Esta localidad del valle
del Jiloca
ha proporcionado restos arqueológicos que hablan de un poblamiento
de cierta intensidad desde tiempos prehistóricos de la Edad de Bronce.
Efectivamente, en un cerro situado a espaldas del pueblo actual,
en situación dominante se localiza un asentamiento de aquella época
del que aún se perciben restos de muros y otras edificaciones. Se
han recuperado molinos barquiformes, cerámicas en relativa importancia,
de tipología diversa, con decoraciones y lisas, también utillaje
lítico en sílex compuesto por hojitas de sierra y piezas
de hoz. Estos materiales se guardan en el Museo
Arqueológico de Calatayud.
De época indígena
se anotan atribuciones carentes de fundamento a Munda y a Matenissa. El
hallazgo más notable para ese momento es un tesorillo de denarios
ibéricos fundamentalmente de la ceca de Osca (Bolscan), junto a
un número importante de denarios romanos republicanos que se suelen
fechar entre los años 90 y 79 a.C., debiendo ligarse su ocultación
a los episodios de guerras
sertorianas, tan determinantes en este territorio. La cantidad de piezas
aparecidas fue de 145.
De época romana inmediata
se anota tradicionalmente la existencia de los estribos de un puente de
fábrica romana que daba servicio a las calzada que descendía
por el Jiloca
hasta Bílbilis,
comunicando las tierras de la ribera izquierda con las de su opuesta recorrida
por el camino. No se conocen más restos importantes, pero su ubicación
en las proximidades de Bílbilis
y el despoblado de Valdeherrera
en las cercanías de Calatayud
hacen presuponer la existencia de otros restos que aún no hemos
localizado. El punto de ubicación y la existencia de poblamiento
tan continuado justifican esta aparición, a no ser que se hubiera
producido un traslado de asentamiento. (Manuel Martín Bueno)
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