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Una ronda en Saviñán

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | A finales del siglo XIX encontramos en los periódicos de la época numerosas protestas en varios pueblos de la provincia de Zaragoza. Los motivos que las provocaban eran los impuestos, el servicio militar y la difícil subsistencia de la población.

El impuesto de consumos gravaba todos los artículos de comer, beber y arder, que eran artículos de primera necesidad, y lo hacían directamente sobre el consumidor.

En 1891 se amotinó el vecindario de La Almunia, quien pedía ante el Ayuntamiento que el pago de los consumos fuese por reparto y no por encabezamiento, pues "los ricos no contribuyen como los pobres". Ante la negativa, los vecinos invadieron la administración de consumos, destrozando todo a su paso, dirigiéndose luego a los hornos de cocer el pan, donde se repitió la escena. Más tarde fueron al casino de la villa. Los socios debieron huir por los tejados y a través de las tapias de los corrales contiguos, mientras los guardias civiles luchaban en la escalera del edificio con los vecinos armados y decididos a todo.

En 1892 se produjeron motines a causa de los consumos en Morés y en Moros, y en 1897 en Épila. En diciembre de 1895 se produce otro en Tarazona, causado por el pago del consumo sobre el aceite. El Ayuntamiento de Tarazona había acordado que los labradores que molieran menos de treinta arrobas (unos trescientos sesenta kilos), debían pagar el correspondiente impuesto por el total a la salida del molino, aunque no se destinase todo el aceite al consumo en la ciudad. En cambio, a los labradores que molieran más de treinta arrobas, no se les cobraría aquella parte que ellos indicasen que iban a venderla fuera de la población. Los labradores protestaron este acuerdo, que ellos consideraban injusto, pero el Ayuntamiento no rectificó su postura. Por esta razón el día 20 de diciembre, un grupo de vecinos armados impidió a las afueras de la ciudad que los labradores fueran al campo. Más tarde este grupo consiguió paralizar el trabajo en las fábricas.

A continuación un millar de vecinos se manifestaron ante el Ayuntamiento, pidiendo la rebaja del impuesto que exigía la asociación local de labradores. El Ayuntamiento accedió, pero entonces la gente no se contentó con ello, pidiendo a gritos la supresión total del impuesto, con las consignas: "¡Abajo consumos!" y "¡Fuera las puertas!". Un grupo de amotinados consiguió subir al salón de sesiones y obligó a los concejales a estampar sus firmas y el sello del Ayuntamiento en una bandera blanca, que contenía las consignas: "Fuera puertas" y "Que pague el que tenga". Ante estas coacciones, el impuesto quedó suprimido.

Aquel día los vecinos armados abrían tiendas y casas particulares, en busca de municiones. Llamaban con las culatas de los trabucos a las puertas de las casas de los ricos, gritando "tomaremos y cogeremos de donde haya". Incluso silbaron, insultaron y lanzaron piedras al obispo Soldevilla, que exhortaba a los amotinados a la calma.

Dos días después llegaron a Tarazona, con el gobernador de Zaragoza, cuarenta y tres guardias civiles y ciento cincuenta soldados de infantería del Regimiento de Gerona. Con la llegada de los refuerzos y la promesa del alcalde de distribuir la contribución por reparto, según la riqueza de cada vecino, se rebajaron los ánimos y se sofocó el motín.

En agosto de 1894 en Acered, el auxiliar del agente recaudador iba haciendo embargos por las casas, "siendo apuntado con escopetas por el pueblo amotinado, que lo iba siguiendo dando grandes voces contra él. Después invadieron el local consistorial con ánimo de llevarse los fondos recaudados". Esto declaraba el recaudador, que contaba que los amotinados se sentaron en los bancos del salón "con actitud de resistencia". La versión de los acusados era totalmente diferente, pues confesaron que ellos no agredieron ni insultaron a nadie, y tampoco se resistieron a los embargos.

Fueron acusados once vecinos de Acered, pero todos fueron absueltos.

