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Prudencia
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XOSÉ A. PEROZO | No recuerdo cuántos siglos hace que leí El criticón de Baltasar Gracián, sí tengo memoria de lo mucho que disfruté. Me lo había prestado Pepe Lepe, un intelectual amigo de la familia, venerador del jesuita del siglo de oro y conocedor de cuantas sentencias dejó escritas en su Oráculo manual y arte de la prudencia. Lepe siempre las tenía a mano y yo no puedo evitar que algunas, más o menos deformadas, salten a mi memoria cuando contemplo y analizo esta decadencia cultural por la que rueda la vida política del país. En estos días de pandemia y nieves resulta tan difícil escuchar un buen argumento, una idea brillante, una parrafada inteligente, alguna situación que no acabe por caer en la imprudencia, que se echa de menos la sabiduría de Gracián, aunque pueda sabernos a tocino añejo.
Por más que lo intentemos, no escucharemos otra cosa que estadísticas de enfermos o difuntos, de árboles caídos, de millones de euros deseados, invertidos o derrochados, de vacunas venidas, inyectadas o por llegar, de comparaciones inútiles... Jamás conseguiremos oír una reflexión clarificadora de nada, ni una sola razón para abrir las puertas del entendimiento cuando se nos imponen normas cambiantes frente al virus o la catástrofe económica. La ciudadanía nos preguntamos el porqué de las cosas y tropezamos con la sinrazón y las peleas de gallos entre instituciones y poderes públicos.
Decía Gracián que "requiere tanto decir la verdad como ocultarla". Y eso es lo que parece cuando vemos el desconcierto que nos rodea. Pero quizás debamos afirmar que hoy, además de ignorancia, no se nos sustraen las verdades, sino que la mayoría de nuestros dirigentes las ignoran y están perdidos en el mar de la verborrea. Que desconocen, según Gracián, que "el silencio es el santuario de la prudencia". Que carecen de ella y se pierden por un titular huero pero sonoro. Y si Gracián, ahora pudiera salir a la palestra, seguro que a muchas y muchos les espetaría que "el tonto más grande es quien piensa que no es uno de ellos y todos los demás lo son". Hace daño y duele la orfandad de prudencia. Por favor, lean a Gracián.
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Heraldo de Aragón (1-1-2021)
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