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Mosen Juan Jerónimo Pariente y Villalba
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Resulta difícil entender los crímenes de Constantino, quien mandó ejecutar a su hijo y a su esposa Fausta, con la tradición que asegura que tuvo la visión de la cruz el día anterior a la batalla contra Magencio, en el puente Milvio, "In hoc signo vinces", lo que le movió a convertirse al cristianismo. Una vez ganada esta batalla, Constantino envió a su madre santa Elena a Jerusalén, para investigar los restos de la Cruz de Jesús. Santa Elena mandará derribar el templo de Venus sobre el Gólgota y allí encontrará tres cruces. La Cruz de Jesús la reconocerá por un milagro obrado a un moribundo. Santa Elena cortará una parte del madero que enviará a Roma, quedando una Cruz de brazos iguales que depositará en un templo circular, que santa Elena mandará construir allí mismo.
Muchas son las reliquias de este Lignum Crucis que encontramos en Aragón. Fr. Roque-Alberto Faci habla de algunas de ellas en la segunda parte de su Aragón Reino de Cristo, de 1750.
La reliquia conservada en el convento del Carmen de Zaragoza, engastada en una cruz de plata sobredorada, fue un regalo de la reina María, esposa de Alfonso V, que fue bienhechora de esta casa, donde se celebraron las Cortes de 1441.
En este convento se fundó la Cofradía de la Santa Vera Cruz, que hacía procesión "de la disciplina", siendo sus cofrades los nobles de Zaragoza. Esta cofradía celebraba el 3 de mayo y el 14 de septiembre con gran solemnidad, por lo que estos excesos fueron consumiéndola. En 1536 Paulo III concedió indulgencia plenaria a todos los que tomasen disciplina de sangre, alumbrasen algún paso de la procesión del Jueves Santo, o bien rogasen por la paz.
En 1652 renovó la cruz de plata, donde estaba colocada esta reliquia, el P. Fr. Antonio Alegre y Casanate.
Al caer enfermo en Zaragoza el príncipe Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV, se hicieron rogativas a la Virgen del Pilar, se trasladó la Virgen de Cogullada a La Seo y se llevó hasta su lecho esta reliquia de la Vera Cruz, en una solemne procesión con más de quince mil hachas y luces, pero aquella misma tarde murió el príncipe. Era el 9 de octubre de 1646.
Este convento del Carmen entregó parte de la reliquia de la Vera Cruz a los conventos de Huesca, Calatayud, Sangüesa, Alcañiz y aún a otros sitios más. El P. Faci contaba que pudo ver esta reliquia en 1724, y ya entonces era mucho más pequeña que cuando el Fr. Antonio Alegre renovó la cruz de plata, según constaba en las Memorias del convento.
La parroquia bilbilitana de San Andrés conservaba otra reliquia del Lignum Crucis, quizá traída de las Indias por un devoto, o quizá fuera parte de la reliquia de Maluenda. El primero de enero de 1703 mosén Juan-Antonio Mendoza, que se había recogido para orar en el templo a causa de una gran tempestad, oyó por tres veces golpes en el sagrario, donde se veneraba esta reliquia. Mosén Juan-Antonio la sacó de allí y al punto cesó la tempestad. Otro tanto ocurrió con la reliquia de Maluenda.
Se cuenta que unos castellanos fueron a Maluenda a comprar vino a casa de Juan Pérez de La Figuera, que estaba casado con Jerónima Betrian. Como no pudieron cubrir el alcance, los compradores dejaron en prenda un relicario, que fue depositado en un baúl del oratorio privado de esta familia. Durante una tempestad, la señora de la casa oyó unos golpes en el mismo baúl. Llamó a su marido y al abrirlo vieron que el relicario se movía. Lo sacaron de allí y colocado en la ventana cesó la tempestad. Esta reliquia, dispuesta en una cruz de plata, fue donada a la parroquia de las Santas Justa y Rufina, donde se hizo un altar, colocándola en un bello sagrario. Esta reliquia había socorrido al pueblo en necesidades de agua. El día 3 de mayo se trasladaba desde su altar a lo alto de la iglesia, colocándola en un sagrario. Desde allí se tenía más a mano para conjurar las tormentas de verano. El día 14 de septiembre de trasladaba de nuevo a su altar. Desde muy antiguo había una cofradía bajo la invocación de la Vera Cruz. Todos los Jueves Santos se exponía por la noche para su veneración.
