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Capilla de Santa Ana
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Cuando iba de camino a tomar el hábito de carmelita descalza en el convento de San José de Zaragoza, donde profesó, fue priora y murió Francisca Muñoz de Pamplona, viuda y sin hijos de Miguel de Heredia y Rueda (1550-1592), con el nombre de Francisca de la Madre de Dios del Carmen, se detuvo en La Almunia y ante el notario de Saviñán, Pedro Gascón, instituyó el 2 de agosto de 1595 una capellanía perpetua en la parroquial de San Pedro de Saviñán, bajo la invocación de San Francisco. Como los Muñoz de Pamplona y los Heredia y Rueda no tenían entonces capilla propia en San Pedro, aunque los Muñoz tenían su sitio para enterramiento, las misas se celebrarían en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, hasta que Tristán Muñoz de Pamplona o sus descendientes, o Hernando de Rueda o los suyos, edificaran capilla propia. Entonces se nombró capellán a mosén Pedro Garcés.
Francisca Muñoz dotaba a esta capellanía con 15.000 sueldos de propiedad, con 700 sueldos de censo, que Hernando de Rueda y Mariana de Marcuello, cónyuges, le pagaban anualmente el día de Nuestra Señora de Marzo. El patronato debía disponerlo alternativamente su hermano Tristán Muñoz de Pamplona y su cuñado Hernando de Rueda, o sus respectivos descendientes. Más tarde recayó en los Pujadas, familia donde continuaba la sucesión de los Heredia y Rueda. En 1774, Ignacio Pujadas, hijodalgo de Calatayud y terrateniente de Saviñán, era entonces patrono de esta capellanía.
Cuando se contrató la nueva fábrica de San Pedro en 1625, debido a los sucesivos avisos de los obispos desde 1579, el Capítulo de San Pedro y el Concejo de Saviñán llegaron a un acuerdo con los hermanos Diego y Juan Muñoz de Pamplona y Gante, que ofrecieron 500 escudos de limosna para ayuda a la fábrica de la iglesia, además del terreno que fuera necesario para alargar y ensanchar la capilla mayor. Por ello el Capítulo y el Concejo de Saviñán les cedieron la primera capilla lateral del lado del Evangelio. Pero debido a algunas diferencias entre las partes, el 6 de marzo de 1650, el Capítulo de San Pedro y el Concejo de Saviñán pactaban por escrito unos acuerdos con Diego José Muñoz de Pamplona (1623-1661), hijo de Diego Muñoz de Pamplona y Gante, quien había casado en segundas nupcias en 1620 con María Sánchez Muñoz y Vicente, hija del barón de Escriche.
El Capítulo de San Pedro y el Concejo de Saviñán, debido a las muchas limosnas que la familia Muñoz de Pamplona había hecho a la iglesia, además de haber dado la caridad de 500 libras o escudos jaqueses, o sea 10.000 sueldos, "para bien de la fabrica y reparo de la dicha Iglesia", cedían a Diego José Muñoz de Pamplona una capilla, "que es la lateral de la mano derecha del Evangelio", así como "patio y espacio en el cementerio de la dicha Iglesia", contiguo a la capilla, para levantar la sacristía. En esta capilla podían colocar retablo y "hacer carnerario". Por la sacristía podían "sacar reja o tribuna a la dicha capilla", con unas condiciones pactadas ante el notario de Saviñán Miguel García Guerrero.
La capilla quedaría dividida con un listón, de pilastra a pilastra, no pudiendo ensancharla ni alargarla. Dentro de ella podían colocar asientos y abrir tribuna. Los escaños de los jurados y regidores de Saviñán debían colocarse "del listón afuera de la dicha pilastra". Los Muñoz de Pamplona entrarían a su capilla por la de la Madre de Dios del Rosario, que el Capítulo y el Concejo "les parece más conveniente y más a propósito". Los Muñoz de Pamplona no podían tener en ella "sacramento reservado", ni podían impedir el paso de "las procesiones ni otros ministerios", así como el subir y bajar de los púlpitos, ya fuera con escalera portátil o de otra manera. No podían colocar rejas de madera o de hierro, para que no se impidiese decir misa a los que quisieran. Corría de su cuenta el retablo, así como las vestiduras, los ornamentos y el adorno de la capilla, además de los arreglos y reparaciones. También podían hacer a su costa "entierro y carnerario en ella", trasladando los difuntos que Diego José Muñoz de Pamplona tenía depositados en la cisterna del que fuera vicario de San Pedro, mosén Antón Villalba y Serrano (h1512-1602).
