Al pie de la sierra
de Pardos, sobre la margen izquierda del río
Ortiz, que desagua en el embalse
de La Tranquera, a la altura de Nuévalos,
el caserío de Monterde busca la hondonada, que sólo consigue
en parte. El castillo
preside la altura cimera, en una colina próxima; el antiguo recinto
de la fortaleza fue aprovechado para construir el cementerio de la localidad.
La fortaleza existía ya en 1357, pues se tiene noticia de que los
castellanos no pudieron rendirla, por mas que quemaron el pueblo. En 1363
se produjo una situación semejante. En la actualidad, permanecen
en pie los muros y parte de una torre bastante maltrecha.
Cerca se alza la ermita de
la Virgen del Castillo -advocación frecuente en estos casos-, con
nave cubierta por bóveda de crucería; uno de los tramos se
apoya en ménsulas decoradas a base de ángeles con escudos,
del siglo XV. En el altar mayor preside una imagen románica de la
Virgen. El retablo se compone de dieciocho tablas, cuyo estilo coincide
con el del maestro de Retascón, llamado así por Post. Existe
asimismo un templete barroco, del siglo XVIII, pintado y policromado, y
bajo él una talla en madera de Cristo yacente, del XVII, procedente
del monasterio de Piedra.
La iglesia
parroquial está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción,
y es gótica, del siglo XVI, obra de mampostería, con modesta
portada. La torre se alza a los pies, en el lado del Evangelio, y sube
con base cuadrada, de mampostería, y sus res cuerpos superiores,
de ladrillo, octogonales, con decoración mudéjar
muy similar a la de Paniza. El interior del templo responde al denominado
estilo gótico levantino. La nave se cubre con bóveda de crucería
estrellada, apeada en columnas sin capitel. Se sitúan las capillas
entre contrafuertes, comunicadas entre sí, y se abren a la nave
por arcos de medio punto encuadrados con alfiz decorado por una rosa y
coronado por frontón. Dispone de coro a los pies, apoyado en ménsulas
de madera.
La pila bautismal es románica,
del principios del siglo XIII. Y del XVI son las puertas de la sacristía,
decoradas con labor mudéjar
de lazos. Los restantes son de los siglos XVII y XVIII.
Durante las fiestas patronales
en honor de San Roque, se va de romería a la ermita del Santo, situada
a unos tres kilómetros del pueblo, junto a la carretera de Abanto.
La ermita nos depara de sorpresa de un edificio gótico, del siglo
XIII, con arcos apuntados que sostienen una cubierta de madera. Luego presenta
algunos añadidos del siglo XVI, como es el caso del púlpito
de yeso con adornos platerescos. También, el de una capilla cuadrada
que ocupa el lugar del muro de cabecera. El retablo de San Roque, el santo
titular, se compone de nueve tablas, con pinturas también de mediados
del siglo XVI. (Alfonso Zapater Gil)
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