Ermita de la Virgen del Prado

El casco urbano se alza a 904 metros sobre el nivel del mar, y es sumamente pintoresco, alzando en los repliegues serranos de la margen izquierda del río Jalón.

La iglesia parroquial es barroca, del siglo XVII, y está dedicada a San Miguel. Tiene planta rectangular, con capillas entre los contrafuertes, con modificaciones posteriores. Se cubre con bóveda de lunetos. La capilla de la Vocación de San Pedro se reformó con planta cuadrada, cubierta con cúpula ciega sobre pechinas, y a la de la Virgen del Rosario se le levantó un arco de entrada, decorado con intradós por lacería en yeso, de estilo barroco, aunque con sabor mudéjar. La primera capilla citada conserva un pequeño retablo de San Roque, además del titular, del siglo XVI. Los restantes son del XVII y XVIII. A los pies, en el lado del Evangelio, se alza la torre campanario, de planta rectangular, con el cuerpo superior de ladrillo.

Mayor interés depara al viajero la ermita-santuario de la Virgen del Prado, situada a unos dos kilómetros de la población. Es un edificio de estilo barroco, con planta de cruz y nave de cuatro tramos, cubierta por bóveda de lunetos. El crucero se cubre a su vez c on cúpula sobre pechinas, y el tramo de la cabecera, con cúpula asimismo sobre pechinas, con tambor y linterna. En el zócalo es posible admirar todavía azulejos del siglo XVIII. La imagen titular, de la Virgen con el Niño, data del siglo XIII, de estilo románico, y aparece sedente. las restantes imágenes, así como dos grandes lienzos, son del XVIII.

La Virgen del Prado es muy venerada por los vecinos de Viver y de otros pueblos de la comarca, en especial los de Embid, que suben en romería el día 1 de mayo.

Cuenta la tradición que se le apareció a una pastorcilla que apacentaba su ganado en el prado, y lo hizo sobre un olmo, diciendo que allí quedaba su imagen para siempre, por lo que podía comunicar la buena nueva a los de Viver para que le erigieran una ermita, y al fin de que fuera creída, "la señal que le había dado Nuestra Señora era que jamás nadie podría apartar de su mano el oído, que en él tenía puesta, como en realidad sucedió, no pudiendo los hombres de grandes fuerzas apartar la mano de la pastorcilla de su oído; creyeron todos la aparición, fueron al lugar del olmo y, hallando la imagen, la adoraron, ofreciéndole sus corazones y fabricar allí un templo, como lo ejecutaron". (Alfonso Zapater Gil)