Cristo yacente, obra de Gregorio de Mesa Ermita del Santo Sepulcro, Borja |
(Calatayud,
6 de julio de 1651 - Zaragoza, 16 de marzo de 1710). Sin lugar a dudas
fue el más célebre escultor aragonés a comienzos del
siglo XVIII y, junto a José Ramírez, el más importante
en su género de todo nuestro barroco aragonés. Artista muy
elogiado entre sus contemporáneos (Palomino de Castro), en los documentos
se le suele citar como "insigne escultor" y "maestro estatuario". Un dato
de su valía nos lo da el precio se sus obras, superior, con mucho,
al de las de sus compañeros.
Sus cualidades artísticas,
presumiblemente una posición familiar económicamente desahogada,
le dirigieron sus primeros pasos profesionales a Toulouse (Francia), en
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cuya academia estudió escultura. Nada más sabemos de esta
etapa; en 1680 ya había vuelto a España, pues se hallaba
trabajando en La Almunia de Doña Godina, y en 1685 aparece integrado
en el gremio de carpinteros y escultores de la capital aragonesa. Por estas
fechas se casó con Feliciana la Cruz; fruto de este matrimonio fueron
cinco hijos: Tomás
(escultor), Manuela, Marina, Josefa y Teresa.
A nuestro modo de ver, su
formación academicista supuso una renovación metodológica
importante para nuestra escultura barroca aragonesa, espíritu que
recogió Juan Ramírez, su discípulo, fundador en Zaragoza
de la Academia Particular de Dibujo en 1714. Así, en concreto, este
espíritu académico lo vemos reflejado en el valiente tratamiento
del desnudo de algunas esculturas de Gregorio de Mesa, como es el caso
del San Sebastián del retablo mayor de la parroquial de Santa María
de Borja, (h. 1701); en su acierto en el modelado del barro, con figuras
de tamaño natural soberbiamente tratadas -así, por ejemplo,
el Cristo yacente de la ermita del Santo Sepulcro de Borja (1703) y los
bustos de la Virgen y San Juan (con su bella melena a lo Luis XIV) antiguamente
en la capilla del Santo Cristo de Calatorao, ahora en el centro parroquial-;
y en la influencia berninesca que reflejan los ángeles mancebos
del citado retablo mayor de Borja o el valiente San Miguel, en estuco,
en la portada de la iglesia de San Miguel de los Navarros de Zaragoza (h.
1700), donde el potente torso del arcángel que blande la espada
nos evoca el Perseo de Bernini del Museo del Prado, y la talla napolitana
del San Miguel de la capilla de San José (antiguamente de Villahermosa)
en la iglesia de San Carlos Borromeo de Zaragoza.
De su labor artística
en Aragón destacaremos que los hermanos Mesa fueron prestigiosos
arquitectos de retablos -retablo de la Asunción en Santa María
de Borja, con su novedosa y movida planta churrigueresca (1683-1704), luego
reformada por S. Marsili, y el de Santa Catalina, de estipetes, en la iglesia
de San Felipe de Zaragoza (1691-1692)-, y doradores, en algunos casos haciendo
uso de una finísima técnica en estofado, en otros pintado
en tonos lisos y fuertes.
Finalmente, añadiremos
que los recientes hallazgos documentales y las referencias de los tratadistas
nos han permitido atribuir a Gregorio de Mesa varias obras: busto de Ecce
Homo y Dolorosa en sendas urnas acristaladas en la sala capitular de la
iglesia de Santa Isabel de Zaragoza (h. 1700-5); retablo de Santa Marta
en el trascoro de La Seo de Zaragoza (1701-2); la titular, San Juan Bautista
y Daniel pueden considerarse obras seguras de "los
Mesa"; imagen de San Antonio de Padua en su capilla de la iglesia de
San Felipe y Santiago de Zaragoza (h. 1699).
Gregorio de Mesa murió
a los cincuenta y nueve años en su casa de la calle Contamina, en
la parroquia del Pilar. Su hijo Tomás
de Mesa heredará el taller paterno. (Belén Boloqui Larraya).
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