|
|
|
Caballeros Sanjuanistas
|
|
FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Alfonso I el Batallador redactó su testamento durante el sitio de Bayona. En él dejaba el reino a las órdenes militares de Oriente: el Temple, el Hospital y el Santo Sepulcro. "Para después de mi muerte dejo por heredero y sucesor mío, al Sepulcro del Señor que está en Jerusalén, y a los que velan en su custodia y sirven allí a Dios; al Hospital de los Pobres de Jerusalén; y al Templo de Salomón con los caballeros que allí velan para defensa de la Cristiandad. A estos tres concedo mi reino y el señorío que tengo en toda la tierra de mi reino y el principado y jurisdicción que tengo sobre todos los hombres de mi tierra, tanto clérigos como laicos, obispos, abades, canónigos, monjes, nobles, caballeros, burgueses, rústicos, mercaderes, hombres, mujeres, pequeños y grandes, ricos y pobres, judíos y sarracenos, con las mismas leyes y costumbres que mi padre, mi hermano y yo mismo tuvimos hasta ahora y debemos tener. Añado también a la Milicia del Templo, mi caballo y todas mis armas y, si Dios me diere Tortosa, toda íntegra sea del Hospital de Jerusalén".
Tras la derrota de Fraga, el 17 de julio de 1134, el rey muere en Poleñino el 7 de septiembre de este mismo año, sin descendencia y sin cambiar su testamento. Las ciudades aragonesas, con Jaca a la cabeza, proclamaron rey a su hermano Ramiro, mientras que los pamploneses eligieron a García Ramírez. Ramiro II el Monje casó con Inés de Poitiers hacia finales de 1135. Tras el nacimiento de su hija Petronila, se llegó a un acuerdo en 1137 con el conde barcelonés Ramón Berenguer, por el cual Ramiro le encomendaba a su hija y al reino. Ramiro sería "rex, dominus et pater" en su reino y en los condados de Ramón Berenguer.
Tras algunos años de negociaciones, estas órdenes religiosas renunciaron a sus derechos sobre el reino de Aragón, a favor de Ramón Berenguer IV de Barcelona, a cambio de fuertes compensaciones materiales en Barbastro, Huesca, Zaragoza, Calatayud, Daroca y Jaca. Con todas estas posesiones, junto a las abundantes donaciones particulares, se formaron circunscripciones administrativas. Las posesiones sanjuanistas en Cataluña y Aragón constituyeron la Castellanía de Amposta.
Los hospitalarios aragoneses, como monjes soldados, participaron en varias conquistas al mando del Castellán de Amposta, colonizando algunos territorios. Los hospitalarios dieron varias cartas pueblas, como la de Cetina, entre 1151 y 1157, las de La Almunia de Doña Godina, Alpartir y Grisén en 1178, y la de Aliaga en 1226.
Las Órdenes de San Juan y del Sepulcro tenían algunas propiedades en Saviñán, de las que no pagaban diezmo. En una confrontación de fincas en Jumanda en 1602, ya aparecía citada una finca que pertenecía a la Religión de San Juan.
José Gracián Gasca (1873-1921) apuntaba en sus Notas para la historia de Saviñán, un manuscrito fechado en 1919, que el retablo de la Virgen del Pilar, costeado por el Capítulo Eclesiástico, el retablo de Santa Ana, de los Muñoz de Pamplona y de los Funes, y el retablo del Santo Cristo, costeado por un sanjuanista, por su estilo artístico pertenecientes a la escuela de Churriguera, se debían a la familia de José Quílez de Calatayud, a quien también se debía el tabernáculo de la capilla del Rosario, fundación de la familia Martínez de Saviñán. Y aún añadía que en una transacción entre los jesuitas y la parroquia de San Pedro de Saviñán, aparecía como testigo el escultor José Quílez, vecino de Calatayud. Cuenta José Gracián que en 1745 los jesuitas de Calatayud se quisieron eximir del pago del diezmo, conviniendo por concordia "que en cosecha que no excediera de ciento diez arrobetas de aceite, pagarían a San Pedro la mitad del diezmo y del exceso la décima completa, y de las fincas que no fueran olivares pagarían la décima completa". Las monjas de Santa Clara no pagaban más que la mitad del diezmo, sin duda por alguna transacción como la anterior, y tres olivares de las monjas de Miedes tampoco pagaban la décima completa.
