Foto: A. Sanmiguel
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Iglesia
Parroquial de la Asunción
La iglesia, en el extremo
occidental del pueblo, es una construcción del siglo XVIII sin especial
interés. La torre, que es lo que aquí interesa, está
al lado izquierdo (sur) del presbiterio, que está al oeste. Es de
dimensiones notables, 6,80 m. de lado y quizá llegó a tener
unos 25 m. de altura sin contar el remate, es decir, de tamaño casi
igual a la de Aniñón,
con la que presenta bastantes semejanzas y algunas diferencias. Naturalmente,
tiene dos cuerpos bien diferenciados, el de escaleras y el de campanas.
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La base es de sillería
de arenisca blanca, de unos 60 cm. de altura y dos hiladas. Con un suave
bisel se pasa a la obra de ladrillo, de 34x17x4 cm. regularmente aparejado
a soga y tizón. Si la base de sillería de Aniñón
podría ser un aplacado del siglo XVI, esta de Terrer
podría ser original aunque no es seguro. Toda la decoración se concentra
en este primer cuerpo, que no dispone de más vanos que estrechas
aspilleras de iluminación. Se superponen tres paños decorativos,
de la misma anchura pero de distinta altura y los tres van limitados, por
debajo y por encima, por líneas de esquinillas o dientes de sierra.
El primer paño, ya a la mitad de altura de este primer cuerpo, está
formado por diez arcos mixtilíneos que se entrecruzan una vez, como también puede verse en Aniñón. El siguiente paño, de mayor altura, presenta una malla de rombos,
con pequeñas cruces en el centro. Caben tres rombos en altura y
ocho a lo largo.
El tercer paño es
el que ofrece más interés. Es el más estrecho y en
él se desarrollan unos lazos de cuatro octogonal que generan, en
cada lado, tres estrellas octogonales, dos en los extremos y una en el
centro, entre las que se intercalan dos estrellas alargadas. Ya hemos comentado
el probable precedente hudí del siglo XI en la mezquita aljama de
Zaragoza y su aceptación en la forma que aquí se ve por el
arte almohade. Este motivo se da con cierta frecuencia en torres mudéjares
de los siglos XIV y XV, pero aquí lo que llama la atención
es la presencia de platos de cerámica decorada en el interior de
las estrellas. Salvo alguno completamente blanco, los demás van
minuciosamente decorados en verde y morado, es decir, con barnices de cobre
y de manganeso. En la mayoría la decoración ocupa solo el
ala del plato, quedando de blanco de estaño la parte central. Son
muy semejantes a los producidos en Teruel desde el siglo XIII, y bien podrían
proceder de allí, si bien siempre hay que tener en cuenta que al
menos desde el siglo XI hasta el XVI, Calatayud
fue un importante centro productor de cerámica de la que apenas
se sabe nada. Por los motivos que presentan bien podrían ser del
siglo XIV. Si por entonces en Calatayud
se podrían fabricar estos platos, más lógico hubiera
sido traerlos de ahí que de Teruel. Desde luego se usaban el verde
y el morado en Calatayud,
como muestran los azulejos de San Pedro Mártir del último
tercio del siglo XIV. Naturalmente poco tienen que ver estas piezas de
cerámica con las que hasta aquí hemos comentado, discos-ataifores
y columnillas monocromas en verde o en amarillo, salvo la intención
de combinar el reflejo del vidriado con las formas geométricas del
ladrillo, como siglos antes se hiciera en oriente.
Aparte de la diferencia
de barnices, la prolija decoración de estos platos de Terrer, no
apreciable desde el suelo, demuestra que a diferencia de lo que ocurre
en otros casos, estos no se diseñaron para formar parte de la decoración
de la torre, sino que si incorporaron con posterioridad, utilizando vajilla
doméstica aunque, eso sí, de lujo. Es curioso observar como
en el paño inferior de rombos, se han sustituido algunas cruces
centrales por platos: uno en el lado sur, otro en el oeste, y hay huellas
de dos en el norte. En un planteamiento decorativo global, simultáneo
a la construcción de la torre, parece esto carecer de sentido. ¿Fue
una prueba, para ver el efecto, y luego se desestimó su colocación
ahí, reservándola al paño de los lazos?
En este paño hay cinco
platos dentro de cada estrella normal, y siete dentro de cada estrella
alargada. Además hay dos a cada lado del paño junto a la
esquina de la torre. Serían pues treinta y tres platos por lado,
o sea, ciento treinta y dos en total, a los que habría que añadir
al menos cuatro, colocados de forma aleatoria en el paño inferior.
Esta cerámica ha sido estudiada recientemente por Mª Isabel
Alvaro.