Por su parte Diego José Muñoz de Pamplona se comprometía a dar de su olivar de tras de San Pedro "territorio competente y bastante para tránsito a las procesiones de las Minervas, si en algún tiempo las quisieren volver a hacer de la manera y como se acostumbra antes que se hiciera dicha iglesia, que era entrando por ambos cementerios, dando la vuelta alrededor de ella", sin pedir por ello nada a cambio. Para ello los jurados debían levantar una orma segura para delimitar el camino y el olivar de los Muñoz de Pamplona. El 28 de octubre de 1566, Jerónimo Pérez de Nueros daba una sentencia arbitral, con arreglo a las Ordinaciones de Saviñán, para que no se impidiese a Catalina de Noailles, viuda de Diego Muñoz de Pamplona, poner una puerta en un cerramiento de olivos en el Camarés, siempre que diese una llave a los Jurados de Saviñán. Según las Ordinaciones de Saviñán y su Señoría de 1562, los cerrados podían hacerse con hasta tres heredades, bajo pena de 100 sueldos. En la visita pastoral de Bernardo Sánchez del Castellar en 1690, se pedía al Concejo cerrar los portillos de la tapia del cementerio, en la parte del olivar de Diego Muñoz de Pamplona, y pusiera puertas.
Al comienzo de las obras de la parroquial de San Pedro, el Capítulo y el Concejo pactaron también que la primera capilla lateral del lado de la Epístola fuese para el Capítulo Eclesiástico, para "entierro de los Beneficiados". Como el Concejo había ayudado "con alguna cantidad" a la reedificación del templo, se pactó que recibiría otra capilla, "la que quisiere para poderla vender", excepto la capilla mayor y las que ya tuvieran dueño.
El 25 de abril de 1664 y ante el vicario general de Calatayud, Jacinto de Allué, se llevó a cabo la inscripción en el registro de la donación de esta capilla, a instancia de Jerónima Andrés de Camarena y Sánchez de Cutanda, viuda de Diego José Muñoz de Pamplona, quien había testado en Calamocha el 20 de diciembre de 1661, siendo enterrado dos días después en el atrio de la iglesia del convento de San Roque, con el hábito de San Francisco. Siendo Bayle de Calatayud y de su tierra, Diego José Muñoz de Pamplona elevó un memorial al rey, pidiendo el cargo de Comisario General de la Gente de Guerra, que había quedado vacante por muerte de Fernando Antonio de Sayas Pedroso y Zapata, Caballerizo de S.M. y Comisario General de Aragón. En 1628 fue armado caballero de la Orden de Santiago.
En 1678 fallecía en Saviñán Antonia Muñoz de Pamplona, doncella de 24 años. En 1680 fallecía Jerónima Andrés de Camarena, de 62 años, dejando 300 escudos a disposición de sus ejecutores, que fueron: Juan de Funes, José de Ciria y sus dos hijos, Diego y José Muñoz de Pamplona. Las dos se enterraron en la capilla de San Antón, pues la nueva capilla de Santa Ana no estaría aún acabada. Ya debía estarlo en 1705, año de la muerte de mosén José Lafuente Martínez, de 72 años, pues se enterró en el carnerario de Diego Muñoz, posiblemente por ser capellán de la familia.
Aunque Juan José de Funes y Funes (1622-1689) había dispuesto en su testamento del 9 de octubre de 1689, su voluntad de fundar una capellanía en la parroquial de Saviñán, si quedaban bienes de su herencia, su hija y heredera Josefa Antonia de Funes y Pérez de Nueros, que había casado en 1666 con Diego Muñoz de Pamplona y Andrés de Camarena (1643-1712), aunque no se sentía obligada a esta fundación, porque no habían quedado bienes libres, fundó en 1712 una capellanía laical en la capilla de Santa Ana, por respeto a su padre, nombrando primer capellán a Miguel Carnicer, de Embid, con una renta anual de 1.000 sueldos jaqueses. Diego Muñoz de Pamplona murió en Saviñán en 1712, enterrándose en su cisterna por tener derecho a ella. La iglesia testó sobre su cadáver en 350 escudos, saliendo fiador su hijo Juan Muñoz de Pamplona y Funes. El 30 de diciembre de 1752 murió en Calatayud mosén Juan Muñoz de Pamplona, siendo enterrado al día siguiente en el carnerario de la capilla de Santa Ana de Saviñán, "propio sepulcro de los señores Muñoces". Juan José Muñoz de Pamplona y Funes (1676-1752) había casado en 1703 con Ana Andrés de Camarena y Ximeno. Al quedarse viudo en 1711 se ordenó sacerdote, siendo vicario de la parroquia de San Martín de Calatayud, fundación de los Muñoz de Pamplona.
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