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Poetas barrocos
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Juan Francisco Andrés de Ustarroz (1606-1653), historiador, poeta y comentarista de Góngora, imitó el Laurel de Apolo de Lope de Vega en su Aganipe de los cisnes aragoneses celebrados en el clarín de la Fama, que publicó en Amsterdan Ignacio de Asso en 1781. Amigo de Bartolomé Leonardo de Argensola, Lastanosa y Gracián, Ustarroz fue propuesto para cronista del Reino de Aragón en 1646 y algo después pasó a cronista de Felipe IV. A su muerte y para concursar a esta plaza presentó un Memorial Francisco Diego de Sayas y Ortubia, nacido en La Almunia y muerto en 1680, y salió elegido. En 1669 pidió ser jubilado, siendo sustituido por Juan José Porter y Casanate. Sayas, elogiado por Ustarroz y Lope de Vega, mantuvo relaciones amistosas con el marqués de San Felices, Dormer, Lastanosa y el mismo Lope. Fue gran amigo de Gracián, que lo llama en su Agudeza "casi bilbilitano", a quien enviaba frecuentemente libros comprados en Madrid. Otro de los poetas gongorinos aragoneses, citado por Ustarroz y elogiado por Gracián y por Lope de Vega, fue Juan Bautista Felices de Cáceres, nacido en Calatayud en 1601. Juan de Moncayo y Gurrea nacido en Zaragoza hacia 1614-1615, era hijo de Miguel IX, de la casa de Moncayo, y de la marquesa de San Felices, de quien heredó el título a su muerte, en 1635. Fue caballero del hábito de Santiago y comendador mayor de Montalbán. Durante su estancia en Madrid debió conocer a Lope de Vega, a Hortensio Paravinicio y a Salcedo Coronel, a quienes les dedica sonetos. Frecuentaría entonces el teatro y los corrillos de comediantes, pues en su poema de Atalanta no faltan unos versos de elogio a las actrices María de Córdoba, María de Morales y Juana Vázquez, citadas por los escritores de la época.
Lope de Vega había contraído segundas nupcias en 1598 con Juana de Guardo, aunque ya hacía algunos años que era amante de Micaela Luján, de la que tuvo cinco hijos reconocidos. Esta relación se rompe en 1608 y en 1610 Lope se traslada de Toledo a Madrid, donde compra una buena casa en la calle de los Francos, hoy de Cervantes, cerca del Prado. En 1612 muere su hijo Carlos Félix, nacido en Toledo en 1606, y en 1613 muere Juana de posparto. Un año más tarde se ordena sacerdote, pero pronto tiene amores con Marta de Nevares, una muchacha malcasada de 26 años. Pero a Lope no le importan las maledicencias. En la Corte real se le respeta, es un autor de éxito y la Inquisición no le molesta. El pueblo le admira y hasta recita: "Creo en Lope todopoderoso, poeta del cielo y de la tierra...". A su casa se lleva a algunos de sus hijos habidos con Micaela: Marcela, nacida en 1606, y Lope Félix, nacido en 1607. Marcela ingresará a los quince años en el vecino convento de las Trinitarias, donde el sacrílego Lope dice misa a diario. Lope Félix será militar, muriendo en 1613 en la Isla Margarita. Marta quedará ciega y Lope cuidará de su amante loca, hasta su muerte acaecida en 1632.
En el dintel de la puerta de la casa de Lope destaca una leyenda grabada: "D.O.M. Parva propia magna/ magna aliena parva". Calderón de la Barca la tradujo en La viña del Señor: "Que propio albergue es mucho, aun siendo poco/ y mucho albergue es poco, siendo ajeno". En su planta principal se sitúa el estudio, donde Lope de Vega escribió durante 25 años obras como El perro del hortelano, El caballero de Olmedo, Fuenteovejuna... Al fondo unas sillas para la tertulia y otra habitación para que las damas hablen de sus cosas, cosan o borden sentadas en un estrado sobre almohadas, al modo musulmán. Al lado del estudio la alcoba del poeta, frente al oratorio, que comunica con el estudio, cuyo retablo dedicado a San Isidro, por el que Lope sintió gran devoción, puede verlo el poeta desde el lecho a través de una ventana. En el ala que da al jardín que el mismo Lope regaba, se sitúa el comedor, la cocina y el aposento de las hijas. En el segundo piso se encuentra el cuarto de huéspedes, donde debió hospedarse varios meses el capitán Contreras, según cuenta en una epístola de 1617, el cuarto de las criadas y el aposento de Lope Félix. En esta casa murió Lope de Vega el 27 de agosto de 1635. El entierro pasó, de camino a la iglesia de San Sebastián, por el convento de las Trinitarias, situado en la calle paralela de Cantarranas, hoy de Lope de Vega, donde su hija Marcela, tras una reja, rezó una oración y le dio su último adiós.
La casa de Lope de Vega está desde 1931 bajo la custodia de la Real Academia Española que, tras su restauración, fue inaugurada en 1935, tres siglos después de la muerte de Lope. Por su testamento de 1627 ante el escribano Juan de Piña, con el inventario de bienes, se ha podido evocar el ambiente de la casa. Para el jardín el alcalde de Madrid regaló árboles frutales y flores, Vicente Cantos ofreció unos naranjos valencianos, Serafín Álvarez Quintero y Carlos Creus dos parras y Joaquín Álvarez Quintero un laurel que todavía florece en el jardín de Lope.
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