En 1899 el agente recaudador disparó contra un vecino moroso de Carenas, al que quería embargar. Al oír los disparos, los vecinos, que no habían podido ir al campo a causa de la nevada, salieron de sus casas, rodearon de inmediato al recaudador, le zarandearon, le insultaron y lo derribaron a tierra, desarmándolo. Aunque el vecino moroso no fue herido por los disparos, los vecinos quisieron tomarse la justicia por su mano, pero el agente recaudador consiguió huir y refugiarse en casa del alcalde.

Unos días antes el Ayuntamiento había acordado nombrar a un agente que cobrara los adeudos por consumos, pero esta medida se comenzó por los vecinos menos pudientes, dejando para otra ocasión a los propietarios acomodados, entre los que figuraban algunos concejales del Ayuntamiento. En la misma situación estaban los arrendadores del impuesto municipal, pero el Concejo los trató con más benevolencia que a los vecinos más necesitados, con lo que el descontento estaba seguro.

Los vecinos congregados ante la casa del alcalde, lanzaron piedras contra las ventanas y cristales. Algunos vecinos consiguieron entrar a la casa contigua, donde se hospedaba el agente, por si hubiera comunicación con la casa del alcalde. Pero entonces el agente ya había huido, saltando ventanas y tejados.

La Guardia Civil llegó desde Ateca con el juez de instrucción, deteniendo a tres vecinos de Carenas, presuntos agresores del agente. Cuando se disponían a trasladar a los presos a la cárcel, el vecindario les hizo frente, acorralando a los guardias con gritos y amenazas. Las mujeres se pusieron delante de los fusiles, gritando; "¡atrás!", "¡atrás!", obligando a los guardias a suspender la partida. Los vecinos estaban indignados porque se llevaban presos a tres vecinos y no habían hecho lo mismo con el agente, autor de los disparos. O se llevaban a todos, o a ninguno. Los guardias no querían soltar a los presos y los vecinos avanzaban hacia ellos insultándoles. Entonces el juez de Ateca prometió a los vecinos que, de momento, los presos no saldrían de Carenas. Aun con todo, los ánimos no se calmaron y al cabo de unas horas varios vecinos pidieron en la calle la libertad de los tres hombres apresados. La situación se calmó con la llegada de sesenta guardias, entre infantería y caballería, y el ordenamiento del estado de guerra. Pero no hubo más detenciones.

Pero poco duró la calma, porque con el reparto de papeletas, en las que se informaba a los vecinos que tenían de plazo tres días para pagar los atrasos de doce y trece años, creció de nuevo el descontento. Los guardias habían encontrado al agente de camino hacia Ateca y aunque le ofrecieron su ayuda para que siguiera cobrando, no consiguieron hacerle volver al pueblo. Los vecinos comenzaron a pagar al segundo día del plazo determinado, mientras los detenidos salieron al día siguiente para ser juzgados por la jurisdicción militar de Zaragoza.

En 1905, los vecinos de Morés protestaron contra el reparto de consumos en la sala de plenos del Ayuntamiento y en la plaza. También tuvieron lugar protestas de este tipo en Lucena y en Plasencia de Jalón.

En 1891 se produjo un motín en Cetina, donde se boicoteó la subasta de las leñas del monte común. Los vecinos temían que el forastero, que había pujado por ellas, trajera jornaleros de fuera para realizar las labores.

Entre enero y mayo de 1892 hubo trece hurtos de leña en el monte de las Navas, de Villarroya de la Sierra, antiguo monte comunal y entonces en manos de particulares. Igual número de hurtos se produjeron en el Campo Alavés, que era monte comunal de Torrijo de la Cañada, entre marzo y mayo de 1891.

En una sentencia criminal de 1893 se decía que en Paracuellos de la Ribera se tenía por costumbre coger las maderas arrastradas por el río Jalón, "siempre que no sean reclamadas o se ignore su origen".

En junio de 1896 los vecinos de Sestrica atacaron a la Guardia Civil, cuando conducía unas cargas de leña decomisadas a Viver de la Sierra. Los vecinos de Sestrica se opusieron al cumplimiento de la orden judicial y "la pareja, después de ser atropellada y salir lesionado y desarmado uno de sus individuos, tuvo que ceder, declarándose impotentes para contrarrestar la resistencia y agresión de los vecinos amotinados".