Mosén Evaristo Calvo y Cabello recogió en su libro Memorial devoto de la Soledad de Maluenda, esta misma historia que cuenta el P. Faci. En tiempos de sequías y calamidades, esta reliquia había recorrido en rogativa los lugares de Calatayud, Morata de Jiloca, Munébrega, Olvés, Belmonte, Santa Cruz y Tobed, dando siempre consuelo. También se sacaba en procesión por todo el pueblo el día de Jueves Santo, pasando por la casa de la familia Ciria, que donaron esta reliquia a la parroquia de las Santas Justa y Rufina. En la capilla de la Vera-Cruz tenía su sitio de enterramiento la familia Ciria.
La reliquia de Caspe había sido donada por el Papa Clemente VII en 1394 y se conservaba en el convento que había fundado el Gran Maestre de la Orden de San Juan, Juan Fernández de Heredia, oriundo de Munébrega.
En la catedral de Huesca se conservaban dos porciones, que habían sido regaladas por sus prelados.
En Monforte de Moyuela, en tierras de Daroca, se conservaba otra reliquia, que había pertenecido a Agustín de Jesús, Arzobispo de Braga, Portugal, quien la cedió al jesuita P. Valeriano Frías del Castillo, quien la donó a su lugar el 2 de diciembre de 1609. Se trataba de una cruz de palosanto del Brasil. En medio de esta cruz se alojaba la reliquia de la Vera Cruz engastada y guarnecida en una cruz de plata, con los huesos de san Felipe, de san Timoteo, de santo Tomé y de san Marcelo.
La reliquia del antiguo convento zaragozano de Santa Engracia, regalo del rey Fernando el Católico, se colocó en una cruz de plata dorada en 1570.
Nada nos dice el P. Faci de la reliquia de la Vera Cruz de Saviñán. En la Consueta de la parroquia de San Pedro de 1961 se decía que las reliquias de la Vera Cruz, de san Roque y otras reliquias depositadas en altares y brazos relicarios estaban sin autentificar, aunque por ser muy antiguas se consideraban auténticas. Las reliquias de santa Lucía, de san Blas y de san Pedro se autentificaron en 1921. En 1922 se autentificaron las reliquias de san Antonio Abad, santa Bárbara, san Luis Gonzaga y la de la Casa de Loreto de la Virgen. En 1927 se autentificó la de san José.
La reliquia de este Lignum Crucis de Saviñán está dispuesta en una cruz de plata sobredorada, obra de finales del siglo XVI. Los brazos de esta cruz de plata terminan en forma de flor de lis. En el anverso destacan cuatro medallones con los cuatro evangelistas. En los medallones del reverso se representan a los cuatro padres de la Iglesia occidental.
En la Consueta de 1600 se decía que el día de la Cruz de Mayo se iba en procesión a la ermita de San Blas, pasando antes por la ermita de San Roque, bendiciendo a la vuelta los términos desde la Cruceta. Entonces no se festejaba la Cruz de Septiembre, que actualmente también celebra la Cofradía de la Vera Cruz con misa y procesión por el lugar.
En 1601 moría Isabel Vicén, que estaba casada con Joan de la Sierra. Dejaba cuatro arrobas de aceite a repartir entre el Santísimo Sacramento, la Virgen del Rosario, San Roque y San Blas. Este mismo año moría Ana Vitrian, de sesenta años y mujer de Miguel Marín. Dejaba diez escudos por su alma y ocho reales a las cofradías del Santísimo, de Nuestra Señora, del Nombre de Jesús y de la Vera Cruz.
El 29 de septiembre de 1602 moría Simón Martínez, de cuarenta y dos años. A las cofradías del Santo Nombre de Jesús, Santísima Vera Cruz y Nuestra Señora del Rosario dejaba veinticinco sueldos para cada una, y otros tantos dejaba a la Redención de cautivos. A Nuestra Señora de la Sierra y a las ermitas de San Roque y de San Blas dejaba veinte sueldos a cada una.