En un reparto de las acequias en 1819, la Orden de San Juan o Religión de San Juan pagaba por once hanegadas en la acequia Forcena, y por cuarenta hanegadas y medio cuartal en la acequia Baja o Mayor.
Entre 1828 y 1832 la Junta de la acequia Forcena siguió un pleito con la Junta de Paracuellos sobre derecho de aguas. En los recibos conservados hay consignados de gastos más de cinco mil reales y en ellos aparece Miguel Górriz, procurador de la Real Audiencia de Zaragoza. En 1828 era comisario de la Forcena Babil Arévalo y en 1830 lo era Vicente Gumiel Millán. En 1830 los propietarios de la acequia Forcena pagaban a seis reales de vellón por hanegada, para hacer frente a los gastos ocasionados por el pleito con Paracuellos y por otros gastos varios. Por ello la Religión de San Juan pagaba a razón de once hanegadas. En el reparto de 1831 se pagaba a razón de diez reales de vellón por hanegada en la acequia Forcena.
En 1834 se hacía un reparto para la composición y reparación del azud de Jumanda, a razón de diez reales de vellón por hanegada. Firmaban el reparto Joaquín Morlanes, alcalde, y Juan Gracián. El reparto se acordó el 16 de abril de 1834. La Religión de San Juan pagaba por cincuenta y tres hanegadas. Saviñán regaba con la acequia de Jumanda más de cuatrocientas hanegadas, pues el molino lo hacía por ochenta hanegadas. Morés pagaba por ciento ochenta y seis hanegadas. Para la reparación de la presa de Jumanda se habían gastado dos mil quinientos cinco reales y cuatro maravedís, que se distribuían proporcionalmente entre todas las heredades de Saviñán, incluido el molino, y de Morés. El reparto fue de tres reales y veintitrés maravedís. Entonces el comisario era Ramón Morlanes.
En el testamento y codicilo de Sancho Zapata, hecho en Saviñán en 1450, dejaba la Aldehuela a Francisco Zapata, Comendador de la Orden de San Juan. Isabel Muñoz de Pamplona, beata, había testado en Saviñán en 1544. En su testamento dejaba un pío legado para los descendientes de su hermano Diego Muñoz de Pamplona, que había casado con Catalina de Noailles, y de su sobrina Isabel de Rueda, hija de Hernando de Rueda y de Ana Muñoz de Pamplona. Se trataba de un censal de quinientos cincuenta escudos, cuyos réditos debían darse cada catorce años al que quisiera ir a Malta a tomar el hábito de la Orden de San Juan. En 1625 se dieron a Diego de Funes y Funes. Su tío Agustín de Funes, fue comendador de Mallén y de Belver, de la Orden de San Juan. Escribió la primera y la segunda parte de las Crónicas históricas de su Religión. En el Archivo de Argillo se cita a Fr. Jerónimo Muñoz de Pamplona, defensor de la isla de Rodas. Otro Jerónimo Muñoz de Pamplona fue caballero de la Orden de San Juan en 1667. Rodrigo Muñoz de Pamplona, alcaide de Morés, e Isabel de Santángel dejaron un pío legado para sus parientes, fuera para contraer matrimonio, para ser ordenados clérigos, para profesar de monjas o para ingresar como caballeros de la Orden de San Juan.