En 1895 un vecino de Arándiga apedreó a la Guardia Civil, porque le habían denunciado por cortar y robar leña en un monte del pueblo.

En 1892 un detenido por escándalo en la plaza de Gallur, gritaba que "no obedecía ni a autoridad ni a Dios", mientras se revolvía entre los guardias civiles y conseguía lanzar un objeto de los guardias al río.

La Guardia Civil no estaba bien considerada por la gente humilde, pues este cuerpo se identificaba con las clases adineradas. La cartilla del cuerpo decía que "las primeras armas del guardia civil deben ser la persuasión y la fuerza moral", aunque después debía "restablecer a viva fuerza la tranquilidad y el imperio de la ley", dejando bien alto "el honor de sus armas". El guardia civil era "un centinela, un miembro español puesto al servicio de su patria y del rey, el cual le ha tomado el sagrado juramento de morir antes que faltar a su consigna, a sus jefes y a su bandera". Por eso era "moralmente imposible" dejarse arrollar, insultar o apedrear.

En 1893 un grupo de vecinos lanzaron una piedra contra el cuartel de Villarroya del Campo, sin que se supiese quién había sido el responsable. En 1894 se prendió fuego a un carrizo en la misma puerta del cuartel de Remolinos, sin que se consiguiera detener al culpable. En 1902 una pareja de la Guardia Civil era apedreada en Embid de Ariza. En esta ocasión se llevaron a ocho detenidos a la cárcel de Ateca. En este mismo año un guardia entró a una taberna de Utebo, donde unos mozos "comenzaron a hacer mofa del guardia y aun pretendieron que a sus voces de mando se cuadrara el civil como un quinto". A todo esto siguieron los insultos y los golpes al guardia, al que le pisotearon el tricornio.

En 1904 se produjo un alboroto en un café de Mallén. Para poner orden, el alcalde pidió una pareja de la Guardia Civil, pero al ser insultados por algunos de los paisanos que estaban en el café, los civiles dieron media vuelta. Los insultos continuaron y uno de los guardias "se echó el fusil a la cara". De inmediato un grupo de vecinos se le echó encima, desarmándolo y amenazándolo con un cuchillo. Otros tres guardias fueron en su auxilio, persiguiendo a algunos vecinos del pueblo. Pero el alcalde y el cabo no creyeron oportuno detener a los agresores, "porque en las inmediaciones había apostados bastantes paisanos en actitud expectante y poco tranquilizadora".

Por estos años se produjo una sobreproducción de cereales en América y Rusia. En España se devaluó la peseta y se cerraron las fronteras a los trigos foráneos con un arancel proteccionista, lo que favoreció a los grandes terratenientes y a la burguesía industrial. Como consecuencia de estas medidas subió el precio del pan, lo que provocó gran cantidad de motines en toda España, sobre todo en mayo de 1898.

La destrucción del viñedo francés a causa de la filoxera y la importación de vinos españoles, motivó grandes plantaciones de viña en España, pero una vez que fueron replantadas las viñas francesas con cepas americanas, la importación cesó. La llegada de la filoxera a España y el cese de estas exportaciones de vinos españoles a Francia, motivaron numerosos alborotos, emigraciones y la negativa a pagar los impuestos.

La filoxera llegó a Aragón ya en el siglo XX. En 1900 la provincia de Zaragoza tenía casi un millón de hectáreas dedicadas al viñedo, con una producción de más de un millón de hectolitros de mosto. Pero en el año 1909, año de la cosecha más escasa a causa de la filoxera, la producción no llegó a ciento treinta mil hectolitros.

La Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio de Zaragoza, había seguido la marcha de la plaga desde su aparición en la provincia de Málaga, preocupándose cuando se detectaron algunas manchas filoxéricas en el Ampurdán, debido a la proximidad con la cuenca del Ebro. Entre tanto la Diputación Provincial de Zaragoza procedía al estudio y a la importación de vides resistentes a la filoxera. El 20 de febrero de 1880, Mariano Royo, comisario de la Junta Provincial de Agricultura, presentó una proposición para celebrar en octubre y en Zaragoza un congreso internacional para el estudio de la filoxera. Esta proposición fue aprobada por la Junta, informando de inmediato a la Diputación de Zaragoza y al Ayuntamiento, quienes apoyaron la idea, con fecha de 1 y 17 de mayo, respectivamente. El congreso contaría también con el apoyo del gobierno central.

