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Capilla de la Virgen del Rosario
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | La nueva fábrica de la parroquial de San Pedro Apóstol de Saviñán se contrató en 1625, tras varios avisos a los jurados y al Concejo de parte de los obispos y visitadores. Ya en una visita pastoral de 1579, el canónigo de la catedral de Tarazona, Carlos Muñoz Serrano, señalaba que la iglesia de San Pedro se había quedado pequeña, debido al gran aumento de parroquianos. Por ello daba a los jurados un plazo de tres años para que la ampliasen "de la parte del altar mayor arriba", debiendo contratar la obra antes de cumplirse el año de su visita, bajo pena de 50 ducados.
Los jurados debieron excusarse por la falta de dinero y en 1582 se suspendió el dictamen de agrandar la iglesia de San Pedro, porque "es de su poca posibilidad por testigos fidedignos". En su visita de 1585, el obispo Pedro Cerbuna señalaba que "la dicha iglesia parroquial es pequeña y desacomoda para poder caber todos los parroquianos en ella y para oír los divinos oficios". El obispo pedía a los jurados que debían comenzar la obra en ocho meses, con una pena de 200 ducados, dando un plazo de dos años para acabar las obras, aunque podía ampliarse el plazo de ejecución.
Los hermanos Diego y Juan Muñoz de Pamplona y Gante ofrecieron 500 escudos de limosna, para levantar la nueva fábrica de San Pedro y el terreno que fuera necesario para alargar y ensanchar la Capilla Mayor. También estaban dispuestos a dar terreno de su olivar de tras San Pedro, para que pudieran pasar las procesiones de las Minervas, por "si en algún tiempo las quisieran volver a hacer de la manera y como se acostumbra antes que se hiciese dicha iglesia, que era entrando por ambos cementerios, dando la vuelta alrededor de ella". Por todo ello el Capitulo de San Pedro y el Concejo de Saviñán cedieron a los Muñoz de Pamplona la capilla lateral del lado del Evangelio y parte del cementerio, para que levantaran la sacristía. Debido a algunas diferencias, las partes interesadas acordaron por escrito unos capítulos el 6 de marzo de 1650. En 1664 Jerónima Andrés de Camarena y Sánchez de Cutanda, viuda de Diego José Muñoz de Pamplona (1623-1661), registró esta donación.
En un protocolo notarial de Miguel García Guerrero, fechado el 28 de marzo de 1666, el Capítulo de San Pedro y el Concejo de Saviñán cedían la capilla de la Virgen del Rosario a los hermanos José, Simón y Jerónimo Martínez, por sus muchas limosnas dadas a la iglesia y por haber entregado al Concejo 8.000 sueldos, para el reparo y construcción de la nueva fábrica de la iglesia, con una serie de pactos.
El Capítulo de San Pedro se había reunido por llamamiento hecho por el sacristán José Lucate, diácono. Lo componían el vicario mosén Miguel Gascón, que era además Comisario del Santo Oficio, mosén Juan Antonio Gracián, mosén Francisco Cuenca, mosén Francisco Hernández y mosén Joaquín Betrián.
El Concejo y jurados de Saviñán lo había hecho por llamamiento del corredor público, Antonio Calcena. En las casas del Concejo estuvieron presentes: José Villalba, jurado, Jerónimo Bacarizo y Antonio Gracián, tenientes de jurado, Pedro Terrer, Francisco García, Roque Pamplona, Domingo Medina, Roque Gumiel, Jusepe Benedid, Jusepe de Olvés, de la Joven, Jusepe Gasca, Jusepe Cuenca, Jusepe González, labrador, Constantino Calcena, Jerónimo de Yepes, Jerónimo de la Sierra, Jusepe de Olvés Cuenca, Pedro Benito, Pedro Paricio, Jusepe Lasierra, Vicente Caballero, Jusepe Calcena, Pedro Lucate, Gregorio Joven, Agustín de Lucate, Antón Sampera, Pedro Beltrán, Pedro Marco, Jusepe Villalba, sastre, Jusepe de Olvés, alias Roque, Juan Asensio, Blas Vicente y Pedro Vicente, todos vecinos de Saviñán.
El Capitulo y el Concejo donaban a los hermanos Martínez una capilla lateral, que estaba dedicada a la Virgen del Rosario. También entregaban terreno del cementerio, para que pudieran abrir la sacristía. Se consignaban quince pies de largo y el ancho y alto que tuviera la capilla. También podían fabricar linterna o media naranja a sus expensas. En esta capilla podían abrir a su costa un carnerario, en el que se podrían enterrar el canónigo José Martínez, Pedro Martínez, que residía entonces en la curia romana, mosén José Villalba y los descendientes de Simón y Jerónimo Martínez. También podían trasladar a ella los huesos de sus padres. Si algún familiar o amigo quisiera hacerlo, debía pagar a la iglesia 50 reales y 25 escudos al Vicario General.
Los hermanos Martínez no podían impedir al vicario ni al Capítulo de San Pedro, que pusieran en la Capilla del Rosario la reliquia de la Vera Cruz, en el puesto que se había acostumbrado y acostumbraba colocar, desde la Cruz de Mayo hasta la Cruz de Septiembre. Tampoco podían impedir que algún confesor pudiera confesar en ella, ni que algún parroquiano rezase. No podían dificultar el paso de las procesiones, ni el tránsito de los fieles a la Capilla Mayor, facilitando el rezo de las salves, misas y otras festividades, que estaban fundadas en esta capilla.
