La Sinagoga Mayor de la judería de Calatayud, con sus dos puertas, por las que entraban separados hombres y mujeres, sigue siendo hoy una iglesia católica, la de la Consolación, en la calle del mismo nombre.  En ella se congregaron los judíos sefarditas residentes en los extramuros de la ciudad, en una zona que urbanisticamente respondía a los criterios de segregación ordenados en 1480 por los Reyes de Castilla, hasta el decreto que derivó en su expulsión total de España en 1492.

Por cierto, en ocasiones no hace falta forzar la imaginación para situarse en el corazón de un barrio en el que se vivía, cantaba, cocinaba en ladino o "djudeo-espanyol", hasta que una trágica noche hubo que cerrar las puertas de estas casas, cuyas llaves, se dice, pasaron durante siglos de generación en generación.

Quien sabe si alguna de estas puertas tiene, en algún lugar, una llave que la abra...