Se nombraron a tres vocales de cada institución, que con los tres vocales de la Junta, dieron forma al proyecto y elevaron un presupuesto.

La comisión mixta quedó constituida el 21 de mayo. Luis Serón, diputado provincial, fue elegido presidente y Jacinto Alderete, registrador de la propiedad, secretario. También tomaban parte de esta comisión Manuel Viscasillas, concejal del Ayuntamiento, José Bragat, ingeniero jefe de montes, y Mariano Royo, comisario de Agricultura, Industria y Comercio.

Una vez aprobado el presupuesto, se propuso formar una Comisión organizadora del congreso, compuesta por seis individuos de cada una de ellas. La Comisión organizadora quedó constituida el 21 de junio por: Luis Serón, Mariano Royo, Tomás Higuera, Rafael Cistué, Miguel Sinués, Francisco Pena, José Bragat, Antonio Berbegal, Barón de la Linde, José Tristany, Manuel Viscasillas, Conde de la Viñaza, Francisco Vidal, Joaquín Ena, Francisco Pascual, y como secretarios Vicente Marquina, Jacinto Alderete y Marceliano Isábal.

El presidente del Congreso fue José de Cárdenas, Director General de Agricultura, celebrándose en nueve sesiones, desde el 1 al 11 de octubre de 1880. La sesión preparatoria tuvo lugar el 1 de octubre, bajo la presidencia de Luis Serón y Martín Villar. Tras el discurso del ministro de Fomento, se declaró inaugurado el congreso.

La sesión inaugural se celebró al día siguiente, bajo la presidencia del ministro de Fomento, quien invitó a Saint-Pierre, Graells, Barón di Prato y Planchon, para que tomaran posesión de las vicepresidencias honorarias del congreso. El ministro cedió la palabra al gobernador de Zaragoza, quien dio las gracias a las personas asistentes y a las corporaciones allí representadas. Otro tanto hizo Saint-Pierre, como delegado de los participantes extranjeros. Mariano Royo dio cuenta de los trabajos de la Comisión organizadora del Congreso.

Planchon, designado por Francia, dijo que, una vez conocidos los estragos de la filoxera en Portugal y en Francia, marchó a América con la intención de conocer la plaga. La filoxera había llegado de Estados Unidos y Panamá, apareciendo primero en Francia, a orillas del Ródano, permaneciendo latente hasta 1867 y 1868, cuando se conocieron sus daños. La plaga avanzaba entonces once kilómetros anuales. Toda Francia estaba infestaba, excepto la Champagne. La filoxera existía en América desde épocas muy remotas, sin embargo las vides americanas eran resistentes por tener en circulación un jugo acre y por una mayor lignificación. Planchon se preguntaba si se tendrían que cultivar las plantas americanas, o bien utilizarlas como patrón. En Montpellier se cultivaban ya cuatro clases de vides americanas, pero los resultados no eran del todo satisfactorios. Planchon era partidario de cultivar en Europa vides americanas para observarlas in situ.

El Barón di Prato habló de la invasión de Austria, Hungría, Croacia e Italia. Entre los remedios citó el sulfuro de carbono y comentó que durante cinco años había plantado tabaco y hierbas medicinales, antes de replantar la viña.

En la sesión del día 4 de octubre, Liechtenstein reveló el ciclo de la filoxera. Los viticultores aragoneses creían entonces que la filoxera no llegaría a Aragón, debido al clima y al terreno, pero los estudiosos y técnicos afirmaron que llegaría a toda España. Robles dijo que en el Ampurdán, donde la lucha era muy combativa contra la enfermedad, cosa que no había ocurrido en Málaga, los daños eran muy graves y los remedios contra la plaga ineficaces. Pero la actitud de los viticultores había cambiado. En otros congresos filoxéricos, como el celebrado en Madrid en 1878, nadie había querido colaborar. Esta vez los periódicos La Gironde y la Gaceta Agrícola se ofrecieron a publicar el diario de sesiones del Congreso.