Sobre este último
paño, el primer cuerpo se remata con una cornisa a base de ménsulas
de ladrillo en pirámide invertida, siendo de notar que las piezas
inferiores, las más pequeñas, están cortadas ofreciendo
un frente semicircular. Al interior, el cuerpo de escaleras muestra la
característica estructura del alminar. Ésta es exquisitamente
regular, con cinco peldaños por tramo, rellanos lisos y tres bovedillas
enjarjadas por tramo. La anchura del machón, de la escalera y el
grosor del muro son aproximadamente iguales, entre 1,35 y 1,40 m. Las aspilleras
de iluminación tienen todas derrame interior.
El cuerpo superior es ligeramente
más estrecho que el inferior, retranqueándose unos 30 cm.
Carece de decoración, al menos en lo que se conserva, ya que está
algo alterado. Presenta un amplio ventanal por cada lado similar a los
ya comentados de Aniñón
y Belmonte,
es decir, un arco apuntado con parteluz, del que surgen semiarcos que se
entrecruzan con el central, todo rehundido en un rectángulo a modo
de alfiz. Es de notar que la parte superior de este rectángulo presenta
ladrillos aplantillados. También se observa que solo en el lado
oeste se ejecuta el arco como en Belmonte
y Aniñón,
es decir, primero se hace el arco central y después desde el parteluz
se construyen los dos semiarcos. Aquí en Terrer, sin embargo los
ventanales norte y sur si que representan con más propiedad un entrecruzamiento
de arcos, pues el semiarco izquierdo que sale del parteluz ìmontaî sobre
el arco central. Estas ventanas fueron cegadas y la parte superior de este
segundo cuerpo fue destruida para sobreelevarlo y colocar las campanas
más altas, abriéndose para ello dos amplios vanos en arco
de medio punto. La cubierta primitiva fue sustituida por el anodino chapitel
actual aunque su armadura interior de madera tiene cierto interés.
Es de suponer que estas obras se realizarían simultáneamente
a la construcción de la nueva iglesia, en el siglo XVIII. Lógicamente
el aspecto anterior de este cuerpo sería similar al de las torres
de Belmonte
y Aniñón,
es decir sobre la ventana grande habría una serie de ventanas pequeñas.
En los cuatro lados, sobre el centro de la ventana grande se aprecia un
pilar de ladrillo antiguo, de unos 50 cm. de anchura, que bien podría
haber separado dos de estas pequeñas ventanas, por lo que probablemente
serían cuatro por lado. Este remate sería, con toda seguridad,
una pirámide octogonal sobre trompas.
Sobre su cronología,
como es habitual, no hay datos documentales. Las características
en las que difiere de la torre de Aniñón,
que es a la que más se parece, sugieren que esta sea posterior.
Así Borrás si fecha la de Aniñón
hacia el 1300, esta de Terrer la considera de hacia 1400, apuntando la
posibilidad de un mecenazgo del papa
Luna pues, como se ha dicho, el pueblo pertenecía a su familia.
Pero en este supuesto nos
falta la iglesia del 1400 o restos de ella que hubiesen aclarado esta cronología,
si la torre formaba parte de la obra. Si esta torre, de notables dimensiones,
sólida y ejecutada con gran perfección, fue el campanario
de una iglesia del 1400, ésta hubiese tenido unas características
acordes con la torre. Y, ya sin la excusa de la guerra
de los Pedros, se hace difícil pensar que unos dos siglos y
medio después de su construcción, su apariencia o su estado
fueran lo bastante malos como para justificar su sustitución por
la actual, eso sí, conservando la torre. Cabe pensar que tal vez
esta iglesia de 1400 no ha existido, y que el templo anterior al actual
sería pequeño y pobre, o inadecuado para el culto, es decir
podría haber sido una mezquita. Si Terrer estaba poblado mayoritariamente
por musulmanes (mudéjares). ¿Para qué se quería
construir en el 1400 una notable iglesia (si la torre se hizo a la vez)
si la conversión forzosa al cristianismo no tuvo lugar hasta 1526?
En este otro supuesto la torre podría haber sido el alminar de una
mezquita, no necesariamente de época islámica, sino tal vez
de una mezquita mudéjar.
Pero no parece que los mudéjares tuviesen tantos recursos como para
construir para ellos mismos obras de la categoría de esta torre.
Cabría pensar en un alminar de época islámica, desproporcionadamente
lujoso para la importancia de la población, lo que podría
justificarse por un significado simbólico en la ruta de aproximación
a Zaragoza, como ya se decía sobre el de Ateca.
En ese supuesto, la cerámica, claramente del siglo XIV, había
sido añadida con posterioridad, lo que supongo será fácilmente
comprobable.
Naturalmente todo este planteamiento
es pura especulación, y con los escasos datos que hoy tenemos, lo
más verosímil es pensar en el siglo XIV como época
de construcción de la torre, aunque esta atribución plantee
varios interrogantes. Es de esperar que en este caso, como en muchos otros,
que algún hallazgo documental, pero especialmente estudios arqueológicos,
arrojen más luz sobre el asunto. (Agustín
Sanmiguel Mateo)
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