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Asso, Monterde y Purroy

FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Miguel Monterde (1730-1791), prior del Santo Sepulcro de Calatayud y miembro desde 1781 de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, nos da unas noticias precisas de Purroy en su Ensayo para la descripción geográfica, física y civil del corregimiento de Calatayud, de 1788, texto recuperado por Sánchez Molledo. La villa, que pertenecía entonces a la Casa Zamora de Zaragoza, tenía 50 vecinos. En su corta superficie de vega se cultivaban cáñamo, lino y judías. En sus montes, que criaban romero e hiniestas, se trabajaban viñas, zumaque y un gran olivar del que pagaban de cuatro arrobas una al señor. La villa contaba además con un azud sobre el Jalón en el término de Morés. Antonio Ubieto, en su libro Los pueblos y los despoblados, daba para Purroy 17 vecinos en 1713, 10 vecinos en 1717, los mismos que en 1722 y en 1787, y 33 vecinos en 1797.

Monterde, en el apartado referente a la agricultura e industria, escribía: "Las vegas de Jalón, Manubles, Jiloca y Aranda son fértiles y en ellas ha cebado más la sementera de cáñamos y la industria de legumbres, hortalizas y fruta".

Ignacio de Asso, en su Historia Económica de Aragón, de 1798, dejaba constancia que de Calatayud a Chodes, la ribera del Jalón comprendía 1707 cahizadas. Sabiñán tenía 550, Morata 226 y Morés 363. Las restantes 568 se distribuirían entre Huérmeda, Embid, Paracuellos, Purroy y Villanueva.

Monterde afirmaba que el cultivo del lino era muy antiguo en estas tierras, cuya calidad ya había celebrado el botánico turiasonense Bernardo de Cienfuegos, aunque sólo se conocía en Ariza y su tierra, y desde Sabiñán a Ricla. William Bowles, en su Introducción a la historia natural de España, ya había alabado las excelencias del cáñamo y del lino aragoneses, aunque de todos se prefería el de Calatayud. Según Asso, la vega de Calatayud era muy adecuada para el ya antiguo cultivo del cáñamo, que ganaba en altura y robustez de hebra a los cáñamos del norte, por eso era preferido en los arsenales reales para los cables, jarcias y lonas. También apuntaba que las judías, que también se cultivaban en Purroy, se acostumbraban a sembrar en los melonares. En Jaca se cultivaban por aquellas fechas las judías miñonas y boliches, y en Zaragoza se hacía lo propio con las comunes, las boliches o de riñón, y las caretas. Monterde explicaba: "De las judías se hace vario uso comiéndolas ya verdes ya granadas (llámanlas botas) ya secas, que es el alimento común y ordinario de las gentes".

En el siglo XVII Purroy tenía molino de harina y ruejo. A raíz de la expulsión de los moriscos en 1610, sólo quedaron en Purroy tres familias cristianas, hasta que el nuevo barón facilita la repoblación del pueblo con veinte familias procedentes de Torralba de Ribota. Asso apuntaba que el aceite se usaba entonces como único condimento en las comidas, dando una media de dos arrobas por individuo y año de gasto, que se utilizaría en la cocina y en el escaso alumbrado de las casas. Con razón Monterde señalaba: "El negral da las olivas dulces que se maduran como pasas, estimadas de muchos para comerlas secas, cuya especie de olivos era rara en España en tiempo de Plinio". Asso confirmaba que la cosecha de zumaque había crecido proporcionalmente al incremento de las fábricas de curtidos de Brea, donde también tendrían entrada los zumaques de Purroy. Y enumeraba algunas especies de uvas cultivadas entonces, como el crucillón, el vidadico, el perrel y la garnacha. Entre las blancas destacaba el moscatel romano, el común, la balancia, el palote y el montoncico. Monterde aseguraba que en ningún huerto faltaban los alberchigos, los albaricoques, los priscos, los duraznos, los melocotones, los cascabeles, las ciruelas pasas, que Marcial llamó damascenas, y las ciruelas invernizas, que se conservaban todo el invierno. De manzanas nombraba a las camuesas, esperiegas, claras, rayadas, comadres y pinchonas. Asso citaba además la garcía, la helada y la pero pardo. De peras Monterde citaba la chata, que se tenía por propia de Embid de la Ribera, la bergamota de Campiel y la de donguindo, que abundaba en Ateca. Por su parte Asso anotaba la pera de invierno, los perones, destinados para el mostillo, y la del deán o limonada.

El cultivo de la patata tuvo que vencer en España no pocos escrúpulos y su imposición como alimento básico del campesinado y masas populares, no se registrará hasta bien entrado el siglo XIX. Asso señalaba que poco antes de 1798 se había introducido su cultivo en Villanueva y en otros lugares del valle de Benasque, donde las llamaban Triunfas. Es seguro pues que no se cultivarían aún en la ribera del Jalón.

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