El 10 de octubre de 1880 se celebró una sesión en la Sociedad Económica Aragonesa, en honor de los representantes del Congreso Filoxérico de Zaragoza. En ella participó Sancho y Gil, quien felicitaba a Zaragoza como promotora del Congreso. Proponía a la Sociedad el nombramiento de socios de mérito a los asistentes extranjeros al Congreso y a José Cárdenas. "El congreso filoxérico es gallarda muestra de cómo para arrancar la verdad y esculpirla en el espacio, es necesario unirse para aprender, unirse para enseñar y unirse para chocar las opiniones y hacerlas brotar luz".

En La Derecha, el 20 de noviembre de 1890, se decía que en la ribera del Jiloca los comisionistas franceses habían pagado de quince a dieciocho pesetas los ciento veinte litros de vino. En Saviñán y en los pueblos vecinos la cosecha no había sido muy abundante, aunque de excelente calidad. Los vinos tenían mucho grado y un color rojo fuerte, que hacían esperar buenos precios, dadas las inmejorables condiciones de aquellos años. En el tiempo de la vendimia se habían presentado dos comisionados franceses, que habían comprado todas las uvas a cinco con cincuenta reales la arroba de doce kilos y medio. Aquel año la cosecha de aceite también fue muy escasa.

En septiembre de 1891 se celebró la Exposición viti-vinícola de Cariñena. Se trataba de un certamen científico-agrícola, cuya idea surgió de la Compañía de ferrocarriles de Cariñena a Zaragoza, con iniciativa de Juan Tutau, ex ministro y director gerente de la Sociedad Catalana General de Crédito y del ferrocarril de Cariñena a Zaragoza. Esta idea la recogió la Cámara de Comercio e Industria de Zaragoza.

Este ferrocarril de vía estrecha se había construido entre 1882 y 1885, inaugurándose en 1887. Permitió que los vinos de Cariñena llegaran al mercado francés, siguiendo la red Zaragoza-Alsasua-Irún.

En las Casas Consistoriales de Cariñena se celebraron varias conferencias, que dieron comienzo el día 3 de septiembre, en las que participaron Juan Tutau, Julián Rivera, ingeniero agrónomo, Ramón Bosqued, farmacéutico de Aguarón, Ricardo Górriz, natural de Cariñena, graduado en Farmacia, licenciado en Ciencias Físico-Químicas y farmacéutico del Hospital Provincial, Hilarión Gimeno Fernández-Vizarra, farmacéutico, Manuel Gayán y Angulo, ingeniero agrónomo, Francisco X. Tobeña y Argila, perito agrónomo, que defendía la sustitución de las vides por cepas americanas, "único remedio al mal" de la filoxera, y Ángel López de Santa María, doctor en Medicina y Cirugía, que ofreció la última conferencia el 19 de septiembre.

En aquellos tiempos tan críticos, surgieron ligas y asociaciones, donde se organizaron los agricultores en defensa de sus intereses. A la par de este asociacionismo, surgió también la acción social católica, al calor de la Encíclica Rerum Novarum, de 1891.

Con las guerras de Marruecos en 1893 y la guerra de Cuba, a partir de 1895, se perderán para el campo muchos brazos jóvenes. Y aunque se decretaba la igualdad para todos los ciudadanos para el cumplimiento del servicio militar de quintas, se permitía la redención del mismo, pagando mil quinientas pesetas, que sólo podían hacerlo las familias adineradas, lo que provocaba fuertes críticas a las clases políticas.

En el carnaval de 1893 en Villarroya de la Sierra, una comparsa de jóvenes "representaban con bastante exactitud personajes políticos a los que seguían algunas máscaras de harapientos y rotos", denunciando el estado al que conducían al pueblo español sus representantes.

Por aquellos años la iglesia católica no sólo legitimaba y bendecía la política gubernamental, sino que alentaba la creación de batallones de voluntarios. Se llevaban a cabo con aportaciones de hacendados locales y de empresarios de reconocido prestigio, que publicitaban periódicos y boletines oficiales. Los donativos en metálico y en especie se recaudaban en actos públicos y en rifas. También se depositaban en los cepillos de los templos, o se realizaban cuestaciones en las estaciones de líneas férreas, en círculos y en comercios.