El retablo de la capilla del Santo Cristo de la parroquial de San Pedro de Saviñán, se remata con un escudo que lleva la cruz sanjuanista, aunque José Gracián confesaba en sus Notas, que no había dado con el nombre de su benefactor. También nos decía que los cuadros que había entonces sobre la puerta de la sacristía, copias del Pasmo de Sicilia, de Rafael de Urbino, habían estado anteriormente en la capilla del Santo Cristo. También en la sacristía y en la Sala Capitular había entonces algunos cuadros. Uno de ellos con la Purísima, debió ocupar, según José Gracián, la pilastra de la capilla del Santo Cristo.
El 3 de diciembre de 1673 y ante José González, Antonio Gracián Larraga, viudo de su segunda mujer Isabel Garcés Sierra, fundaba una capellanía de patronato laical en la capilla del Santo Cristo de Saviñán, para que el hijo de ambos, Antonio Gracián Garcés, estudiante y clérigo de cuatro menores órdenes, fuera promovido a los sagrados órdenes y tuviera congrua sustentación y renta. La celebración de misas los días primero y quince de cada mes, tendría lugar en vida de su hijo, o hasta que tuviera otra renta eclesiástica perpetua de mil sueldos jaqueses.
Para ello Antonio Gracián dotaba a esta capellanía de los siguientes bienes: Unas casas en Saviñán, que confrontaban con casas de Jerónimo Vacarizo, huerto de Juan de Funes y calle pública. Un olivar en las Espartinas, de tres hanegadas, que confrontaba con olivar de Juan de Cuenca, olivar de mosén José Villalba y olivar de Jusepe Gracián. Una pieza de tierra blanca de dos hanegadas y media en la entrada de Jumanda, que confrontaba con piezas de la Religión de San Juan, pieza de Diego Muñoz y con senda y camino de herederos. Un majuelo con regle de olivos en el Axariz, que confrontaba con viña de mosén Pascual Vincueria, viña de Antonio Gracián y camino real.
El 4 de diciembre Antonio Gracián Garcés se presentó ante Simón Martínez, jurado y juez ordinario de Saviñán, para decirle que su padre había fundado una capellanía, nombrándole capellán de ella. Esta capellanía la había dotado con bienes por valor de más de veinte mil sueldos, que daban más de mil sueldos de renta al año. Juan de Cuenca, labrador de sesenta y dos años, y Miguel Perales, labrador de la Señoría, de sesenta años, personas honradas, dijeron que con la renta de estos bienes podía sustentarse Antonio Gracián Garcés y que su padre era dueño de otros muchos bienes.
Antonio Gracián Larraga, que había casado en primeras nupcias con María Guillén Sediles, murió en 1691. El hermano de Antonio, llamado Jusepe Gracián Larraga, casó en primeras nupcias con Francisca Garcés Sierra, siendo padres de Francisco y de Jusepe. En segundas nupcias casó con Catalina Villalba, siendo padre de Catalina Gracián Villalba. Catalina casó en 1692 con José Martínez Gracián (h.1661-1726), muriendo en 1694, a los veinticuatro años. José Martínez volvió a casarse con Ana-Francisca Terrer.
En su último testamento fechado en 1692, José Gracián Larraga, viudo ya de su segunda mujer, dejaba a su hijo José Gracián Garcés una cama con pilares de nogal, dos colchones buenos, dos sábanas de lino, dos sábanas de cáñamo, una manta y cuatro almohadas con cuatro fundas, además de trescientos veinte escudos en dinero para que tomase el estado de sacerdote. Dejaba también cincuenta reales para que se fundara una misa cantada el día de san Miguel, en la parroquia de San Miguel de la Señoría. Eran ejecutores de su testamento su primo mosén Miguel Vicente Villalba, su hijo Francisco Gracián y sus sobrinos mosén Antonio Gracián y mosén Juan Gracián.
El vicario de san Pedro, mosén Miguel Vicente Villalba, hizo el testamento por no haber notario en Saviñán. Fueron testigos mosén Antonio Gracián, presbítero y notario del Santo Oficio de la Inquisición de Aragón, y Jusepe Martínez, mancebo.
