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Tiempos difíciles

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Tras la expulsión de los moriscos en 1610, se suceden a lo largo de todo el siglo XVII pestes, guerras y malas cosechas que, con una política fiscal nefasta, van a producir mucha pobreza. Ya en 1642 se había fundado la Real Hermandad del Refugio y Piedad, para el socorro de los pobres indigentes, y en 1669 se inauguraría el Hospicio de la Misericordia, debido a la iniciativa del padre de huérfanos Ignacio Garcés. La villa de Calcena fundó también un Monte de Piedad, para que los vecinos pudieran seguir trabajando la lana, en espera de mejores tiempos. Pero los artesanos de Calcena no emplearon los préstamos en mejorar las técnicas y fracasaron. Así lo reconocían las autoridades de la villa: "jamás avemos allado venta a propósito ni mediana, con que fue forzoso se vendiera a muy baxo prezio de que a resultado el allarnos oy cargados con muchos millares de ducados a censal, sin aver medio para satisfazer los censos que los completen". En 1667 vivían en Calcena de la industria de la lana 200 familias, cuando en 1640 lo hacían 400 familias. Entonces, en 1667, no sacaban a Castilla y Navarra más de 20 paños, cuando en tiempos pasados habían conseguido sacar 500 paños y guerquillas.

En un Memorial del último tercio del siglo XVII, firmado por el vicario mosén Miguel Gascón y el jurado Jerónimo Bacarizo, se informaba a los acreedores censalistas de la delicada situación de Saviñán. En 1659 los hielos habían dañado la mayor parte de los olivos. De las 20.000 arrobas que se venían cogiendo anualmente, la cosecha había bajado a 5.000 arrobas, siendo ésta la principal cosecha, pues eran de poca importancia el cereal y la viña. En 1660 las grandes avenidas del Jalón, rompieron las acequias, cuyo arreglo costó al pueblo más de 15.000 escudos, no pudiendo regar las cosechas en dos años. Además, el río se llevó muchas heredades y los molinos harineros de Juan de Heredia y Rueda, que parecían ser obra de romanos, no dejando ni huella de ellos. Como los vecinos tenían que salir a moler fuera, el Concejo resolvió hacer un molino que costó 1.500 escudos, tomados al 9%, obligándose las doce personas que componían el Concejo. Entre 1661 y 1665 murieron más de 300 personas de enfermedades, reduciéndose la población a 170 vecinos, con los de la Señoría, cerrándose 20 casas de pecheros. Para pagar a los médicos y cirujanos que se habían traído para consultas y asistencias, con el médico asalariado del lugar, se gastaron más de 1.000 escudos.

Juan de Heredia y Rueda murió en Saviñán en 1676, a los 49 años. No pudo hacer testamento y el vicario mosén Miguel López testó con orden del Capítulo en 500 libras y un legado pío de intención de Diego Muñoz de Pamplona. Recibió sepultura en la iglesia del convento de San Francisco de Calatayud.

En el tercer tomo de los libros parroquiales de San Pedro de Saviñán, que da comienzo en 1676, encontramos varias partidas de personas pobres que mueren en el pueblo. En 1679 murió Felipe Sánchez, pobre de 22 años que servía a Diego Muñoz de Pamplona, tres días después de recibir unas puñaladas y palos en la cabeza que le dieron en el paraje de Aguachones. Era natural de Castilla, cerca de Valladolid. En este mismo año murió de sobreparto en el hospital del lugar Antonia Ibáñez, pobre de 22 años y natural de Calcena. En 1683 murió un pobre en el hospital de Saviñán de apoplejía. Un día antes había vendido un astral y se supo que era carbonero. El 23 de abril de 1685 habían llevado al hospital a un hombre difunto, con dos dogales al cuelo y golpes en la cabeza y en el pecho. Al parecer, lo habían ahogado otros pobres. El vicario de Saviñán dio noticias al vicario general de Calatayud, que mandó darle sepultura. En la ropa del fallecido se encontró un papel que decía que había confesado y comulgado el año anterior con el doctor Gabriel Cause en la Colegiata de Gandía. Se llamaba Domingo Espinero, aunque no sabía nadie de dónde era. En otras partidas sólo se consigna el nombre del fallecido, sin apellidos, al que se añade "pauper", o sea, pobre. Así, Francisco murió en el hospital en 1686. Sus compañeros, pobres también, dijeron que era de Calatayud. Bernardo, natural de la villa de Aro, murió en Saviñán en 1687 y un hombre de Biescas llamado Juan, que fue hallado muerto en el mesón del pueblo el 3 de enero de 1694. Tenía 48 años y no se le halló nada por ser pobre.

En 1683 murió Bartolomé Moncaio, tejedor natural de Villarroya, de 28 años. Recibió los sacramentos en el hospital y antes de morir dijo que se vendiera una casa que tenía en su lugar, de la que se sacaron 14 escudos. Como ejecutores se nombraron a mosén Jacinto Lucate y a José Gumiel, mayordomo del hospital. La mala suerte acompañó también al mancebo de 28 años José Gil, mayoral del ganado de Diego Muñoz de Pamplona, pues el 15 de febrero de 1681 le cayó "un paretón" de la torre de Santa María, muriendo al día siguiente, dejando por su alma las soldadas que le debían, que sumaban algo más de 9 libras. Se enterró en la iglesia de San Pedro, quizá por voluntad de su amo don Diego Muñoz.


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