Castillo-palacio de los Luna, en Illueca
Illueca, solar de los
Luna, es eje de una interesante ruta de castillos. El casco urbano
se asienta sobre una prominencia del terreno, a orillas del río
Aranda, con la mole del castillo-palacio en lo alto, donde nació
con Álvaro de luna y el que luego sería Benedicto
XIII, el célebre papa Luna, Pedro Martínez de Luna.
El caserío se levanta
al pie del castillo, bien diferenciado en sus zonas antigua y moderna.
Esta última se presenta con vías simétricas y edificios
de varias plantas, que contrastan con los pintorescos rincones del pueblo
antiguo, con fachada encaladas, de adobe o tapial, si bien utilizaban el
ladrillo cuando se trataba de edificios nobles.
La iglesia parroquial está
dedicada a San Juan Bautista y es de grandes proporciones, construida a
base de ladrillo y tapial. Responde al tipo de iglesia mudéjar del
siglo XIV. Los retablos de su interior van del siglo XVI al XVIII. Las
yeserías barroco mudéjares de la bóveda son muy semejantes,
por su dibujo, a las de la cúpula de San Valero en La Seo de Zaragoza.
Entre los retablos cabe anotar, por su interés, los dedicados a
San Ramón, a la Virgen del Carmen (éste con imágenes
de San Francisco de Asís, San Buenaventura y Santa Teresa de Jesús),
a la Purísima, a la Virgen del Rosario, a San Ignacio de Loyola,
al Sagrado Corazón de María, a la Sagrada Familia, al Sagrado
Corazón, a las santas Justa y Rufina, al Cristo y a Santa Rita.
El retablo del altar mayor, finalmente, se halla flanqueado por dos tableros
en relieve, que representan el nacimiento de la Virgen y la Visitación.
El castillo-palacio de los
Martínez de Luna, condes de Morata, se yergue sobre un espolón
rocoso. En él transcurrió la infancia del papa
Luna y allí volvieron sus restos. Pero, según cuenta
la tradición y las crónicas de la época, los restos
de Benedicto
XIII fueron a parar al río
Aranda, por avatares de la guerra de Independencia, y sólo se
pudo recuperar el cráneo, conservado en el palacio de Sabiñán.
El estilo arquitectónico del castillo de Illueca, inicialmente mudéjar,
del siglo XIV, muestra el influjo italiano en el renacimiento aragonés;
los expertos aseguran que se trata de un burda copia del palacio ducal
de Urbino, en Italia. En su interior existen interesantes yeserías
barroco-mudéjares, del siglo XVII, y dos sala con friso gótico-mudéjar
de círculos decorativos, con tracerías y valiosos artesonados,
alguno de ellos correspondiente al siglo XVI. La última época
del castillo-palacio corresponde a los siglos XIX y XX: en el XIX lo heredaron
los
Muñoz de Pamplona, condes de Argillo, y en época más
reciente pasó a poder de los Bordiú, también por línea
de herencia. Finalmente fue adquirido por el Ayuntamiento de la localidad.
En la actualidad se encuentra en proceso de restauración, y servirá,
en un futuro próximo, como establecimiento hostelero y como sede
de los órganos administrativos de la comarca del Aranda. (Alfonso
Zapater Gil)
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