Santuario de la Virgen de la Peña,
planta de la iglesia |
La iglesia, en su estado
actual, como puede apreciarse en el dibujo de la planta, consta de partes
mudéjares, restos de la primitiva fábrica, y barrocas, resultado
de las restauraciones posteriores que enmascaran casi totalmente las primeras.
La primitiva iglesia mudéjar,
obra del siglo XIV como se ha dicho más arriba, era de nave única
con capillas laterales entre los contrafuertes y testero recto con triple
capilla en el mismo, siendo la central (actual camarín de la Virgen)
más ancha,
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alta y profunda que las dos laterales. El sistema de
bóvedas es de crucería simple cuyos nervios dan en sección
triple bocel. Sobre las capillas laterales de la nave discurría
un ámbito o galería, abierto a la nave y al exterior, en
parte conservado, que daba a la iglesia un marcado carácter militar,
propio del grupo de templos mudéjares denominado "iglesias fortaleza".
Cronológicamente Nuestra Señora de la Peña es anterior
a todas ellas: la Virgen de Tobed, San Félix de Torralba de Ribota,
San Juan Bautista de Herrera de los Navarros, San Martín de Morata
de Jiloca y, con alguna diferencia estructural, la parroquial de Cervera
de la Cañada. El espacio interior de estas iglesias que tienen planta
rectangular, es único, no compartimentado, con aspecto de salón
refleja la estructura gótica levantina de franciscanos y dominicos.
Es una arquitectura sobria, sumamente racional y sencilla, a las que los
mudéjares supieron darle un carácter y personalidad nuevos
para adaptarla al sistema constructivo derivado del empleo de materiales
deleznables y pequeños (yeso y ladrillo), sin que por ellos pierda
valores estéticos.
La importancia de los restos
mudéjares de este templo es capital, ya que su fábrica es
el arquetipo del grupo de iglesia fortaleza de Aragón, admirable
simbiosis de elementos religiosos y militares, verdadero testimonio de
una época de convivencias de razas, religiones e ideales.
Los más destacable
desde el punto de vista artístico y decorativo de este templo son
las yeserías que adornan y cubren por completo los plementos de
la capilla lateral de San Francisco Caraciolo. Las yeserías acusan
un ritmo geométrico y abstracto, con sentido del infinito propio
de las civilizaciones orientales, siendo diferentes los motivos decorativos
de cada uno de los plementos. Por debajo de ellos corre un friso continuo,
con decoración de cardinas entre los que sobresalen leones de gran
valor expresivo.
Respetando la planta mudéjar,
aunque prescindiendo de las capillas laterales como puede apreciarse por
el exterior, se levantó la fábrica actual, de escaso mérito
cuyos tramos van cubiertos por bóvedas de lunetos. El muro del altar
mayor oculta el testero primigenio. (Gonzalo M. Borrás Gualis /
Germán
López Sampedro)
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