En 1603 moría Francisca Catalán, de cuarenta y cinco años, que estaba casada con Diego Palacio. En su testamento dejaba veinte sueldos para las cofradías del Santísimo, del Rosario y de la Vera Cruz. Este mismo año moría Francisco Villalba, de veinticuatro años, dejando cinco sueldos para el Santísimo, cinco sueldos para la cofradía de la Vera Cruz y cuatro sueldos para las ánimas del purgatorio.
En 1680 fue encontrado muerto Pedro Lucate, ermitaño. Testó el Capítulo en quince libras jaquesas, entrando a pagarlas su hijo mosén José Lucate.
El 14 de noviembre de 1696 murió Blas Gumiel, ermitaño de San Blas. Tenía setenta y seis años. Como no testó, lo hizo el Capítulo en cincuenta reales, que pagó Jusepe Gumiel, alpargatero.
El 26 de noviembre de 1707 moría el infanzón Jerónimo Martínez, dejando seis arrobas primas de aceite. Entre ellas dejaba media arroba a San Blas.
El 19 de diciembre de 1716 murió Teresa Hernández, ermitaña de San Blas. Tenía sesenta y cinco años. Había venido al pueblo para confesarse y comulgar, estuvo en casa de su hijo Francisco Lacruz y cuando regresó a San Blas murió de repente.
El 8 de marzo de 1717 moría Miguel Pamplona, ermitaño de san Blas y marido de Teresa Hernández.
En la visita pastoral de José Germán el 1 de junio de 1720, se decía que se ocultaba maliciosamente una de las ordinaciones de la cofradía de la Vera Cruz, que señalaba que debía multarse al prior con diez libras y al mayordomo con cinco libras, en caso de no aceptar el cargo. Pedía que se observara esta ordinación y se multara a los que no aceptaran el cargo.
Los Estatutos más antiguos conservados de la Cofradía de la Vera Cruz de Saviñán datan de 1721, año en que son corregidos y enmendados por el presidente y beneficiado perpetuo de San Pedro, mosén Juan-Jerónimo Pariente y Villalba (h.1667-1743), con comisión de las personas del poder y gobierno, prior y mayordomos de la cofradía.
Las Ordinaciones de la Cofradía de la Vera Cruz de Saviñán, corregidas en 1721 por mosén Juan-Jerónimo Pariente, constaban de veintiocho artículos. Los nuevos cofrades debían pedir el ingreso el Jueves y el Viernes Santo, días que el prior y los mayordomos se colocaban al final de la iglesia. Los varones debían pagar nueve reales de plata en tres años, a razón de tres reales por año, y las cofradesas nueve sueldos de plata en tres años, a razón de tres por año.
Ocho días antes del Domingo de Ramos, los mayordomos debían cobrar la cuota a los cofrades. El Domingo de Ramos, después del medio día, se llevaría a cabo la petición de limosna de aceite para la lámpara de la Vera Cruz por las calles del pueblo. La harían los priores y mayordomos del año en curso y los del año anterior. Después de la limosna se pasarían las cuentas al prior y mayordomos salientes, en casa del prior, con asistencia, previa cita, del secretario y de las personas del poder, que debían firmar la aceptación de las cuentas. A continuación se nombrarían al prior y a los mayordomos entrantes. Para priores se debían alternar los eclesiásticos y los cofrades seculares, siempre por antigüedad. Los mayordomos podían ser los dos de realengo, los dos de la Señoría, o uno de cada lugar, siempre que fueran idóneos. Si no admitían el bastón de mayordomo, tendrían una pena de veinticinco reales de plata.
Un cofrade pobre, llamado el munidor, se encargaría de llamar a Juntas, de cuidar los pasos que se sacaban el Jueves Santo y de limpiar las túnicas blancas, cobrando por ello quince sueldos de plata. El secretario recibiría por su trabajo ocho sueldos de plata.
El vicario y los dos Jurados o alcaldes del lugar serían las personas del poder de la cofradía y por ello debían asistir al pase de cuentas y a la nominación de prior y mayordomos. También podían corregir y enmendar los Estatutos, tomando las medidas adecuadas para el aumento de la cofradía.