A partir de 1705 aparece citado en varias partidas Fr. José Gracián Garcés como abad de Alcolea y como prior de la iglesia de San Juan de Alcolea.
Por uno de los Libros de la Cofradía de la Vera Cruz, sabemos que Fr. José Gracián fue prior de esta cofradía en 1717 y que murió en Alcolea de Cinca. Por esta misma fuente sabemos que en 1725 fue prior de esta misma cofradía Fr. Juan Gasca, que era prior de la Religión de San Juan. Era hijo de Juan Gasca (h.1640-1710), de la Señoría de Saviñán, y de Ana Carnicer, siendo hermano de Matías Gasca, que casó con Juan López. Entre la larga lista de cofradesas de la Vera Cruz que vivían en 1720, se citaba a Ana-Matías Gasca y Carnicer.
Juan Gasca, de la Señoría, murió el 31 de octubre de 1710 en el pueblo realengo. Tenía setenta años y se enterró en San Pedro. Como ejecutores de su testamento, debido al notario de Embid, Miguel Muñoz, nombraba a los vicarios de San Pedro y de San Miguel, a Juan Cuenca, secretario de la Suprema, a mosén Juan Pérez, de Embid, y a su mujer Ana Carnicer. Al margen se añadía que su hijo el prior Gasca había fundado un aniversario. Ana Carnicer, de la Señoría, murió en 1712. Tenía sesenta años y se enterró en la capilla del Santo Cristo.
En la visita pastoral del canónigo de Tarazona, Francisco de Avendaño, el 12 de noviembre de 1713, se decía que las misas del alba y las misas de las once horas de la capellanía de Juan Gasca y de Ana Carnicer, debían decirse a sus tiempos, para que los fieles pudieran acudir a ellas.
En 1704 moría Jerónima Lucate, de cincuenta y seis años, dejando dos aniversarios sencillos en la capilla del Santo Cristo. Como ejecutores nombraba a su marido Jusepe Gumiel, a sus hijos mosén Francisco y Jusepe Gumiel Lucate, y a mosén José Lucate, que morirá en 1710, a los sesenta y ocho años de edad.
En 1707 moría el infanzón Jerónimo Martínez, dejando media arroba de aceite al Santo Cristo de Saviñán.
En San Miguel de la Señoría debieron nacer los dos hijos de Juan López y de Matías Gasca hacia 1705. Recordemos que el Libro tercero de San Miguel comienza en 1709 y que el Libro segundo (1618-1708) no se encuentra en el Archivo Parroquial. Se llamaban Juan y Miguel López Gasca. Miguel fue presbítero y capellán de la capellanía fundada por su abuelo Juan Gasca. Mosén Miguel murió en 1755, a los cincuenta años, siendo sepultado en la grada del altar de la capilla del Santo Cristo, "porque lo dexo asi dispuesto".
Juan López Gasca (h.1705-1735) casó en 1732 con Teresa Cuenca Cimorra (1703-1771). Del matrimonio nacen dos hijos: Juan-Manuel y mosén Patricio (1735-1770), que logra en 1757 el grado de bachiller en Filosofía y el de bachiller y doctor en Teología en la Universidad de Gandía, fundación de san Francisco de Borja. En esta misma Universidad de los jesuitas logra los mismos grados en 1763 su primo Manuel Lafuente Cuenca, nacido en 1735. Era hijo de Pedro Lafuente Romeo, nacido en 1691, de la Señoría, y de Ana Cuenca Cimorra (h.1689-1777), que habían casado en 1721. Pedro Lafuente y Ana Cuenca también fueron padres de Jacinto Roque (1731-1792) y de Pedro Vicente (1738-1788) Lafuente Cuenca, los dos eclesiásticos.