Los hermanos Martínez podían colocar rejado debajo de la grada, conforme estaba entonces de madera. Si lo quisieran cerrar, entregarían una llave al sacristán. El altar de la capilla debían sustentarlo a sus expensas, igual que la lámpara. En la capilla podían colocar sus armas en la parte que quisieran. Los reparos correrían a cargo de los hermanos Martínez o de sus sucesores.
Las limosnas de cualquier especie dejadas a la Virgen del Rosario, quedarían a disposición del prior de la Cofradía del Rosario y del Capítulo de San Pedro. En las mandas otorgadas en testamento, se cumpliría la voluntad del testador.
Los hermanos Martínez y sus herederos podían colocar asientos en la capilla, para escuchar las misas, los sermones y otros actos que se pudieran celebrar en la iglesia, pero se colocarían bajo las gradas. Si esta capilla se quisiera enajenar a personas extrañas, se debía contar antes con la licencia del Capítulo de San Pedro y del Concejo.
Como testigos firmaron mosén José Lasierra, y mosén Juan de Yepes, subdiácono. El vicario mosén Miguel Gascón firmó en nombre del Capítulo y el jurado José Villalba lo hizo en nombre del Concejo.
En la Capilla del Rosario de la parroquial de San Pedro de Saviñán, colgaban de sus paredes tres cuadros en muy mal estado, en los que estaban retratados los fundadores. De frente al baldaquino, a mano izquierda aparecía retratado José Martínez Asensio, que había tomado posesión de una canonjía de La Seo de Zaragoza, por provisión del Papa, el 3 de enero de 1662, por fallecimiento de Juan Mancebo. Había estudiado en las Universidades de Huesca y Zaragoza, siendo rector de esta última en 1693, donde obtuvo los grados de Cánones ese mismo año. Falleció el 18 de febrero de 1697, siendo enterrado en la capilla de los prebendados del Pilar. En su último testamento había dejado fundadas dos capellanías en esta capilla del Rosario, siendo los primeros capellanes sus sobrinos José Martínez Saldaña y el licenciado Pedro Martínez Gracián (h1663-1718). A su muerte, su sobrino José Martínez Gracián (1658-1726) sería nombrado patrón de estas capellanías, el 15 de marzo de 1698. A la muerte de este último en 1726, sería nombrado su hijo Juan Jerónimo Martínez Ferrer (1704-1767).
En el otro extremo de este cuadro aparecía Simón Martínez Asensio, bautizado en San Miguel de la Señoría en 1630 y fallecido en 1700. Contrajo matrimonio en 1656 con Isabel Gracián Tejedor (h1627-1699), hija de Pedro Gracián y Graciosa Tejedor (+1666). Fueron padres de José Roque Martínez Gracián y del licenciado o racionero Pedro Martínez Gracián, vicario de San Pedro y Comisario del Santo Oficio, cuyo retrato se encontraba en el cuadro del fondo, junto a su tío Pedro Martínez Asensio (h1639-1687). Pedro fue doctor en Teología y deán de la catedral de Teruel, desde el 22 de diciembre de 1678, aunque sirvió en Roma con un cardenal, cuyo nombre no hemos logrado descifrar.
En el cuadro de la derecha se representaba a Jerónimo Martínez Asensio (h1632-1707), con su esposa Teresa Saldaña Martínez (h1641-1681), y a su hijo José Martínez Saldaña, que había entrado de canónigo en La Seo de Zaragoza, por coadjutoría de su tío José, el 19 de mayo de 1690 y de principal el 27 de febrero de 1697. Estudió Cánones en la Universidad de Zaragoza, donde obtuvo los grados en 1696. Fue rector de esta Universidad en 1695, 1712 y 1719 y regidor del Hospital de Ntra. Sra. de Gracia desde 1731 hasta su fallecimiento, ocurrido el 14 de abril de 1735. El 22 de febrero de 1737 su cuerpo fue trasladado a la Capilla del Rosario de Saviñán, donde fue enterrado en una urna de piedra de Calatorao, debajo de su retrato.
José Martínez Saldaña fue el principal favorecedor de esta Capilla del Rosario y de la parroquia, culminando los deseos de su padre y de sus tíos. El 21 de marzo de 1724 instituyó y dotó una capellanía en la capilla del Rosario, que él mismo ocuparía en vida, pasando tras su fallecimiento a los herederos de su primo hermano José Martínez Gracián.
Desconocemos los artífices del baldaquino, muy parecido al de San Pedro Arbués de La Seo, de la Virgen, que José Gracián atribuye a José Quílez, y de los cuadros. En 1713 ya debía estar la capilla terminada, pues en una visita pastoral del canónigo de Tarazona, Francisco de Avendaño, el 22 de noviembre de 1713, se apuntaba que el canónigo Martínez Saldaña había hecho a sus expensas una capilla y altar a la Virgen del Rosario, adornándola con cuadros y proveyendo la sacristía con muebles, jocalias y ornamentos. En la parroquia se conserva un cáliz, unas vinajeras y una bandeja de plata fechadas en 1718, mandados hacer por José Martínez Saldaña. Hace un tiempo di con un relicario de plata de 1719, donado por el canónigo a su Capilla, que contenía una reliquia perdida de San Jerónimo, perteneciente al Santuario de Santa María de las Santas Masas de Zaragoza. De 1723 data un banco con tres asientos, con las armas de los Martínez, que actualmente está colocado en el presbiterio.
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