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| Racioneros de mensa
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FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO | El más importante bibliógrafo aragonés es sin duda Félix de Latassa y Ortín (1735-1805). Estudió en la Universidad de Zaragoza Filosofía y Teología, de la que ya era doctor en 1762. Obtuvo el curato de Juslibol y más tarde fue racionero, deán y canónigo de La Seo. So obra más famosa es su Biblioteca de escritores aragoneses, dividida en dos partes. Los dos tomos de la primera parte, Zaragoza, 1796, están dedicados a Juan Martín de Goicoechea, y los deis tomos de la segunda parte o Biblioteca nueva, Pamplona, 1798-1802, a Pérez de Larrea. Pero esta bibliografía aragonesa la conocemos más por su refundición en forma de diccionario biobibliográfico de autores aragoneses del archivero del Colegio de Abogados de Zaragoza, Miguel Gómez Uriel, que fue ayudado por el periodista Víctor Pina. Esta refundición mereció una medalla de primera clase en la Exposición Aragonesa de 1885 y la autorización para que ostentase el escudo de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del país. Consta de tres volúmenes impresos por Calixto Ariño entre los años 1884 y 1886, con prólogo de Joaquín Gil Berges, Antonio Hernández Fajarnés y Mario de la Sala Valdés.
Gómez Uriel quiso con esta importante obra proporcionarle a su hija una dote segura para que contrajera matrimonio, pero de los mil ejemplares editados, no se vendieron entonces más que doscientos, provocando el desengaño del autor y del editor.
Latassa es también autor de un breve opúsculo titulado Memorias de los racioneros de mensa de la iglesia metropolitana del Salvador, Zaragoza, Medardo Heras, 1798, aunque se conoce otra edición de 1806, debida a Gómez Fuentenebro y Compañía de Madrid. El ejemplar de 1798 que conserva la Biblioteca Universitaria de Zaragoza, fue donado en 1837 por Rosa Berné y Cebrián, de la biblioteca de sus hermanos Pedro, abogado, y Manuel, catedrático de Leyes. En ella Latassa escribe que los racioneros de mensa de La Seo se llamaban capellanes porcionistas, racioneros perpetuos y por aquel entonces de mensa, pues servían en esta iglesia a cambio de un beneficio eclesiástico de porción canonical. Ya Pedro Librana, obispo de Zaragoza, antes de su reconquista en 1118, dotó una de estas raciones, teniendo silla y residencia en su coro, hábito de capa y capucio, vestuario y asiento con los canónigos en el refectorio. El Cabildo, con el arzobispo Tomás Crespo de Agüero, les concedió el honor de cuatro sillas inmediatas a los canónigos y hábitos canonicales violados, agregando a los agraciados al cuerpo de canónigos, según la Concordia, aunque la Bula de Benedicto XIV de 1747 conspiró a este fin. Estos beneficios se podían obtener por coadjutoría.
A la Cofradía del Corpore Christi y San Vicente Mártir de racioneros de mensa de La Seo, pertenecían muchos cofrades espirituales, así como caballeros y señoras de la nobleza, según el Cabreo de 1515, hecho por el prior de dicha Cofradía Pedro de Sessé, racionero de mensa y arcediano de Calatayud. Según Latassa había sido frecuente el ascenso de racioneros de mensa a dignidades y canonicatos.
De la infanzona familia Martínez de Saviñán fueron canónigos de La Seo, José Martínez Arisco y su sobrino José Martínez Saldaña, y racionero de mensa José Jerónimo Martínez Terrer, nacido en 1697, hijo de José Martínez Gracián (h. 1661-1726), que casó en segundas nupcias con Ana Francisca Ferrer y Antolí, padres además de Simón (1700-1715), Ana María (1702-1742), que casó con Basilio Chueca de El Frasno, Juan Jerónimo (1704-1767), que casó en 1725 con Ana Monterde Mendieta (h. 1703-1770), Teresa, 1707), Ana Francisca, 1711, que murió pronto, y Ana Francisca, 1712.
El matrimonio entre Juan Jerónimo Martínez Ferrer y Ana Monterde y Mendieta tuvo ocho hijas y un hijo que murió al poco de nacer, perdiéndose con él el apellido. Ana Teresa Martínez Monterde casó en 1753 con Blas Joven y Trigo, escribano de Cámara de la Real Audiencia de Aragón, y ya viuda lo hizo en 1785 con Manuel Martínez. Ana María casó en 1760 con su primo Martín Chueca Martínez (h. 1735-1805), Familiar del Santo Oficio, y Micaela, nacida en 1729, fue monja dominica. También fue monja su hermana Francisca, nacida en 1733.
El matrimonio entre Martín Chueca y Ana María Martínez tuvo al menos doce hijos, que siguieron viviendo en Saviñán, posiblemente en la casa familiar de la calle Mayor, quizá levantada para el matrimonio compuesto por Simón Martínez (h. 1630-1700) e Isabel Gracián (h.1627-1699), padres del licenciado Pedro, Teresa, que casó en 1676 con Miguel Monterde la Caro, de Aguarón, Josefa, que casó en 1693 con el infanzón bilbilitano Miguel José Ibarra Marco, y el ya citado José que casó con Ana Francisca Ferrer, que heredaría la casa, que luce las armas de los Martínez. La familia Martínez también tenía vivienda en donde se levantaron en 1925 las escuelas del pueblo. En esta ocasión se levantó el escudo de la fachada para colocarlo en una de las casas de la plaza de España, que pertenecía al administrador de la familia Pujadas, que fue quien vendió los edificios al Ayuntamiento para levantar Grupo Escolar Primo de Rivera en 1925.
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