrada en 1570, de Catalina Bacarizo con Antón Fortuño. Francisco Bacarizo muere en 1580, siendo ejecutores de su testamento Alonso Bacarizo y Ana Gascón. En 1570 también casaba micer Miguel Pérez de Nueros con María de Funes y Sayas. En 1604 casaban en Saviñán el boticario Marcos Ximénez con Ana Díez, hija de Martín Díez de Aux y María Ochoa de Tejada, entonces residentes en Saviñán.
Pero otra rama de los Bacarizo ya vivía en Saviñán a mediados del siglo XVI. También en la década de los sesenta y setenta van naciendo los hijos de Jerónimo Bacarizo (muerto en 1598) y Magdalena Sediles, y los de Pedro Bacarizo (muerto en 1569) y Ana Sediles. En 1584 Francisco García y Catalina Sediles, cónyuges y vecinos de Saviñán, otorgaban carta pública de venta de un censal de 300 sueldos por 6.000 sueldos de propiedad, a Pedro Espinosa, infanzón bilbilitano, obligando algunas heredades. Al año siguiente Pedro de Espinosa y su mujer Isabel de Vega, lo vendieron a Juan de Merino, mercader de Calatayud, que por testamento pasó en 1606 a su mujer Isabel de Cos, quien lo vendió en 1611 al obrero de villa Gaspar de Villaverde. En 1614 Villaverde lo vendió a Alonso Rémirez e Isabel de Odón, quienes a su vez lo vendieron en 1620 a Pedro Pujadas, mercader de Calatayud. Este censal fue cancelado en 1646 por mosén Francisco García, comisario del Santo Oficio de la Inquisición y vicario de San Pedro de Saviñán.
En este siglo se prolonga la acequia de Juan Forcén y se plantan olivos en las Espartinas, dedicadas al cultivo del esparto. Los Muñoz de Pamplona dieron tierra en las Espartinas a catorce aparceros musulmanes, abriéndose entonces la calle del Charco o de San Ramón. En 1540 la Comunidad de Calatayud pagaba las tapias y el aljez de las cuarenta casas que se construyeron en la Señoría, de su propiedad.
A los Bacarizo se les debe el retablo de San Francisco de Asís en la parroquial de Saviñán. Jerónimo Bacarizo dejó a su muerte en 1615, doscientos sueldos para ayudar a dorar este retablo. Al año siguiente muere su viuda Magdalena Sediles, dejando otros doscientos sueldos para el retablo. La misma cantidad dejó Juan Bacarizo al morir en 1627. Además, Jerónimo Bacarizo dejó en su testamento cuatrocientas misas, cien por sus padres, mil sueldos para los pobres, sesenta sueldos a todas las cofradías del pueblo, o sea, del Santísimo, del Rosario, del Nombre de Jesús, de la Vera Cruz, de San Blas y de San Roque, además de sesenta sueldos para la ermita de San Blas.
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