Algunos articulistas escribían que "no puede haber patriotismo en los hombres sin fe", mientras el arzobispo de Zaragoza clamaba: "¡Quiera el cielo bendecir nuestras armas y concedernos el beneficio de la victoria!".

En Ateca los repatriados del lugar hicieron una becerrada para pagar sus enfermedades, "ya que el Estado, dando ejemplo de un total olvido a heroísmos y abnegaciones, los regatea los haberes que legítimamente les pertenecen". En Novillas la junta local pagaba los entierros y funerales de cinco soldados que habían regresado de Ultramar. El Ayuntamiento de Saviñán corrió con los gastos del funeral del soldado Pedro Andrés Rabadán, de dieciocho años, al que asistió todo el vecindario. Con este joven, habían fallecido en la guerra de Cuba ocho soldados de Saviñán, siete fuera de su patria. El retraso en el pago de las pensiones a los soldados provocaron protestas y manifestaciones. A su vuelta, los repatriados eran socorridos por la Sociedad El Ruido y la Cruz Roja.

También encontramos en estos años algunos sucesos anticlericales. En 1894 y en la procesión de san Pascual Bailón en Calatayud, "el santo fue vapuleado, asaeteado y herido con lechugas, confetis, etc., zarandeándolo de lo lindo los conductores de la peana". En 1896 se tienen noticia de unas pedradas sobre la casa del cura de Purroy. En 1901 el cura de Illueca se negó a que la Banda de música tocara en la iglesia durante la misa de inauguración del altar, alegando que por el ruido no podría oírse el culto "con la necesaria reverencia". Entonces los mozos apedrearon la casa del cura y "arreciaron las protestas contra el párroco" al comienzo de la misa. Después, una comisión habló con el cura, que firmó un escrito prometiendo que saldría inmediatamente del pueblo, cosa que cumplió.

Ya con el nuevo siglo y con la pérdida de las últimas colonias, se aumentará la superficie dedicada al cereal, se replantará buena parte del viñedo perdido por la filoxera con vides americanas y se desarrollarán cultivos industriales, como la remolacha y la alfalfa, levantándose nuevas fábricas azucareras.

Detrás de este esfuerzo modernizador estaría la Asociación de Labradores de Zaragoza, fundada en 1900, y las asociaciones católico-agrarias, que alentarían a los labradores a dedicarse a estos cultivos. En 1908 se fundaría la Unión Diocesana de Asociaciones Agrícolas. En octubre de 1909 la Unión se convertiría en el Sindicato Central de Aragón de Asociaciones Agrarias Católicas.

El 26 de octubre de 1895, La Derecha recogía una reunión celebrada en Aniñón y presidida por Garchitorena, con el fin de formar una Asociación de labradores. En ella se acordó ingresar en la Asociación de Agricultores de Aragón y de no vender las brisas que se destinaban a destilación. Según recoge La Derecha el 11 de noviembre de 1895, el mismo Garchitorena reunió a los viticultores de Torralba, que tomaron el acuerdo de ingresar en la Asociación de Agricultores de Aragón, iniciada en Tarazona.

Numerosos son también los sucesos que tienen a las rondas como protagonistas. En Ibdes y en 1893 una ronda consiguió que el alcalde y el teniente de alcalde se retiraran, a pesar de haberles ordenado disolver la ronda. En Villarroya una noche de agosto de 1895, ya de madrugada, una ronda de mozos cantaba ante la puerta del Ayuntamiento, desoyendo el bando de la alcaldía y no haciendo caso del alguacil, que les había mandado callar. Un concejal mandó detener a uno de los rondadores, pero consiguió escabullirse. Más tarde el joven se presentó ante la casa del concejal y le amenazó a "que bajara, que se lo comería a bocados".

Ya aparecen registrados sucesos de rondas en Saviñán en el diario La Derecha, el 7 de agosto de 1890. En La Derecha, el 18 de marzo de 1891, se comentaba que el alcalde de Saviñán, para prevenir cualquier sorpresa de parte de las cuadrillas de gente de mal vivir, había acordado establecer patrullas nocturnas provistas de toda clase de armas.

