En algunas iglesias, el interior está totalmente
decorado
mediante la técnica del esgrafiado (Foto: A. Sanmiguel)
En la iglesia de San Andrés,
de Calatayud, una de las más antiguas, que si no es del siglo XIII
podría ser una mezquita reutilizada, no se ha encontrado ningún
resto de decoración interior, liso y encalado. Bien distinto es
el caso de las iglesias genuinamente mudéjares de la segunda mitad
del siglo XIV y primer tercio del siglo XV. Su interior está
totalmente decorado, no dejando ningún espacio vacío. El
sistema es el agramilado, una incisión sobre el enlucido de yeso,
que dibujo motivos geométricos diversos, como arcos entrecruzados,
lazos de cuatro o de ocho, todo policromado con predominio del rojo y el
negro. Así estarían entonces muchas iglesias de Aragón,
pero las sucesivas reformas han hecho desaparecer esta singular decoración.
Y es precisamente en esta zona de Calatayud donde se conservan los ejemplos
más significativos: Maluenda, Tobed, Torralba y Cervera. Todo apunta
a la autoría del que quizá sea el alarife más famoso,
Mahoma Rami, que trabajó para el Papa Luna y que firma la obra de
la iglesia de Cervera con la fecha de 1426. Otro elemento decorativo interior
lo constituyen las celosías de yeso de los ventanales, en la que
pueden distinguirse una etapa islámica de mediados del siglo XIV
y otra gótica de principios del siglo XV. También son de
señalar los alfarjes de madera tallada y policromada que soportan
los coros de estas iglesias.
A lo largo del siglo XV los
temas decorativos de raíz islámica van siendo sustituidos
por los de inspiración gótica. En el siglo XVI la conversión
forzosa de los mudéjares y la importación de la moda renacentista
acaba prácticamente con el estilo mudéjar, que se ve relegado
a una sobria decoración de sencillos campanarios. (Agustín
Sanmiguel Mateo)
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