Tíos de todos ellos fueron mosén Francisco, nacido en 1695, y mosén Pedro Cuenca Cimorra, nacido en 1697, beneficiados de la parroquial de Saviñán, que quizá estuvieran también emparentados con mosén Juan-Antonio Cuenca (h.1650-1710), secretario de la Inquisición en Saviñán. Mosén Francisco Cuenca fue prior de la Cofradía de la Vera Cruz en 1736 y su hermano mosén Pedro fue prior en 1742. En 1696 fue prior Francisco Cuenca.
Mosén Juan-Antonio Cuenca era hijo de Juan Cuenca y de Blasa Vicente Villalba, que murió el 9 de diciembre de 1676, a los setenta años. Dejó por su alma veinticinco libras. Testó con el notario Miguel García, siendo ejecutores Juan Cuenca, mosén Miguel Vicente Villalba y sus hijos mosén Juan-Antonio Cuenca y Jusepe Cuenca. En 1677 moría su marido Juan Cuenca.
Juan Cuenca y Blasa Vicente Villalba debieron tener varios hijos: José Cuenca, moría en 1692, Jerónima Cuenca en 1706, en 1708 Isabel Cuenca, que había casado con Juan Diego Villalba, muerto en 1706, y en 1710 moría mosén Juan-Antonio Cuenca.
Blas Vicente Villalba murió en 1680. En 1711 murió Teresa Vicente Villalba. Había casado en 1682 con José Gumiel, viudo de Catalina Vicente. En 1682 casará Francisco Vicente Villalba con la viuda María Gumiel y en 1694 volverá a casar con María García Aro. En 1712 moría el licenciado Miguel Vicente Villalba, vicario de San Pedro. Testó con Martín Bendicho, notario de Morés, nombrando ejecutores al vicario de Paracuellos, mosén José Cerellón, comisario del Santo Oficio de la Inquisición, y a José Gracián, abad de Alcolea. El vicario se enterró con alba y casulla, según constaba en el Libro de Gestis. El vicario fundó una capellanía en la capilla de la Virgen del Pilar para su sobrino mosén Juan de Afuera.
Isabel Cuenca y Juan-Diego Villalba Juan tuvieron varios hijos: José Villalba Cuenca casó en 1721 con Teresa Aparicio, de Cariñena, Ana Villalba Cuenca casó en 1708 con Vicencio Pérez López, siendo padres en 1709 de un hijo, Juan-Antonio, y Teresa Villalba Cuenca casó en 1710 con Miguel Navarro Serón, de La Almunia.
En 1705, Juan-Antonio Cuenca, presbítero de Saviñán y oficial mayor de la secretaría de Aragón del Consejo de la Inquisición y secretario del secreto de la Inquisición de Aragón, sufrió un proceso criminal fiscal del Consejo de la Inquisición, por mal procedimiento en el cumplimiento de sus servicios.
Mosén Juan-Antonio Cuenca murió el 18 de diciembre de 1710. Tenía sesenta años y se enterró en el carnerario de la capilla de Nuestra Señora del Pilar, por ser capitular de San Pedro. Dejó cien escudos por su alma y para gastos. Fueron ejecutores de su testamento, debido al notario de Embid, sus sobrinos Miguel Muñoz, Juan Villalba, Vicencio Pérez López y Miguel Navarro, de La Almunia.
Juan-Manuel López Cuenca (1733-1808), hijo de Juan López y de Teresa Cuenca, casó en 1754 con Teresa de Afuera y Pérez (1735-1772), teniendo al menos siete hijos, entre ellos a Fr. Manuel López de Afuera, que nació en 1759 y fue prior comendador de la Orden de San Juan en Chiprana. En 1817 fue prior de la Cofradía de San Babil de Saviñán.
Después de enviudar, Juan-Manuel López Cuenca volvió a casarse en 1776 con Antonia Pérez López (h.1755-1831), de Mara, con la que tuvo al menos diez hijos más. Ella era hija de Vicente Pérez López y de Ana Pérez, de Mara, que habían sido vecinos algunos años de Saviñán.