En la procesión del Jueves Santo los mayordomos debían acompañar a la Vera Cruz con las hachas de la cofradía. En la procesión de la tarde, el prior llevaría el estandarte negro y los mayordomos, con túnicas negras y el rostro descubierto, pedirían limosna para aumento de la cofradía. Si el prior fuese eclesiástico, el estandarte lo llevaría uno de los mayordomos, y a este lo sustituiría en la limosna un cofrade. La cofradía llevaría en esta procesión dos faroles de hojalata.
El 3 de mayo se hacía procesión a la ermita de San Blas, para bendecir los términos. En este día el prior llevaría la bandera colorada y los mayordomos los bastones colorados, mientras los mayordomos salientes alumbrarían con hachas a la Vera Cruz.
El día del Corpus el prior debía componer las andas de la Vera Cruz y buscar a cuatro personas para que llevaran la peana, preferentemente clérigos de cuatro menores órdenes, o mejor, sacerdotes expectantes. El prior llevaría el estandarte colorado, los mayordomos los bastones colorados y los mayordomos salientes las hachas.
El día 14 de septiembre se haría procesión general por el lugar, sacando en andas a la Santísima Vera Cruz por eclesiásticos, si fuera posible, diciéndose una misa cantada con órgano por los cofrades vivos y difuntos. Por ello se darían a la iglesia diecisiete sueldos de plata. El prior debía llevar el estandarte colorado, los mayordomos los bastones colorados y los mayordomos salientes las hachas.
El prior y los mayordomos tenían obligación de pedir limosna de noche por las calles, en nombre de la Sangre de Cristo, para los cofrades enfermos, impedidos o ancianos. También debían hacerlo para los enfermos del hospital.
En la misa y entierro de algún cofrade, la cofradía debía poner los doce cirios amarillos. También se pondrían en el entierro de algún vecino o forastero que muriese en el hospital, fuera o no cofrade. Por el alma del cofrade muerto, o de los pobres muertos en el hospital, se diría una misa rezada a cargo de la cofradía.
Si los priores y mayordomos faltasen a las obligaciones de su cargo, las personas del poder podrían imponerles una multa de veinticinco sueldos.
Estos Estatutos serían aprobados por el Vicario General de Calatayud, Tomás Cuber, en 1742.
Entre los cofrades vivos en 1720 se citaban a: Fr. Tomás Ruiz, Fr. José Gracián y Garcés, Jerónimo Muñoz, Roque de Yepes, Juan Muñoz, Fr. Juan Gasca, mosén Juan de Afuera, mosén Juan-Jerónimo Pariente, mosén Francisco Pariente, Blas Gumiel, Juan Pujadas, mosén Francisco-Manuel García, mosén José Martínez, Antonio Trigo Ibáñez, mosén Manuel Pariente, Fr. Manuel de Afuera, descalzo, Fr. Miguel Vicente Villalba, Fr. Manuel de la Plana, Juan-Jerónimo Martínez Terrer, Martín Zapata y Muñoz, Ignacio Pujadas, Joaquín Pujadas, mosén Miguel López Gasca, mosén Martín López, vicario de la Señoría, Roque Pariente, mosén Pedro Martínez Terrer, Antonio Muñoz de Pamplona, Ramón Zapata y Muñoz, José Gascón, médico, Juan Cerdán, apotecario, Tiburcio Dolz Espejo, Fr. Manuel de Afuera y Villalba, mosén Pedro Pariente, Lorenzo Ibáñez Betrian, Juan-Antonio Gasca, cirujano, y Antonio Gracián, entre más de trescientos cofrades varones.
Entre las cofradesas vivas en 1720 se citaban a: Josefa de Funes, Ana-Matías Gasca Carnicer, María Yepes, Antonia Muñoz de Pamplona, Josefa Muñoz, Francisca Zapata, Francisca Gracián Melús, monja en Alagón, María Casamayor, monja en la Encarnación, Rosa Carnicer y Pamplona, capuchina, y Teresa Tejedor, santera de San Blas, entre casi trescientos nombres.
