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Paulino Pallás en Saviñán (I)
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | Mi abuelo Marcelino recordaba que el pistolero Paulino Pallás había regentado una taberna en Saviñán. La historia es cierta y sorprendente. En mayo de 1931, todos los periódicos nacionales recogían la detención, por dos agentes de policía de Barcelona, de dos individuos del Sindicato Libre, llamados Tarragó y Pallás, que estaban acusados de la muerte de Francisco Layret. Pallás trabajaba de albañil en unas obras de derribo en la iglesia de San Juan de los Panetes de Zaragoza. Tarragó era entonces arrendatario del Monasterio de Piedra. La Correspondencia militar añadía que había sido gerente del Gran Hotel y La Voz que había estado asociado a la empresa del Hotel Ritz de Madrid. En un principio Tarragó había trabajado en Barcelona en el Edén Concert. En la Exposición Internacional de 1929 instaló un restaurante detrás del Palacio Nacional y a finales de este año abrió un cabaret en las Ramblas, frente al Maxin, pero fracasó.
El 14 de abril de 1931 se proclamó la II República Española y con ella comenzó una feroz represión contra el Sindicato Libre en Cataluña. La Patronal aceptó, con la complicidad de la Generalitat, la propuesta de la CNT y de la UGT de no contratar a ningún trabajador que estuviera afiliado al Libre. Cuatro mil obreros se quedaron sin trabajo.
Muchos de estos periódicos se preguntaban en mayo de 1931: ¿Quién es Paulino Pallás? Y recordaban que un Paulino Pallás había muerto en Barcelona en septiembre de 1926, al desplomarse, a causa de una lluvia torrencial, el muro de contención que circundaba el huerto del manicomio de San Andrés y caer sobre unas barracas en el camino de San Acisclo. La familia Pallás ocupaba una de estas barracas hacía dos años. Antes había vivido en otra modesta vivienda en los alrededores de Barcelona, de donde fueron desahuciados por falta de pago. Se encontraron seis cadáveres que fueron trasladados al Hospital Clínico. Entre ellos se encontraba el de Paulino Pallás, de 34 años, y el de su sobrino Ignacio Pallás, de 10 años. Del Hospital Clínico salió el duelo hasta la iglesia de San José Oriol, donde se rezó un responso, para acabar en el cementerio de San Andrés.
El 26 de mayo de 1931, La Voz publicaba que la viuda de este Paulino Pallás muerto en 1926, con quien había casado en San Justo en 1918, decía que su marido sólo tenía dos hermanos, llamados Pascual y Leonor, que vivían entonces en Badalona. El Imparcial del 4 de junio se hacía eco de una carta publicada por la familia Pallás en Solidaridad Obrera, donde se decía que era falsa la existencia de este Paulino Pallás detenido en Zaragoza. El 28 de mayo La Voz informaba que se había encontrado la partida de nacimiento de Paulino Pallás y que tanto la policía, como los vecinos, amigos y parientes confirmaban que el detenido en Zaragoza era el auténtico Paulino Pallás.
Paulino Pallás era hijo del anarquista Paulino Pallás Latorre (1862-1893) y de Ángela Vallés. Paulino, nacido en Cambrils en 1862, era hijo de un albañil de Maella. El 24 de septiembre de 1893, día del santo de la princesa de Asturias, el capitán general de Cataluña, general Martínez Campos, dispuso un desfile militar en la Gran Vía de Barcelona. En la confluencia de la calle Muntaner con la Gran Vía, Martínez Campos y todo su estado mayor iba a pasar revista a la tropa que avanzaba desde Sans hacia el Paseo de Gracia. En aquel lugar Paulino Pallás lanzó dos bombas Orsini a los pies del caballo del capitán general, al grito de ¡Viva la anarquía!, en represalia por las ejecuciones de Jerez, donde había tenido lugar una rebelión campesina en 1892. Pallás no intentó huir. Lanzó su gorra a lo alto y continuó gritando ¡Viva la anarquía! Fue detenido de inmediato, juzgado, condenado el día 29 y fusilado el 6 de octubre en el patio de la prisión del castillo de Montjuich. A la misma hora, la familia del general Martínez Campos, que sólo resultó herido, oía misa en sufragio del anarquista.
En venganza, el 7 de noviembre de 1893 Santiago Salvador arrojó dos artefactos explosivos contra la platea del Liceo, durante la representación de la ópera Guillermo Tell. Salvador sería ejecutado el 21 de noviembre.
En el calabozo nº 5, Pallás escribió una carta el 2 de octubre que dirigió al director de El País, donde se publicó el día 8. En ella decía: "No quiero que señalen a mis hijos como hijos de un asesino, sino que se les considere como hijos de un hombre honrado que dio su vida por una causa que, quizás equivocadamente, creía la mejor, pero que dio su sangre en la convicción de que hacía un buen servicio a la humanidad".