Teresa de Afuera y Pérez era hermana de mosén Ubaldo de Afuera (1720-1776), presbítero y capellán de una de las dos capellanías fundadas por mosén Antón Villalba en la capilla de San Antón, y los dos eran sobrinos de mosén Juan de Afuera Nicolás (1688-1749), vicario de San Pedro, para el que su tío mosén Miguel Vicente Villalba, vicario de San Pedro, fundara una capellanía a su muerte, acaecida en 1712.
Sebastián de Afuera (h.1626-1686) había casado con María Vicente Villalba, siendo padres de José de Afuera Villalba (h.1657-1724), médico, que casó en 1681 con Manuela Nicolás. Fueron padres de mosén Juan Francisco (1688-1749) y de José (1684-1750), que casó con Ana Pérez Terrer (h.1687-1737), de Paracuellos de la Ribera, siendo padres de mosén Ubaldo y de Teresa de Afuera y Pérez.
Fr. Manuel López de Afuera, prior de Chiprana, murió en Saviñán e1 2 de noviembre de 1831, recibiendo los sacramentos de penitencia y extremaunción, no así el viático, por no permitirlo el accidente que padecía. No hizo testamento y lo llevaron a enterrar a la iglesia de Santa Lucía de Calatayud. Esta iglesia había pertenecido a los templarios, pero con la desaparición de la orden, pasó a la encomienda de San Juan de Jerusalén. Los sanjuanistas incluyeron a la colegiata del Santo Sepulcro entre las propiedades de los templarios y por esta información, la Santa Sede hizo depender a la colegiata de esta parroquia de Santa Lucía. Por esta razón, parte del archivo del Sepulcro se trasladó a Santa Lucía, pasando luego al Archivo Histórico Nacional.
La parroquia de Santa Lucía estaba situada frente al que fuera Teatro Principal, en la plaza de Darío Pérez. Con la desamortización, la iglesia tuvo varios usos, hasta que fue demolida hacia 1868-1870.
Constaba de una sola nave, con un retablo mayor y dos altares laterales. En ella se conservaban dos laudas sepulcrales de dos comendadores del Temple, una de ellas correspondía al comendador de Huesca, Fr. Miguel Martínez de Marcilla, fallecido en 1595. Según José-María Cuadrado, en la portada había una inscripción con el año de 1508.
En 1837 se arregló en Saviñán el puente de piedra y la puentecilla de Juan López, conocida también como la puentecilla del Maltés, pues la Orden de San Juan se conocía también como la Orden de Malta. Todo hace pensar que Juan López, padre o hijo, vivieran en una casa contigua a esta puentecilla, bajo la cual pasaba la acequia de Jumanda.
José Gracián cuenta en sus Notas que entre el ruejo del Concejo, luego de Juan Lafuente, y la acequia de Jumanda había un paso, llamado "el pasillo", por donde se iba al tejar y a unos huertos contiguos, por no dar la vuelta por San Antonio, que era su entrada, ya que por la Señoría no había paso, o sólo lo tenían el huerto o los huertos situados en lo que es hoy la calle del Molino y ruejo de los Gracián. Los que tenían permiso para pasar por él, excepto el tejero, pagaban la licencia en pollos.
BIBLIOGRAFÍA
Archivo de la familia Gracián de Saviñán.
Archivo Histórico Nacional. Inquisición, Leg. 3682, Exp. 2, 1705.
Archivo Histórico Provincial de Zaragoza. Archivo de Argillo.
Archivo Parroquial de Saviñán.
Gonzalo M. BORRÁS GUALIS y Germán LÓPEZ SAMPEDRO: Guía de la ciudad monumental de Calatayud, Madrid, 1975.
José GRACIÁN GASCA: Notas para la historia de Saviñán, 1919.
José-María de JAIME LORÉN: Graduados aragoneses en la Universidad de Gandía, Calamocha, 1994.
José-María QUADRADO: Recuerdos y bellezas de España, Aragón, 1844, edición facsímil, Calatayud, 2003.
De Gentes de mi tierra, 2009
|
|