Mosén Juan-Jerónimo Pariente firmaba las partidas de los libros parroquiales como regente desde 1694. En 1712 fue nombrado vicario interino, a la muerte del anterior vicario mosén Miguel Vicente Villalba, aunque debió renunciar. En 1718 moría el vicario y licenciado Pedro Martínez Gracián. En 1721, cuando copiaba los Estatutos de la Cofradía de la Vera Cruz, se citaba como presidente y beneficiado perpetuo de la parroquial de San Pedro de Saviñán. En 1732 es nombrado de nuevo presidente, a la muerte del vicario mosén Antonio Gumiel. Mosén Juan-Jerónimo Pariente fue prior de la Cofradía de la Vera Cruz en 1731, mosén Francisco Pariente lo fue en 1735, mosén Pedro Pariente en 1753 y Roque Pariente y Almas en 1750.
Mosén Juan-Jerónimo Pariente era hijo de Jerónimo Pariente y de Jerónima Villalba. Jerónimo Pariente murió el 6 de abril de 1685, a los sesenta y nueve años de edad, dejando cuarenta libras. Como ejecutores de su testamento nombraba a su mujer Jerónima Villalba, a mosén Antonio Gracián, a su hermano Domingo Pariente, vecino de Cariñena, y a su hermana María Pariente, vecina de Maluenda.
Jerónima Villalba murió el 5 de junio de 1698, a los sesenta años, y se enterró en la parroquia. Testó con el notario Domingo Carnicer, dejando a voluntad de su hijo, mosén Juan Pariente, para gastos y misas. Firmaba la partida su hijo mosén Juan-Jerónimo Pariente, regente.
Mosén Juan-Jerónimo Pariente y Villalba tuvo varios hermanos. Su hermano mosén Francisco, nacido en 1678 y muerto en 1753, había enloquecido muchos años atrás. El 18 de junio de 1718, mosén Francisco Pariente bautizaba por necesidad a Roque-Antonio Gumiel Cimorra, hijo de Gaspar y de Jerónima, pero por estar enfermo de la cabeza o casi fuera de juicio, y no tener por ello entera satisfacción de su juicio y entereza, lo volvió a bautizar mosén Antonio Gumiel, regente, siendo padrino Francisco Cuenca, estudiante, y Ana Cuenca, doncella.
Mosén Antonio Gumiel, vicario y medio beneficiado, murió en 1732, a los cincuenta y un años. Fue enterrado en el carnerario de la capilla de la Virgen del Pilar. Dejó cuarenta escudos para gastos, diez escudos para la fábrica de San Roque y tres arrobas primas de aceite para la fábrica de San Blas. Sus ejecutores fueron mosén Juan de Afuera y mosén Francisco Vitrian. Mosén Juan-Jerónimo Pariente firmaba como presidente, por muerte del vicario.
El 2 de febrero de 1688 se bautizó a Juan-Francisco de Afuera y Nicolás, y el 13 de febrero del mismo año a Francisco-Antonio-Joaquín Vitrian y Blasco. Los dos serían vicarios de San Pedro de Saviñán. En 1749 murió el vicario mosén Juan de Afuera y en 1775 mosén Francisco Betrian o Vitrian. Mosén Juan de Afuera fue prior de la Cofradía de la Vera Cruz en 1729.
Los otros hermanos de mosén Juan-Jerónimo Pariente murieron muy jóvenes. Jerónima a los treinta y un años, Miguel a los veintinueve años y Roque a los treinta y dos años. Miguel dejó a su muerte un aniversario doble en la capilla de San Francisco. Jerónima (h.1669-1700) casó en 1690 con José Pamplona. Miguel (h.1672-1701) casó en 1693 con Catalina Bueso. Roque (1675-1707) casó en 1698 con Antonia del Mas, teniendo seis hijos, dos de ellos eclesiásticos, mosén Manuel, nacido en 1699, y mosén Pedro, nacido en 1704 y muerto en 1782, que junto con su hermano Roque, nacido en 1701, fueron ejecutores del testamento de su tío mosén Juan-Jerónimo Pariente, que murió el 4 de marzo de 1743, a los setenta y seis años. En su partida de defunción se citaba como beneficiado, aunque en 1737, en el traslado desde Zaragoza de los restos del canónigo José Martínez Saldaña, se citaba como presidente. Murió de repente y no pudo recibir ningún sacramento. Se enterró al día siguiente en el carnerario de la capilla de la Virgen del Pilar. Había hecho testamento con Francisco Carbonero, siete años antes de su muerte, dejando treinta escudos para gastos, sufragios y entierro.