En la noche del domingo de Pascua de 1893, como era costumbre, unos vecinos rondaban por las calles de Saviñán sin permiso del alcalde. Esta orden del alcalde y la disolución de cuatro o cinco rondas en días pasados, a cargo del sargento de la guardia civil, había provocado "cierto disgusto en el pueblo". Aquella noche del domingo de Pascua el sargento quiso disolver la ronda, pero los mozos se resistían con "frases fuertes". Aquellos gritos atrajeron a más vecinos que gritaban "¡Debe seguir la ronda!", "¡Fuera el sargento!", o "¡Dadle hierro y fuego!", según escribía el cronista del suceso. Entonces el vigilante de consumos se echó la escopeta a la cara, amenazando al grupo con disparar, pero "exaltados los mozos se arrojaron sobre la escopeta", aunque al final volvió a manos del sargento. Se produjo un forcejeo y tuvieron que llegar más guardias civiles que detuvieron a cinco vecinos. A la mañana siguiente los jornaleros no acudieron al trabajo, pues por el pueblo corría el rumor que los presos iban a ser trasladados a Calatayud. Una "masa de unos 300 vecinos" acudió a la plaza pidiendo la libertad de los jóvenes, formando luego diversos grupos que no abandonaron las calles en todo el día y durante la mañana siguiente. El gobernador envió a veinte parejas de la Guardia Civil al pueblo para atajar cuanto antes el conflicto. El motín terminó con el traslado de los presos a Calatayud de madrugada, sin enterarse los vecinos. Este suceso se publicaba en el Diario de Avisos de Zaragoza, el 7 de abril de 1893.

En la Audiencia de Zaragoza se celebró el juicio el 26 de junio de 1893, una vez visto el juicio público en el Juzgado de instrucción de Calatayud. Los acusados eran Mateo Andrés Dusen, casado de cuarenta y cinco años, Manuel García Ibáñez, casado de cuarenta y tres años, Gervasio Lázaro Ibáñez, casado de treinta y ocho años, Tomás de Pedro Rubio, casado de cuarenta y cuatro años, natural de Reznos, Soria, y Manuel Valpuesta Bargas, casado de cuarenta y cinco años. Todos eran jornaleros y vecinos de Saviñán, no tenían antecedentes penales y estaban en libertad provisional desde el 18 de abril.

Por lo que podemos ver todos los rondadores apresados estaban casados y rondaban la cuarentena, por defecto o por exceso.

En la sentencia se decía que la noche del 2 de abril, los acusados transitaban por la plaza del pueblo de Saviñán. A ellos se acercó el sargento de la guardia civil y les preguntó si rondaban con permiso de la autoridad. En aquel momento pasó por allí el vigilante de consumos, Vicente Arévalo, armado de carabina, aproximándose en actitud amenazadora a este grupo. Los cinco acusados se abalanzaron sobre él para evitar que disparase con su arma, de la que logró apoderarse el sargento sin que hubiera agresión.

Y aunque el ministerio fiscal había pedido para cada uno de ellos seis años, cuatro meses y ocho días de prisión, la defensa solicitó la absolución, pues no hubo en aquel suceso ningún acto punible. Los procesados sólo habían evitado una posible agresión por parte del vigilante, sin amenazas ni violencia. Considerando este aspecto, los procesados fueron absueltos, pagando las costas del oficio, pues los hechos que se les atribuían no constituían delito, cancelando los embargos de bienes practicados.

En la parroquia de San Miguel de la Señoría encontramos la partida de matrimonio de Mateo Andrés Dusen, que había casado el 24 de abril de 1875 con Clara Villalba Serrano. Mateo tenía entonces veintisiete años, era hijo de Miguel Andrés, de Morés, y de María Dusen, de Saviñán. Clara tenía veintiún años y era hija de Joaquín Villalba, de la Señoría, y de Rosa Serrano, de Saviñán.

