|
|
|
Una monja de Saviñán en el Primer Sitio
|
|
FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Todavía sigue inédita la biografía que escribió Gerónimo Borao de Faustino Casamayor y Ceballos (1760-1834), alguacil de corte en la Real Audiencia de Aragón, desde 1783 a 1833, año que por antigüedad fue ascendido a la plaza de portero de cámara de la Audiencia. Los 49 tomos de sus "Años políticos e históricos de las cosas particulares ocurridas en la Imperial y Augusta ciudad de Zaragoza", fueron comprados por la Universidad de Zaragoza en 1834 por 1.330 reales. Casamayor se carteó con Palafox durante años, informándole de los acontecimientos que ocurrían en Zaragoza. En su "Diario del primer Sitio de Zaragoza" se puede leer el día 18 de agosto de 1808: "Se han descubierto más ruinas entre otras el convento de las Capuchinas cuyas religiosas se marcharon a Huesca.
Hoy se ha enterrado de limosna en La Seo una religiosa de las recogidas que ha muerto de resultas de las heridas que le dieron cuando entraron en su convento".
Al ser destruido el convento por los franceses y dispensadas las religiosas, con aprobación del Ordinario, una de aquellas monjas capuchinas, sor María Antonia Lafuente, regresó a Saviñán, su pueblo, donde murió el 24 de septiembre de 1808, a los 76 años y 5 meses de edad. Consta que su cadáver fue sepultado al día siguiente en la iglesia parroquial, en el carnerario que había entre las gradas más bajas del presbiterio, por disposición particular del Capítulo. Un hermano suyo costeó todos los gastos del entierro y sufragio por su alma.
Las capuchinas de Barcelona tenían un capellán y confesor, mosén Martín García, de Pina de Ebro, que había renunciado a un beneficio eclesiástico y a su patrimonio, y que con ayuda de la capuchina aragonesa sor Úrsula de los Arcos, que había profesado en Barcelona, y los capuchinos zaragozanos, fundados en 1598, quisieron abrir un convento de capuchinas en Zaragoza, pero se opuso el arzobispo Tomás de Borja (1603-1610). El nuevo prelado de Zaragoza, el agustino fray Pedro Manrique de Lara (1611-1615), que había sido virrey de Cataluña y por ello había tenido relación con la comunidad, facilitó la fundación. El 24 de mayo de 1614 las seis religiosas capuchinas que venían a Zaragoza, con sor Úrsula de los Arcos a la cabeza, entraron en la ciudad en los carruajes de la duquesa de Villahermosa y la condesa de Guimerá, que habían salido a esperarlas al puente del río Gállego. Entre estas monjas venía sor María Astorch, beatificada por el papa Juan Pablo II el 23 de mayo de 1982. Después de adorar la Santa Columna, las monjas capuchinas se trasladaron a su pobre convento de Ntra. Sra. de los Ángeles, situado en la antigua plazuela de Santa Engracia, medianil con el hospicio de los monjes de Santa Fe, junto al cual corría un estrecho callejón de riego, que llamaban "el Pontarrón". Actualmente se situaría en el Paseo de la Independencia, entre las calles Cádiz y Casa Jiménez.
La primera monja que tomó el hábito fue sor Ángela Serafina de Mendoza. A los dos años de su fundación murió mosén Martín García, enterrándose en el convento de capuchinas. En 1629 se comenzaron las obras del nuevo convento con ayuda del arzobispo fray Juan de Peralta, el Consistorio de la ciudad y el racionero de La Seo, don Martín de Martín, natural de Luna, quien contribuyó con 16.000 escudos, fundando además dos capellanías.
El 28 de septiembre de 1648 el arzobispo fray Juan Cebrián funda una capellanía en San Pedro de Teruel, dos en su villa natal de Perales de Alfambra, con 8.000 sueldos jaqueses, y otra en el convento de las capuchinas de Zaragoza, donde quería ser enterrado, con obligación de cuatro misas cada semana a su intención y en sufragio de su alma, siendo capellán perpetuo el clérigo Fraella de Allamín. El sepulcro se contrató en 1649, pero desapareció con todo el edificio de las capuchinas en el Primer Sitio, a consecuencia de los bombardeos de las baterías francesas enclavadas en el monte Torrero.
Las monjas regresarían en 1816 y, como el convento estaba en ruinas, pasaron a vivir en unas habitaciones cedidas por los monjes del monasterio de Rueda. Con la exclaustración en 1835 y ausentes los dominicos, las monjas capuchinas ocuparon el convento de los dominicos, edificio que ocupó el antiguo Ayuntamiento de Zaragoza, utilizando la capilla del Milagro para sus rezos. En 1877 pasaron a un convento de nueva planta en la calle de Manuela Sancho y en 1972 se trasladaron al actual convento de la avenida de la Hispanidad.
|
|