La viuda de Roque Pariente, Antonia del Mas, casará en segundas nupcias y en 1714 con José Lafuente Gorrachategui.
Roque Pariente y del Mas, casó con Francisca Modrego, teniendo al menos trece hijos, entre ellos a mosén Roque (1733-1794) y a sor Teresa Pariente y Modrego, nacida en 1729, que ingresó en la Cofradía de la Vera-Cruz en 1730, como la dominica sor Micaela Martínez Monterde.
En el Libro cuarto (1724-1747) de San Pedro se recogía el traslado de los restos del canónigo Martínez Saldaña, que había muerto en Zaragoza el 14 de abril de 1735. En su testamento había dejado escrito que pasado un año se trasladara su cuerpo a la parroquial de Saviñán. Y el 22 de febrero de 1737, el Cabildo de la Seo dio licencia para sacar del panteón de los prebendados el cuerpo del canónigo Martínez Saldaña. Al día siguiente el cuerpo del canónigo llegó a Saviñán, depositándose en la Sala Capitular, a él debida. El 24 de febrero se celebró la misa de cuerpo presente, predicando su sobrino Miguel Monterde Martínez, vicario de Calatorao, tras la cual se depositó su cuerpo, ante la presencia del notario Domingo Carnicer y del presidente de la parroquial de San Pedro, mosén Juan-Jerónimo Pariente, en la capilla del Rosario, en una urna de piedra de Calatorao, debajo mismo de su retrato.
En 1731 fue prior de la Cofradía de la Vera Cruz mosén Juan-Jerónimo Pariente, y mayordomos el infanzón Jerónimo Martínez y Diego Lafuente Gorrachategui.
En abril de 1722 murió Juan de Barastay, a causa de una caída grande junto al azudillo del Frasno, en Trasmón, enterrándose en la ermita de San Blas. Como testigo se nombraba a José Delgado, ermitaño.
En 1770 y 1776 se citaba a Pedro Mateo como ermitaño de San Blas.
El 31 de agosto de 1781 ocurrió una desgracia en el Portijuelo. Murieron cuatro vecinos de Saviñán, que estaban sacando yeso para la fábrica de Santa María, al desprenderse tierra del monte. A Miguel Berdejo lo encontraron al anochecer del día 1 de septiembre, después de estar cavando todo el día más de cien hombres. A Francisco Asensio, a Pedro Asensio y a Babil Calcena los encontraron el día 3 de septiembre por la tarde. Y esa misma tarde, por consejo de los médicos y del cirujano, se enterraron en la ermita de San Blas, que era el punto acostumbrado para enterrar cuando se "previene puede haber contagio".
En 1784 era santera de San Blas, María Marco. Pero el 5 de abril de este año de 1784, congregados en las Casas del Ayuntamiento Pedro Ximénez, alcalde, José Lafuente, regidor primero, Francisco Villalba, síndico procurador, y mosén Jacinto Lafuente, regente, determinaron que "no conbenia al beneficio publico" que María Marco siguiera como ermitaña de San Blas y en su lugar nombraron a Manuel Joven y a Gracia Benedit, cónyuges, "sujetos de buenas costumbres". María Marco debía desocupar la casa de San Blas en tres días, entregando las cosas del santo y la hacienda a Manuel Joven.
El 3 de enero de 1792 moría el ermitaño Manuel Joven y el 14 de enero de este mismo año, el alcalde, los regidores, el síndico procurador y el regente, mosén Jacinto Lafuente, nombraron ermitaño a su hijo, llamado Manuel Joven Benedid, que aún lo era en 1805.
En 1786 moría Teresa Martínez, dejando cuarenta libras para obras pías y para componer la ermita de San Blas. Para el hospital de Saviñán dejaba veinticinco libras para componer un cuarto para los enfermos. Teresa Martínez Monterde había casado en 1753 con el escribano de la Audiencia de Aragón Blas Joven y Trigo, casando en segundas nupcias con el también viudo Manuel Martínez en 1785.