En esta misma parroquia de San Miguel habían casado Tomás de Pedro Rubio y Manuel García Ibáñez. Tomás de Pedro casó el 16 de diciembre de 1871 con Dominica Marco Asensio. Tomás tenía veinticuatro años y era natural de Reznos, Soria, de donde también eran sus padres, llamados Celestino y Mariana. Dominica Marco tenía veintitrés años y era hija de Francisco, de la Señoría, y de Isabel, de Saviñán.

Manuel García Ibáñez casó en primeras nupcias en San Miguel el 5 de noviembre de 1870, con Brígida Lafuente Lafuente. Manuel tenía veinte años y era hijo de Manuel, de Calatayud, y de Teresa Ibáñez, vecinos de Saviñán, propietarios y traficantes. Ella tenía treinta y nueve años y ya era viuda de Juan-José Rodrigo, de la Señoría. Era hija de Antonio y de Bárbara.

Manuel García, viudo de Brígida Lafuente, casó en San Pedro el 18 de septiembre de 1878 con Ángela de la Cruz, de padres desconocidos, expósita de la Casa Inclusa de Calatayud, aunque parroquiana de San Pedro de Saviñán.

Gervasio Lázaro Ibáñez casó en San Pedro el 15 de mayo de 1878 con Leandra Lacruz Gasca. Gervasio tenía veintitrés años, era jornalero del campo y sus padres se llamaban Vicente y Josefa. Leandra tenía veinticinco años y era hija de Roque y de Luisa.

Manuel Valpuesta Vargas casó en San Pedro el 13 de agosto de 1873 con Tomasa Lázaro Serrano. Manuel tenía veinticinco años y era hijo de Manuel y de Eusebia, labradores del campo. Tomasa tenía veintidós años y era hija de Mateo y de Antonia.

El padre de Manuel, llamado Manuel Valpuesta Marco, viudo de Eusebia Vargas, de cincuenta y ocho años de edad, casó en segundas nupcias en San Pedro el 29 de diciembre de 1873, con Pascuala Miñana y Vela, de sesenta y seis años, que era viuda de Santiago Mostajo, de Paracuellos de Jiloca.

El agente de consumos se llamaba Vicente Arévalo Olvés y era hijo de Jorge y de María-Cruz. Vicente, de veintinueve años, había casado en San Pedro el 10 de marzo de 1883 con María Arévalo Gumiel, de veintiséis años, hija de Alejandro y de Pilar.

En La Derecha, el 26 de diciembre de 1898, se informaba que el día anterior por la mañana habían salido hacia Saviñán cincuenta guardias civiles, al mando del teniente coronel jefe de la Comandancia, debido a una alteración del orden público a causa de manejos carlistas. La noticia no había sido aún comprobada, aunque el alboroto parecía deberse a otras causas. En este mismo periódico, el 31 de diciembre de 1898, se informaba que había sido elevada a prisión la detención preventiva de los doce individuos responsables del desorden público de Saviñán.

En el Diario de Avisos de Zaragoza, con fecha de 18 de agosto de 1897, se publicaba que el escritor escocés Anderson, había pasado algunos días en Saviñán y en Peñíscola, donde había recogido datos acerca de la personalidad del Papa Luna.

BIBLIOGRAFÍA:

Archivo Histórico Provincial de Zaragoza. Sentencias criminales, 1893, nº 145.
Archivo Parroquial de Saviñán.
Congreso Internacional filoxérico de Zaragoza. Sesiones celebradas desde el 1 al 11 de octubre de 1880, publicadas por la Comisión organizadora del mismo, Zaragoza, 1880.
Exposición Vitivinícola de Cariñena. Conferencias pronunciadas, Zaragoza, 1892.
Hemeroteca Municipal de Zaragoza.
Víctor LUCEA AYALA: "La ira del pueblo: motines y acciones de protesta colectiva en el campo zaragozano (1890-1901), Rolde nº 93, julio-septiembre de 2000.
- Rebeldes y amotinados. Protesta popular y resistencia campesina en Zaragoza (1890-1905), Zaragoza, 2005.
Francisco TOBAJAS GALLEGO: "La Sociedad El Ruido y la Guerra de Cuba", Premio Leopoldo Lasala, 1998, Boletín Colegio de Farmacéuticos de la provincia de Zaragoza, febrero de 1999.

De Gentes de mi tierra, 2009

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