En La Iberia, el 26 de octubre de 1893, se recogía una información dada por El Diluvio, según la cual Leonor Pallás, de tres años, acompañada de su abuela, había ido a Reus en tren, donde la niña había sido prohijada por un matrimonio que ejercía la enseñanza laica. Ángela Vallés, la viuda del anarquista fusilado, vivía en el pueblo de Sans y estaba entonces embarazada. Su suegra estaba viuda y vivía con un hijo de 21 años en la calle Castillejos de Sans. El 8 de julio de 1896, El Siglo Futuro publicaba que habían ingresado en la casa de maternidad Pascual, Lorenzo y Paulino Pallás, hijos del anarquista fusilado.
El general Martínez Campos protegió a la familia de Pallás, empleando a su viuda como ayudante de cocina de su casa, cuidando de su hijo pequeño. La Voz publicaba el 28 de mayo de 1931 que a los tres meses de quedar viuda, Ángela Vallés dio a luz a un hijo póstumo, llamado Paulino Pallás. Éste sería el detenido en Zaragoza.
El 27 de mayo de 1931, Heraldo de Madrid informaba que Inocencio Feced había sido detenido en Sevilla y había declarado que Pallás y Tarragó no habían participado en el asesinato de Layret. De ello inculpaba a Fulgencio Vera, que habría contado con la ayuda de tres hombres más, que habrían cobrado ocho mil duros. Después de romper con Martínez Anido y con Arlegui, y en posesión de muchos secretos y documentos, Feced publicó un folleto titulado: "Yo acuso a los generales Anido y Arlegui de haber asesinado impunemente a los obreros catalanes".
Redactores de La Voz y del Heraldo de Madrid entrevistaron a Pallás en la cárcel de Zaragoza, publicando largos artículos, recogiendo las declaraciones del detenido. Pallás decía que el Paulino Pallás fallecido en 1926 en las barracas de San Andrés, podía ser su hermano, con el que había dejado de tener relación en 1912. El redactor quería saber si su padre había sido el anarquista que había arrojado las bombas a Martínez Campos. Pallás contestó que así se lo había oído decir a su madre. A continuación Pallás relató su vida, una vida marcada desde su nacimiento por la tristeza. "Al narrarla, Paulino Pallás se crece, es un poseído, un místico propagandista de las ideas sindicales". Sin embargo, Pallás no contó nada de sus primeros veinte años. Desde 1916 a 1918 había trabajado en la Hispano Suiza. Perseguido por la Guardia Civil se refugió en Saviñán, donde permaneció un año. Regresó a Barcelona en 1919 para trabajar en los talleres de Gironde, en Pueblo Nuevo. Volvió de nuevo a Saviñán y al regresar a Barcelona, el entonces gobernador civil, general Martínez Anido, le facilitó unas cartas de recomendación para el cardenal arzobispo de Zaragoza Juan Soldevilla y para el vizconde de Escoriaza. Las recomendaciones no dieron resultado y se refugió de nuevo en Saviñán, donde abrió una cantina. Pero el negocio tampoco funcionó y tuvo que dejarla. En enero de 1922 se trasladó a Castejón de Navarra, con unos tíos de su mujer. Su situación económica era muy difícil. Allí recibió un telegrama del director de la Compañía de tranvías de Zaragoza. Debido a la huelga, nadie quería sacar los tranvías a la calle porque era peligroso. A su llegada se pusieron en funcionamiento tres coches. Cuando ocurrió el asesinato de Francisco Layret, Pallás aseguró que se encontraba en Castejón o en Saviñán. Entre sollozos, Pallás confesó que Layret era como un padre, pues su madre y él mismo habían recibido favores de este abogado. El detenido confirmaba a los redactores que desde 1920 había estado en Zaragoza o en su provincia y que nunca había matado a nadie. El detenido tenía palabras de elogio para Sánchez Guerra, "el hombre más noble que ha tenido la nación española". Según Pallás, nunca había intervenido en la organización del Sindicato Libre, sólo en el partido del doctor Van Baumberghen, y su misión en el Sindicato era hacer propaganda entre los obreros de las fábricas y de los talleres.
El redactor de La Voz recogía algunas declaraciones anónimas sobre Pallás. Alguien que no quiso revelar su nombre le confesó que Pallás era un jactancioso. Había intervenido en algunos crímenes, aunque "Tantos como él dice, no". En otro artículo se retrataba a Paulino Pallás como un hombre alto y gordo, ignorante, grosero, achulado y sobre todo muy vago. El 5 de septiembre de 1931, Heraldo de Madrid informaba que el día anterior habían salido para Barcelona los detenidos Paulino Pallás y Tarragó.
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