En 1786 visitaba Saviñán la reliquia de san Gregorio de Ostia, con la que se hizo un conjuro en la ermita de San Blas para los olivos de Trasmón.
En los libros parroquiales aparecen varias parejas que recibían las bendiciones o celebraban la misa nupcial en San Blas. En 1760 lo hacían Martín Chueca Martínez y Ana-María Martínez Monterde, y en 1788 la celebraron Ignacio Contín y Moncayo y María Chueca Martínez.
De 1857 a 1861 aparece como ermitaño Manuel Joven, de 1867 a 1888 Lorenzo Joven y María Cabrerizo, y de 1889 a 1896 Senén Saló y María Sanjuán Parral. En 1897 lo era Simón García y de 1903 a 1908 lo era su hijo Marcelino García, que estaba casado con Cándida Martínez. De 1911 a 1917 aparecen Anselmo Lafuente y Antonia Joven. En 1920 eran ermitaños de San Blas, Vicente Terrer Aznar y Catalina Andaluz Urbano. Entre 1924 y 1930 se citan a Lorenzo Arévalo Mateo y a María Ibáñez Aguirre. En 1934 y 1936 vivían en San Blas Emilia Zuara Tejero, viuda, con una hija del primer matrimonio, apellidada Torcal Zuara, y tres hijos del segundo matrimonio, apellidados Saló Zuara. En 1936 eran santeros de San Blas Pascual Villalba Sediles y Felicitas Gumiel Barcelona, que eran padres de cinco hijos. El último ermitaño de San Blas fue José Lafuente Vicente, que casó con Fermina Joven Solanas.
La nueva ermita de San Blas se levantó en 1960, inaugurándose en día de la Cruz de Mayo de aquel mismo año. A ella se trasladó el viejo retablo de San Blas, que se hizo con limosnas el año 1588. Una Comisión se hizo cargo de las obras, debido al mal estado de la vieja ermita, que se derrumbó por acción del tiempo y de la incuria, según se explica en un cuadro conservado en la nueva ermita. La vieja ermita seguía la alineación este-oeste. A la entrada, a mano derecha, había una pila de piedra y un banco adosado a las paredes. Al parecer tenía una pequeña cúpula, sobre el altar de piedra con una hornacina, que sería lo primero en caer. La cúpula ya no se levantó, tapiándose la ermita en el primer arco del presbiterio, donde se abría una puerta que comunicaba con la casa del santero o con una pequeña sacristía. La vieja ermita se derribó totalmente en abril de 1997, dejando un arco, bajo el cual se colocó un memorial a la Vera Cruz, recordando la situación de la vieja ermita y la peregrinación desde al menos el siglo XVI, de la Cofradía de la Vera Cruz de Saviñán. También se recuerda la peregrinación de los vecinos de Purroy a esta ermita. Los vecinos de Morés tampoco faltaban cada año a la vieja ermita de San Blas, aunque ya no quisieron hacerse cargo de los gastos de la nueva ermita levantada en 1960. El 27 de marzo de 1976 se pavimentó la explanada delante de la ermita, con la colaboración de numerosos voluntarios, donde se tiene costumbre celebrar el baile después de la comida del día de la Cruz de Mayo.
BIBLIOGRAFÍA
Francisco ABBAD RÍOS: Catálogo Monumental de España. Zaragoza, Madrid, 1957.
Archivo Parroquial de Saviñán.
Roque-Alberto FACI: Aragón Reino de Cristo y dote de María Santísima, segundo tomo, Zaragoza, 1750, edición facsímil, Zaragoza, 1979.
Mª-Rosa de la FLOR PÉREZ: Maluenda, su historia y su arte, Zaragoza, 1980.
Fr. Benito MARTÓN: Sumaria investigación de las plausibles antigüedades del célebre Santuario de Santa Elena Emperatriz, y su Fuente Gloriosa, en Aragón, y sus Montes Pyrineos, edición facsímil, Zaragoza, 1983.
De Gentes de mi tierra, 2009
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