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| Los amantes de Teruel
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Domingo Gascón y Guimbao, Cronista de la provincia de Teruel, publicó en Madrid y en 1907 el Cancionero de los Amantes de Teruel, reuniendo 500 cantares escritos por los mejores poetas contemporáneos, entre los que estaban Alberto Casañal, Cávia, Castro Les, García-Arista, Manuel Lassa, Matheu, Juan Pío Membrado, Juan Moneva, Emilia Pardo Bazán, el duque de Rivas, Marcos Zapata, Sixto Celorrio, los hermanos Álvarez Quintero y León Carnicer, nacido en Saviñán. El ejemplar que guardo en mi biblioteca está dedicado de puño y letra, el 2 de julio de 1907, por Domingo Gascón al escritor y orientalista Francisco Fernández y González (1833-1917).
Del prólogo, firmado en Madrid el 24 de abril de 1907, se cuidó Mariano Miguel de Val (1875-1912), que también escribió tres cantares. Este crítico literario de Heraldo de Aragón y sobrino de Romualdo Nogués, el "soldado viejo natural de Borja", marchó a Madrid en 1897, donde fue redactor de la revista Letras de Molde, dirigiendo después la revista Ateneo (1906-1913), siempre abierta a los autores aragoneses. Fue gran amigo de Rubén Darío, quien le dedicó un poema de sus Cantos de vida y esperanza.
Mariano de Cávia había escrito en El Imparcial en 1905 que la leyenda siempre le parecía más interesante que la historia y casi cien años antes, Isidoro de Antillón en 1806, había dicho que tocaba a los poetas "celebrar en sus cantos debidamente la tierna sensibilidad, la encendida pasión, la interesante muerte de Marcilla y de Segura".
La trágica historia de los Amantes no había sido citada por Zurita en sus Anales, ni en la Historia del Rey Jaime, escrita por Gómez de Miedes en el siglo XVI, ni en el Itinerario de Labaña. Mariano Miguel de Val prefería a todas la relación de los Amantes de Teruel hecha por un cronista anónimo, que acompañó a Felipe III en su viaje a Valencia, para casarse con Margarita de Austria. Los hechos históricos que rodean a los Amantes son variables de un autor a otro, no así sus sentimientos y su trágico final, que han cantado los poetas. Pedro de Alventosa ya cantó en redondillas esta historia a mitad del XVI y el bilbilitano Antonio Serón lo hizo en latín. Bartolomé de Villalba y Estaña, doncel de Xérica, publicó en 1577 un libro que contiene un poema de los Amantes de Teruel de más de cinco mil versos. El poeta valenciano Andrés Rey de Artieda publicó una tragedia en 1581 y en 1588 el licenciado Hieronymo de Guerta, natural de Escalona, publicó el Florando de Castilla, que contiene la celebrada historia de los Amantes de Teruel, Marcilla y Segura. El poeta, secretario del municipio y notario de Teruel, Juan Yagüe de Salas, publicó en 1616 su Epopeya trágica, un largo poema de más de veinte mil versos endecásilabos. Por aquella época Tirso de Molina escribió su comedia dedicada a los Amantes. En 1630 el doctor Juan Pérez de Montalbán escribió otra comedia, que parodió Vicente Suárez de Deza en 1663. Francisco Mariano de Nifo fue autor de una obra representada en 1789, titulada La casta amante de Teruel, Dª Isabel de Segura. Luciano Francisco Comella escribió para la actriz Rosario Fernández una obra dramática y el 19 de enero de 1837 se estrenó en el teatro del Príncipe de Madrid el drama de Hartzenbusch, que parodiaron Eusebio Blasco y el maestro Arrieta en Los novios de Teruel.
El tema de los Amantes dio en la música una ópera estrenada en Valencia en 1865, con letra de Rosario Zapater y música de Avelino Aguirre. Tomás Bretón escribió y musicó otra ópera dedicada a los Amantes, que se estrenó en el Teatro Real de Madrid en 1889. Barbieri escribió un libreto dedicado a este tema, fechado en 1862, al que no puso música.
Muchos poetas han escrito sobre la trágica historia de los Amantes, que también ha sido tratada en las novelas de Isidoro Villarroya, Manuel Fernández y González, José Hernández del Mas y Julio Obiols. También Concepción Gimeno escribió un relato en el Álbum Ibero-Americano, en diciembre de 1899. Emilio Cotarelo defendía que el asunto estaba copiado del Decamerón, aunque el prologuista defendía lo contrario, o sea, la inspiración de Boccacio en el tema de los Amantes de Teruel.
Domingo Gascón, del que decía Menéndez y Pelayo que con cuarenta y ocho hombres como él, uno por cada provincia, sería muy fácil escribir la verdadera historia de España, había elegido, según Mariano Miguel de Val, los quinientos cantares "con habilidad y tino". De entre ellos elegimos uno de Sixto Celorrio, que decía: "El cariño en nuestra tierra/ de ese modo suele ser…/ se quiere con toda el alma,/ o se deja de querer". Otro más irónico de Alberto Casañal: "Las momias de los Amantes/ de tal manera entusiasman,/ que hoy las chicas buscan momios…/ ¡y por eso no se casan!". Y otro de Marcos Zapata, que parece predecir los festejos que atraen a tantos curiosos a la ciudad de los Amantes: "No invoques rancios blasones,/ noble ciudad de Teruel,/ y cuida de tus Amantes,/ que son tu mejor laurel". Acabamos con el de mi paisano León Carnicer. "Don Juan Eugenio Hartzenbusch/ conquistó doble laurel,/ pues hizo inmortal su nombre/ e hizo inmortal a Teruel".
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